Al iniciar la sesión que concluyó con la destitución de Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil, el presidente del Tribunal Supremo brasileño, Ricardo Lewandowski, había dado a conocer el interrogante que debía ser respondido.
Los senadores, en un principio, debían contestar la siguiente pregunta: "¿La acusada cometió crímenes de responsabilidad y debe ser condenada con la pérdida del cargo y el impedimento para ejercer cargos públicos por 8 años?".
Sin embargo, la defensa de la jefa de Estado pidió que la votación fuese dividida en dos partes: solicitó que los senadores votasen por separado la pérdida del mandato y el impedimento para ejercer cargos públicos.
Tras un largo debate, finalmente el Tribunal concedió ese reclamo y se voto por separado.
El Senado brasileño escuchó el martes por última vez los argumentos de la defensa y la acusación en el juicio político contra la presidente y hoy finalmente votó la sentencia definitiva.
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— Infobae América (@InfobaeAmerica) August 31, 2016
Para la remoción, debían contarse 54 votos positivos. Pero para sorpresa de muchos, fueron 61 los senadores que se mostraron a favor de apartar definitivamente a la ex mandataria de la presidencia de Brasil, que así fue destituida. Sólo 20 legisladores apoyaron a Rousseff, en lo que marca un fuerte debilitamiento del PT en el juego político brasileño.
En tanto, el mismo Senado dejó a Rousseff con un sabor agridulce al pronunciarse en contra de que fuese inhabilitada durante ocho años para ejercer cargos políticos. Cuarenta y dos senadores se declararon a favor de la ex jefa de Estado, en tanto que 36 lo hicieron en contra de su continuidad en la vida política brasileña.