Un sacerdote peruano regresa a la Notre Dame donde fue ordenado: "Es una emoción"

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Nerea González

París, 8 dic (EFE).- Ver Notre Dame "limpia, luminosa" y "llena de vida" fue una gran "emoción" este domingo para el sacerdote peruano Antonio Morales, que fue uno de los invitados a la primera misa en la catedral parisina desde el incendio del 15 de abril de 2019.

Para este párroco latinoamericano afincado en París, la reapertura de Notre Dame era algo especialmente "emotivo", ya que la catedral está íntimamente ligada a su sacerdocio.

En ella fue ordenado como sacerdote 22 años atrás y verla arder, hace cinco años y medio, fue toda una conmoción.

"Yo sentí que la gente se sentía consternada, católicos o no católicos. Pienso que Notre Dame toca el corazón de la gente", explicó Morales a EFE tras haber asistido a la misa matinal de este domingo, en la que el arzobispo de París, Laurent Ulrich, consagró el altar y celebró la primera eucaristía.

El día del incendio, Morales estaba reunido con un grupo de amigos, recién llegado de hacer el camino de Santiago, y muy cerca del Ayuntamiento de París, que se encuentra casi enfrente de Notre Dame.

"Cuando vi el humo de la catedral pensé que estaban haciendo una película", rememoró el actualmente vicario de la parroquia de Saint-Laurent, ubicada en el distrito 10 de París.

Morales, nacido en la ciudad sureña de Tacna (cerca de la frontera con Chile) y afincado después en Arequipa para hacer sus estudios, recordó haber estado especialmente "triste" cuando vio caer la aguja de la nave, que ya ha sido recreada siguiendo los patrones de la original y apunta de nuevo al cielo de París.

"Como en todas partes las reconstrucciones duran eternamente, cuando el presidente (Emmanuel) Macron dijo que en cinco años yo decía, ojalá que Dios me dé vida para verla", explicó respecto a la promesa del jefe de Estado francés de reconstruir la catedral siguiendo sus patrones originales en tan solo cinco años.

"Estoy contento de verla ahora así, renovada y bonita", agregó.

Como Morales, invitados de la diócesis, miembros de las parroquias de París, representantes de asociaciones caritativas y personas en situación de precariedad ocuparon esta mañana los bancos de la catedral, con el propio Macron y otros políticos franceses en la delantera.

También acudieron 150 obispos de Francia y de otros lugares del mundo para participar en esta histórica misa que sirvió, en especial, para consagrar el nuevo altar del templo gótico ubicado en la isla de la Cité, entre los dos brazos del Sena.

El altar fue ungido con óleo bendito y bañado en el olor del incienso tras haberse depositado en él las reliquias de cinco figuras ligados a la historia de la Iglesia de París: santa María Eugenia Milleret, santa Magdalena Sofía Barat, santa Catalina Labouré, san Carlos de Foucauld y el beato Vladimir Ghika.

Mientras, la isla de la Cité era un auténtico búnker de seguridad desde la víspera, ya que el sábado había tenido lugar otro momento clave de la reinauguración con la apertura oficial de las puertas de la catedral.

Fueron testigos de ese acontecimiento histórico decenas de jefes de Estado y de Gobierno, como el presidente electo estadounidense, Donald Trump, el de Ucrania, Volodímir Zelenski, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, o el príncipe Guillermo de Gales, entre muchos otros.

Un dispositivo antidrones, una zona de exclusión aérea sobre el cielo de la catedral, francotiradores en puntos clave y unos 6.000 agentes desplegados por la isla y las riberas del Sena aseguraron la integridad de las ceremonias, muy a pesar de los curiosos y turistas, que aún esta mañana trataban de convencer sin éxito a los policías que cerraban el paso a los puentes de dejarlos acercarse. EFE

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