Escalera hacia la nada: una visita a la surrealista Lieja

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HANDOUT - En el Museo de la Vida Valona se exhiben algunas piezas singulares, como la pierna de madera de un veterano de las guerras napoleónicas. Foto: Jean-Paul Remy/WBT/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto y mencionando el crédito completo
HANDOUT - En el Museo de la Vida Valona se exhiben algunas piezas singulares, como la pierna de madera de un veterano de las guerras napoleónicas. Foto: Jean-Paul Remy/WBT/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto y mencionando el crédito completo

Los croissants son realmente increíblemente buenos. Así como todo lo que hay en la boulangerie. La explicación solo puede ser que Lieja es la ciudad más al norte del mundo francés.

Esta ciudad belga está cerca de la frontera con Alemania y, sin embargo, el visitante se sumerge en otro mundo. Ya nadie habla alemán aquí. Las casas se ven más bien como en Francia. Las más bonitas son testimonio del art nouveau belga.

Algo extrañamente fascinante irradia Lieja. Los edificios de apartamentos a lo largo del río Mosa y en el Quai Orban junto al canal Dérivation parecen de un recuerdo lejano. Sus fachadas monocromáticas contrastan con los frontones y miradores del laberinto de callejones del casco antiguo.

El carácter surrealista de la ciudad continua en sus atracciones. El que alguna vez fuera el emblema de Lieja ya no está. Era una catedral gótica. Después de la Revolución Francesa, la parte francoparlante de Bélgica se convirtió en bastión del liberalismo y en esa fase de cambio los habitantes de Lieja consideraron que la catedral era una fortaleza de la fe y la derribaron. En su lugar se ve ahora en medio del centro un hueco gigante.

Un lado de esta gran superficie libre está ocupado totalmente por el frente de un palacio. Se trata de la antigua residencia de los príncipes-obispos de Lieja. Estos dominaron durante más de mil años la ciudad y sus alrededores.

Otra curiosidad de Lieja es que esta construcción monumental de primer nivel hoy es utilizada en su totalidad como edificio de tribunales y solo se puede acceder a ella con una visita guiada.

La atracción turística más importante es una escalera: la Montaña de Bueren. No es una escalera bella y monumental como la de la Plaza de España en Roma. No es una escalera al cielo. No, son escalones negros, austeros, que suben tanto y tan empinadamente hacia arriba, que no se ve el final. ¿Una escalera hacia la nada?

La Montaña de Bueren termina en algún lado. Eso está claro. Pero no lleva a una bella iglesia o un interesante castillo. Lo que espera a los visitantes arriba es una vista grandiosa del valle del Mosa. Hace 50, 60 años desde este lugar aún se veían las llamas rojas de los altos hornos. Esta fue la primera región industrializada del continente europeo.

En la ciudad cercana a Lieja llamada Seraing el inglés John Cockerill (1790-1840) levantó la primera fábrica integrada con altos hornos, fundición de hierro y taller de laminación. En el centro de este imperio estaba la residencia estival de mil años de los príncipes-obispos de Lieja, que ahora era habitada por el magnate industrial y por eso hoy se llama Chateau Cockerill. El empresario mismo tiene su monumento delante del ayuntamiento de Seraing.

Hoy en día los altos hornos apagados de la antigua fábrica siderúrgica Cockerill-Sambre se ven como catedrales quemadas a orillas del Mosa en Ougrée, una zona de Seraing.

Tras la decadencia del carbón y el acero, Lieja había quedado  bastante venida a menos a fines del siglo pasado. Pero ahora hace tiempo que ya está en pleno renacimiento.

Las viejas fuentes en el centro vuelven a expulsar agua. Muchos edificios históricos fueron restaurados. A ellos se suman espectaculares construcciones nuevas como la Estación Ferroviaria Liège-Guillemins, una construcción voluminosa del arquitecto español Santiago Calatrava.

En la Rue Léopold 26 está la casa natal del escritor Georges Simenon (1903-1989). El creador del comisario Maigret creció en el barrio de Outremeuse. El sonido del dialecto liejense en los llamados de los vendedores callejeros fue uno de sus primeros recuerdos.

Outremeuse celebra todos los años en agosto con una especie de anárquico carnaval de verano la proclamación de la "República Libre de Outremeuse" en el año 1927. En el centro de la actividad, hay una figura que uno se topa en todos los rincones de la ciudad: Tchantchès, un personaje con nariz de borrachín. El "ciudadano más viejo de Lieja" incluso tiene su propio museo y su propio bar.

Otro museo está dedicado a la vida valona. También en ese caso hay algunas particularidades, como la pierna de madera honrosamente preservada de Jean-Joseph Carlier. Este veterano de las guerras napoleónicas luchó en 1830 como voluntario por la independencia de Bélgica de Holanda. Cuando durante los combates se rompió su prótesis, siguió con un palo de escoba. A su regreso a Lieja, la ciudad le prometió una pierna de plata, pero eso quedó en la nada.

Tras tantas extravagancias, el visitante solo quiere relajarse un poco. Para ello, puede acudir, por un lado, a la bella plaza delante de la Catedral de San Pablo o a la Place du Marché, la magnífica avenida llena de cafés y restaurantes bajo árboles. Y lógicamente no hay que dejar la ciudad sin haber vaciado una bolsa de papas fritas. Difícilmente pruebe alguna vez unas mejores.

dpa