Crece exportación de carne estadounidense pese a coronavirus

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OMAHA, Nebraska, EE.UU. (AP) — La exportación de carne estadounidense está aumentando aunque la industria pasa trabajos para satisfacer la demanda interna debido a casos de coronavirus en plantas de procesamiento que enfermaron a cientos de trabajadores e hicieron que las empresas se esforzaran por mejorar sus condiciones laborales.

Aunque la situación podría preocupar que los trabajadores estadounidenses arriesguen su salud para satisfacer la demanda extranjera, los expertos dicen que no debería, porque gran parte de la carne vendida a otros países son cortes que el mercado local por lo general no consume.

Si las empresas logran mantener sanos a sus trabajadores y las plantas en funcionamiento, debería haber suficiente oferta para satisfacer los mercados nacionales y extranjeros, según funcionarios del sector.

Las exportaciones de carne —en particular la venta de cerdo a China— crecieron significativamente durante los primeros tres meses del año. Esto se debió en parte a varios acuerdos comerciales que se concretaron antes del brote de coronavirus que condujo al cierre temporal de decenas de plantas empacadoras de carne de Estados Unidos en abril y mayo y al aumento del ausentismo en muchas plantas que redujeron su producción.

La Meat Export Federation, que agrupa a empresas del sector, dijo que la exportación de carne de cerdo aumentó 40%, la de carne de res 9% y la de pollo 8% en el primer trimestre. Las cifras aún no estaban disponibles para abril.

Los datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos de la última semana de abril muestran que la exportación de carne de cerdo aumentó 40% a medida que crecieron los envíos a China y Japón y la venta a México y Canadá se mantuvo fuerte. En cambio, la venta al extranjero de carne de res bajó 22% en la última semana de abril.

Parte de la razón por la cual las exportaciones han seguido siendo tan fuertes esta primavera es que gran parte de la carne que se envía al extranjero se compró con hasta seis meses de anticipación, antes de que el COVID-19 se extendiera en Estados Unidos.