África teme un “completo colapso económico” por la pandemia

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KAMPALA, Uganda (AP) — Algunas de las personas más pobres de Uganda solían trabajar en las calles de Kampala, vendiendo fruta sentados en el asfalto o comerciando con productos tan variados com pañuelos a o maní tostado.

Ahora han desaparecido y nadie sabe cuándo volverán, víctimas de una crisis económica global asociada al coronavirus que podría destruir millones de empleos en todo el continente africano, donde muchos viven al día y sin ahorros.

“Hemos pasado por mucho en el continente. El ébola, sí, los gobiernos africanos se llevaron un golpe, pero nunca antes hemos visto nada como esto”, dijo a The Associated Press Ahunna Eziakonwa, directora regional en África del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas. “El mercado de empleo africano está impulsado por la importación y la exportación, y con la cuarentena en todo el mundo, eso significa básicamente que la economía se ha quedado paralizada”.

“Y con eso, por supuesto, han desaparecido todos los empleos”.

Más de la mitad de los 54 países africanos han impuesto cuarentenas, toques de queda, restricciones a desplazamientos u otras medidas para impedir el contagio local del virus. Van desde Sudáfrica, el país más desarrollado de África pero castigado por la desigualdad y el crimen, a Uganda, donde la economía no regulada supone más del 50% del producto interno bruto del país.

Las calles vacías en el centro de Kampala, la capital de Uganda, subrayan el desafío que afrontan las autoridades en el continente más pobre del mundo, donde viven 1.300 millones de personas: cómo atender a millones de personas confinadas en casa durante semanas o incluso meses de aislamiento.

Después de que varios gobiernos dijeran que no pueden ofrecer apoyo directo, el destino de la importante economía no regulada en África podría ser un potente ejemplo de lo que los expertos creen será un daño sin precedentes para las economías en desarrollo. Entre los millones de personas sin empleo hay trabajadores ocasionales, pequeños comerciantes, vendedores ambulantes, mecánicos, taxistas y conductores, empleadas domésticas y camareras, así como personas que vendían desde ropa usada a maquinaria de construcción.

A menos que pueda controlarse la expansión del virus, hasta el 50% del crecimiento previsto en África se perderá, con pérdidas esperadas en aviación, servicios, exportaciones, minoría, agricultura y economía informal, señaló Eziakonwa.

“Veremos un colapso completo de economías y medios de vida. Se perderán medios de vida de una forma que no hemos visto nunca”, advirtió.

La Comisión Económica de Naciones Unidas para África ha señalado que la pandemia podría dañar seriamente el crecimiento ya estancado en muchos países. Países petroleros como Nigeria y Angola han perdido hasta 65.000 millones de dólares en ingresos por la caída de los precios del crudo.

Las economías del África subsahariana se perciben como especialmente vulnerables porque muchas están muy endeudadas y algunas tienen problemas incluso para ejecutar sus presupuestos en circunstancias menos estresantes.

El primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, ha hablado de una “amenaza existencial” para las economías de África al pedir hasta 150.000 millones de dólares a los países del G20. Una cumbre de ministros africanos de Finanzas acordó que el continente necesita un paquete de estímulo de hasta 100.000 millones de dólares, incluida una dispensa en pagos de intereses por hasta 44.000 millones de dólares.

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, respaldó la petición de un paquete de estímulo señalando en un discurso reciente que la pandemia “revocará los avances que han hecho muchos países en los últimos años”. Varios países africanos han estado entre los de más rápido crecimiento en el mundo.

Los desafíos son numerosos. La corrupción rampante en muchos países africanos agrava la desigualdad, y la ausencia o escasez de servicios públicos avivan un descontento que en ocasiones deriva en protestas y violencia.

Las medidas para controlar la expansión del virus podrían empeorar esas circunstancias porque la gente confinada en casa pasa hambre.

Después de que el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, anunciara que los mercados de alimentación podían seguir abiertos pese a las órdenes para descongestionar las zonas abarrotadas, algunos fruteros fueron asaltados por hombres armados y vieron sus bienes confiscados, lo que provocó una disculpa del comandante del Ejército. Museveni anunció después una cuarentena que cerró el transporte público y todos los negocios salvo los esenciales.

“¿Qué voy a comer si nos impide trabajar? Museveni no puede hacer eso”, dijo Marius Kamusiime, que maneja una motocicleta de pasajeros. “Deberíamos poder volver al pueblo si este (coronavirus) empeora”.

La mayoría de los infectados sufren síntomas leves o moderados como fiebre y tos, aunque el virus puede matar o causar complicaciones graves como la neumonía en algunos pacientes, especialmente ancianos o personas con problemas médicas previas.

En un continente donde las unidades familiares extendidas son habituales, algunos señalan que la pérdida de un empleo puede condenar a una docena o más de personas.

“Quedarse sentado no es una opción porque no tienen dinero guardado”, explicó Eziakonwa.

Algunos gobiernos, como el de Ruanda, están distribuyendo comida a los que la necesitan, pero hay dudas sobre la sostenibilidad del programa.

“Sabemos qué hacer para devolver la vida a la economía. Lo que no sabemos es devolverle la vida a la gente”, dijo el presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo. El mandatario ha creado un fondo para atender a los más necesitados y donado el equivalente de su salario de tres meses.

En Kenia, el presidente Uhuru Kenyatta, anunció exenciones fiscales temporales para personas de pequeños ingresos -que ganan hasta 240 dólares al mes- y una reducción de la tasa máxima sobre los ingresos. También dio 94 millones de dólares a personas vulnerables.

Pero otros líderes dijeron que no podían permitirse esas ayudas.

El presidente de Benin, Patrice Talon, señaló que “los países ricos están desbloqueando sumas increíbles”, pero que su país del África Occidental, “como la mayoría de los países africanos, no tiene esos medios”.

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Francis Kokutse en Accra, Ghana; Elias Meseret en Adis Abeba, Etiopía; y Virgile Ahissou en Cotonou, Benin, contribuyeron a este despacho.

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