No fue un “supermartes”, pero también la política tuvo su día y ajusta sus piezas

Macri decidió recomponer los espacios de evaluación y decisiones políticas en el oficialismo. Fue un gesto orientado a encauzar las internas de Cambiemos. También resolvió buscar un acuerdo con los gobernadores sobre déficit y obras públicas

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(Presidencia)

Los crujidos en el oficialismo comenzaron a escucharse con mayor nitidez en el arranque de la batalla por las tarifas y en los días de mayor vértigo por el dólar. Es difícil establecer cuánto aportó ese cuadro doméstico a las tensiones y cuánto es consecuencia de los temblores, pero la cronología indica que los indicios sobre una recomposición interna recién ayer parecieron coronados con un esquema que repone espacios a su ala más política. Se verá cómo funciona.

No sólo eso, también avanzó en simultáneo la idea de intentar un acuerdo práctico con los gobernadores. La intención presidencial, que empezó a ser transmitida a los jefes provinciales del peronismo y de otras fuerzas, no se limitaría a gestos públicos –fotos y algunas declaraciones- para mostrar acompañamiento genérico en las horas de mayor electricidad financiera, sino que apunta a negociar rubros concretos del Presupuesto 2019 y a garantizar los compromisos de este año, empezando por niveles de déficit y concreción de obras públicas.

El presidente Macri recibió el lunes en la Casa Rosada, a las autoridades de los bloques del Senado

Política, no sólo números. O mejor, política y economía. Esa es la señal que acompañó los movimientos, con errores incluidos, para contener la escalada cambiaria. En medio de la distensión que registraban anoche los despachos oficiales, algunas voces se encargaban de bajar el tono y mantener una razonable cautela: la prueba es en continuado y aún superado el peor momento, las consecuencias dejarán marcas en la economía real. Anoche mismo, los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo transmitieron alivio, pero no reglaron sonrisas.

Dujovne y Caputo durante la conferencia de prensa de ayer

Las novedades sobre la interna, claro, corrieron en paralelo, aunque por cuenta de voceros y fuentes de la primera línea de gobierno. El mensaje, con precisiones de nombres propios, es de mayor ámbito de decisión, es decir, un reconocimiento de que esos canales internos habían perdido intensidad. Lo que se denomina el ala política del oficialismo volvería así a tener expresión en la discusión sobre los pasos del Gobierno.

Mauricio Macri maneja un esquema de reuniones en las que se repiten algunos protagonistas, pero que tienen diferente sentido concreto en la gestión. Se suceden encuentros cotidianos y también otros más espaciados en el tiempo, que únicamente son alterados en momentos de sacudones como los que se vienen registrando en las últimas tres semanas.

Las llamadas reuniones de coordinación, por lo general a diario, sientan alrededor de la mesa a Marcos Peña, Rogelio Frigerio, Gabriela Michetti, los dos alfiles de la jefatura de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, y según el tema a otros funcionarios o referentes del Congreso, en primer lugar Emilio Monzó, Mario Negri y Nicolás Massot. Macri decidió agregar un par de sillas: una, para el regreso del radical Ernesto Sanz, y otra para Fernando Sánchez, que ya tiene funciones en el Ejecutivo. Este último es un gesto hacia Elisa Carrió. Y el otro, una señal para reeditar la relación política y si se quiere personal con el ex senador radical.

Ernesto Sanz y Mauricio Macri

También la mesa política chica se agranda. Los lugares centrales son ocupados allí por María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, los jefes de los distritos más poderosos en manos del macrismo: Buenos Aires y la Capital. El ministro Frigerio y Monzó completan el equipo estable de estos encuentros semanales. Una o dos veces por mes el círculo será ampliado a los gobernadores radicales Alfredo Cornejo y Gerardo Morales, tal vez alternándose en los viajes para las citas porteñas.

Dos datos se destacan en esta recomposición.

Monzó había adelantado hace poco más de un mes su intención de no repetir mandato como legislador, lo cual en caso de triunfo significaría dejar vacante la estratégica presidencia de la Cámara de Diputados. Esa decisión, conversada con el propio Macri, expresaba disgusto por la falta de espacio en los escalones principales de las decisiones políticas, más allá de personalizar las desavenencias con Jaime Durán Barba. Con todo, ya había vuelto a levantar el perfil en las últimas negociaciones con el peronismo para acordar una agenda legislativa que no quedara sometida a la pelea por las tarifas. Ahora, dio un paso más.

Cornejo le ha dado a la UCR un lugar de mayor reclamo por los espacios internos. Es el gobernador del distrito de mayor peso entre los tres que están en manos radicales y quedó al frente de la conducción partidaria nacional. Expresó, aunque desde posiciones menos sonoras que Carrió, planteos críticos en la cuestión tarifaria y, dicen, habló abiertamente con Macri sobre las demandas radicales hacia el interior de Cambiemos.

Nadie habla de cuestiones de armonía eterna. La coyuntura puede encargarse de generar nuevos debates, sin contar con las pulseadas que seguramente se irán librando en función de las estrategias electorales en cada distrito. Falta bastante para eso y tensiones como las del dólar se encargan de exhibir que los tiempos no dependen exclusivamente de los apuros políticos.

La realidad, por ejemplo, alimentó en cuestión de días la necesidad de un giro en la relación del Gobierno con los jefes provinciales de la oposición. Y muchos gobernadores también evaluaron que las agitaciones del dólar y las complicaciones en el plano financiero local y en el externo podían descolocar a sus distritos, incluso a los que presentan cuentas más ordenadas.

El presidente Mauricio Macri se reunió con gobernadores, en la Casa Rosada

Primero en búsqueda de una puesta en escena política y poco después para establecer acuerdos mínimos pero gravitantes, Macri decidió darle impulso a renovadas negociaciones con los gobernadores y no sólo para garantizar oxígeno político a las tratativas con el FMI. Ya en los primeros tanteos, la semana pasada, había empezado a quedar en claro que la cuestión presupuestaria es central: control y reducción del déficit, y en ese contexto, proyección de obras públicas van de la mano.

El Presidente se reunió en primer lugar con referentes peronistas: la cita fue con el cordobés Juan Schiaretti, el tucumano Juan Manzur, el sanjuanino Sergio Uñac, el entrerriano Gustavo Bordet y el chaqueño Domingo Peppo. Hubo conversaciones con la fueguina Rosana Bertone y esta semana están previstos encuentros con gobernadores de trato más complicado: la catamarqueña Lucía Corpacci y el formoseño Gildo Insfrán. La lista también incluyó a gobernadores de fuerzas con sello local. Los primeros fueron el misionero Hugo Passalacqua y el santiagueño Gerardo Morales. En los próximos días pasarían por la Casa Rosada el rionegrino Alberto Weretilneck y el neuquino Omar Gutiérrez.

Las charlas rozan en algunos casos la cuestión tarifaria, instalada en el Senado después de su paso más ruidoso por Diputados. Los tiempos parecen allí algo más flexibles. Las necesidades mueven las gestiones de estas horas. No reflejan convicción de un acuerdo político amplio, pero sí de acuerdos específicos. Habrá que ver si abren una puerta o se agotan en un listado breve.

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