Dinámico. Agresivo. Enérgico.
Esas palabras se repiten en los perfiles de Garry Kasparov, quien durante veinte años se mantuvo como el ajedrecista más importante del mundo. Los adjetivos, que aluden a su estilo de juego, se aplican perfectamente a su último libro, Winter Is Coming (Se acerca el invierno), cuyo título tomó prestado de la primera temporada de Game of Thrones: con esa frase se advertía sobre la amenaza permanente desde las tierras heladas del norte.
Las tierras heladas a las que se refiere Kasparov son las de Rusia.
La amenaza es el hombre al que se ha dedicado a denunciar desde que en 2005 se retiró del ajedrez profesional para liderar una coalición pro-democracia en su país: a href="https://www.infobae.com/" rel="noopener noreferrer" Vladimir Putin/a.
Dinámico, agresivo y enérgico escribe, por ejemplo:
"El ascenso de Vladimir Putin y su clan de San Petersburgo ha sido descripto como maquiavélico, pero se lo representa mejor con los logros de Don Vito Corleone: la red de traiciones, el secreto, y las fronteras borrosas entre lo que es negocio, lo que es gobierno y lo que es delito. Todo está en los libros de [Mario] Puzo".
Kasparov compara la mirada de un historiador con la de un fanático de la saga de El Padrino. Si el primero observa en el Kremlin del 2007 elementos del estado corporativo de Benito Mussolini, las dictaduras del Cono Sur y la pseudo democracia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) mexicano, un experto en los Corleone ve "una jerarquía estricta, extorsión, intimidación, una imagen de tipo duro, una larga hilera de muertes convenientes entre los críticos principales, la eliminación de los traidores, los códigos de secreto y lealtad y, sobre todo, el mandato de mantener el flujo de ingresos".
Retrato de un tirano
El subtítulo de Winter Is Coming quita todo misterio a la perspectiva de Kasparov: Por qué Vladimir Putin y los enemigos del mundo libre deben ser detenidos. Es una acusación implícita a Occidente —y sobre todo a los Estados Unidos durante los gobiernos de George W. Bush y, mucho más, de Barack Obama— sobre la "capitulación moral" ante Putin. El mundo libre ha sido demasiado blando con el hombre que pasó de ser el elegido por Boris Yeltsin —a quien Kasparov respeta, pero reconoce que no pudo sentar bases institucionales en Rusia— al jefe de la mafia.
Luego de elogiar a Ronald Reagan hace un juego contrafáctico: "El mundo sería hoy un lugar más seguro, más democrático, si John McCain hubiera sido elegido", en lugar de Obama. También destaca al otro ex candidato republicano que perdió, Mitt Romney, quien calificó a Rusia como "nuestro enemigo geopolítico número 1, sin dudas".
En su descripción del modo en el cual Putin ha consolidado su poder aparecen los casos más conocidos: la represión en el teatro Dubrovka, donde murieron los 40 terroristas chechenos que habían tomado el lugar, pero también 130 rehenes, debido a un gas que lanzaron las fuerzas especiales rusas; la elección de un presidente-marioneta, Dmitry Medvedev, cuando necesitó un periodo fuera de la primera magistratura, para ocupar el papel de primer ministro o poder en las sombras; las dos sentencias a prisión del millonario Mikhail Khodorkovsky y el desmantelamiento de su petrolera Yukos a favor de testaferros de Putin; los asesinatos dudosos de la periodista Anna Politkvoskaya y el opositor Boris Nemtsov; la muerte inexplicada en prisión del contador Sergei Magnitsky, quien había acusado de robo a funcionarios de Putin; la prisión del grupo punk femenino Pussy Riot; los ataques en Chechenia, Georgia y Ucrania (que incluye la baja por un misil de los rebeldes con apoyo de Putin del vuelo 17 de Malaysia Airlines, con 298 personas a bordo); la manipulación de las elecciones y del referéndum por el cual se anexó Crimea; el caso de Edward Snowden.
"Rusia pasó rápidamente de celebrar el fin del comunismo a elegir un oficial de la KGB"
Pero si bien Kasparov reconoce que "al fin de cuentas, Putin es un problema ruso, desde luego, y los rusos deben ver cómo lo sacan", el argumento central de su libro radica en culpar a Europa y los Estados Unidos de la interminable preeminencia de Putin ("Él y su régimen represivo tienen el apoyo directo e indirecto del mundo libre").
La crisis actual —sostiene el actual presidente de la Fundación para los Derechos Humanos, detenido varias veces por Putin y actualmente exiliado en Nueva York— presenta esos dos aspectos inseparables como las dos caras de una moneda: "El primero es cómo Rusia pasó tan rápidamente de celebrar el fin del comunismo a elegir un oficial de la KGB y luego invadir a sus vecinos. El segundo es cómo el mundo libre ayudó a que esto sucediera, con una combinación de apatía, ignorancia y buena voluntad inapropiada. Es crucial entender qué salió mal, porque si bien Putin es hoy un peligro claro y actual, Europa y los Estados Unidos todavía siguen sin entenderlo".
A continuación Infobae presenta por primera vez en castellano algunos de los pasajes de Winter Is Coming, en los cuales el ex ajedrecista lanza un ataque frontal, sin demorarse en sutilezas de apertura, contra Putin.
Del capítulo "President For Life" ("Presidente de por vida")
"El pacto de no agresión entre Putin y la familia Yeltsin se sostuvo muy bien. Creo que Putin tuvo cuidado de no demoler por completo la democracia rusa hasta la muerte de Yeltsin. A pesar de todas sus fallas y su caída en desgracia mientras estaba en unciones, Yeltsin fue un verdadero luchador por la libertad. Si se hubiera sentido obligado a expresarse sobre las maniobras dictatoriales de Putin, eso habría tenido repercusiones reales en la temporada electoral de 2008. Pero luego de su muerte el 23 de abril de 2007, Putin claramente dejó de sentir ataduras".
"El instinto de Putin lo hacía alinearse con el poder y llevar el poder a él. Cualquier cosa que él no pudiera controlar era algo en lo que no podía confiar. Su solución fue tratar de controlar todo. A diferencia del totalitarismo de la Unión Soviética, que podía todo el control en el sistema, Putin apuntó al totalitarismo de una sola persona: él".
"Putin asumió el 7 de mayo de 2000 y enfrentó una variedad de influencias externas, por no hablar de una economía debilitada y una guerra en Chechenia. Con una concentración impresionante, Putin comenzó a trabajar de inmediato para domar o eliminar todo aquello y a todos aquellos que podrían limitar su poder. Su primer decreto había sido para brindar protección a Yeltsin, como sin dudas había prometido. Aquellos que siguieron en sucesión rápida los días siguientes se dedicaron a fortalecer a los militares o desmantelar las instituciones democráticas rusas".
"A diferencia de la Unión Soviética, Putin apuntó al totalitarismo de una sola persona: él".
Del capítulo "The Search for Putin's Soul" ("En busca del alma de Putin")
"Las raíces de Putin en la KGB lamentablemente conformaron un estilo de gobierno que no fue ni reformista ni democrático. El hilo que une su política interna con su política exterior fue su esfuerzo por explotar el miedo: los miedos de los rusos de que su país estaba bajo el ataque de fuerzas externas hostiles (los chechenos, la OTAN, los defensores del libre mercado; por lo general todos) y los miedos de los occidentales de que sin un líder fuerte y pragmático Rusia nuevamente se volvería ingobernable, inestable y potencialmente agresiva. Quince años más tarde las tácticas de mercader del miedo de Putin se mantienen muy parecidas, e igualmente efectivas".
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