¿Qué les pasó? Las desafortunadas transformaciones de las celebridades

Cada vez son más las famosas que aparecen con el rostro desmejorado. La última fue Demi Moore con su cara "derretida". Infobae entrevistó a especialistas en medicina estética para saber la causa de estos desacertados cambios

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Recientemente, Demi Moore se sumó al listado de celebridades cuyos rostros se volvieron irreconocibles. Al igual que Meg Ryan, Renée Zellweger y Uma Thurman, la actriz fue fotografiada en público luciendo una imagen muy desmejorada, ¡justamente ella, la seductora Erin que supo cautivarnos en Striptease!

Los culpables de estos cambios, aparentemente, son los tratamientos estéticos y cirugías a las cuales las famosas se sometieron en un intento por detener el paso del tiempo, que no tiene reparos ni siquiera con rostros tan bellos como los de estas actrices.


Infobae entrevistó a la médica dermatóloga Claudia Albanese (MN 62943) miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) y al cirujano plástico Federico Zapata (MN 55556) miembro titular de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica (SACPER) y de American Society of Aesthetic Plastic Surgery (ASAPS) para conocer en profundidad cuáles son los riesgos reales de estos procedimientos y cómo debemos hacer para evitarlos.

"En primer lugar, es importante aclarar que las transformaciones que vemos en los rostros de algunas celebridades no se producen con un único tratamiento, sino que se suceden a lo largo de los años por diferentes motivos. En el caso de Meg Ryan, por ejemplo, podemos notar un adelgazamiento previo, y estas fuertes pérdidas de peso se traducen después de un tiempo, y a una determinada edad, en una elastosis extrema de los tejidos, es decir, un aumento de elasticidad de la piel que hace que pierda firmeza, por lo tanto se hace necesario acudir a la cirugía, además de complementar con otros procedimientos mínimamente invasivos", explicó la doctora Albanese.

En la misma línea, Zapata, coincidió en que "los drásticos cambios de expresión en las facciones de las celebridades es más probable que se deban a procedimientos quirúrgicos", y agregó: "Lamentablemente, en estos casos los resultados no pueden revertirse. De hecho, si estas transformaciones se hubiesen generado a partir de un abuso de botox o rellenos, siempre que los productos usados sean los indicados, tienen la 'ventaja' de que sus efectos son transitorios".

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El abuso de las cirugías plásticas por parte de las celebridades no es un tema nuevo: basta recordar los casos de Michael Jackson y Joan Rivers en el plano internacional, o el de Ricardo Fort en nuestro país, por sólo nombrar algunos. Sin embargo, la dermatóloga manifestó que esta adicción a los tratamientos estéticos no sólo afecta a los famosos, sino que "siempre existió el paciente con trastorno dismórfico corporal, aquel que no se ve bien y a pesar de someterse a distintos tratamientos, nunca está conforme con su apariencia, por lo que sigue buscando la perfección en diferentes profesionales". "Los resultados son estos rostros tan alterados, tan poco naturales. Son muchas las personas que sufren este trastorno y se someten una y otra vez a estos procedimientos. La responsabilidad del profesional en estos casos consiste en saber poner un freno a las demandas de los pacientes y dejar de sugerir intervenciones sólo con el fin de ganar dinero", remarcó.

"El trastorno dismórfico corporal es el que padecen quienes no se ven bien y, a pesar de someterse a distintos tratamientos, nunca están conformes con su apariencia"

"Cuando hablamos de procedimientos estéticos para rejuvenecer el rostro, no estamos tratando con casos 'de necesidad o de urgencia médica', por lo tanto el profesional puede y debe decidir –con suma responsabilidad en función de su criterio, conocimiento y experiencia– si realizar la cirugía o el tratamiento no quirúrgico es la mejor solución para dicho problema o, por el contrario, sólo contribuirá a la pérdida de expresión y naturalidad", explicó el doctor Zapata.

Cuando las fotos de Demi Moore salieron a la luz, inmediatamente comenzó a hablarse de exceso de toxina botulínica tipo A y de cómo este producto habría "derretido" la cara de la actriz. Pero ambos profesionales coincidieron en que es erróneo responsabilizar a este producto de ciertas caras: "Es imposible pensar que el botox provocó estos resultados permanentes, cuando está científicamente comprobado que sólo promueve efectos transitorios", aseguró el cirujano. Sin embargo, es muy frecuente que esta sustancia se encuentre en el primer puesto a la hora de buscar culpables.

En ese sentido, la dermatóloga consideró que esto se debe a que "falta información sobre qué es la toxina botulínica tipo A y cuáles son sus características". "Esta idea tan generalizada de que los labios hinchados son producto del botox es, en realidad, un profundo desconocimiento. Este producto no tiene como función dar volumen: el botox relaja el músculo en forma transitoria, evitando la formación de arrugas, todo lo contrario a dar volumen. Entonces, decir que esta sustancia habría 'derretido' la cara de Demi Moore es una equivocación", sentenció la especialista, quien detalló: "Los granulomas, esa especie de nódulos que vemos en las mejillas de la actriz, están presentes justamente en los pómulos, una zona en la cual jamás se aplica toxina botulínica tipo A, por lo que probablemente respondan a una reacción del cuerpo ante sustancias de relleno no degradables, como la silicona líquida, que actualmente están prohibidas pero fueron habituales en los años 80 y principios de los 90".

A la hora de recomendar qué precauciones es necesario tomar antes de someterse a algún tratamiento estético, los profesionales coincidieron en que las principales son: consultar a un profesional especializado, asistir sólo a establecimientos habilitados para estas prácticas que cuenten con los equipamientos requeridos y profesionales entrenados en dichos procedimientos, asegurarse de que los productos son de calidad, elaborados por un laboratorio de prestigio y que cuenten con la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) y la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés).

"El profesional puede y debe decidir en función de su criterio y experiencia si la mejor solución para el problema que plantea el paciente es la cirugía o el tratamiento no quirúrgico"

"Si se contemplan todas estas medidas, los tratamientos mínimamente invasivos tienen muy pocos riesgos. Puede producirse un hematoma en la zona de aplicación, pero desaparece a los dos o tres días. En cuanto a los procedimientos quirúrgicos con fines estéticos, teniendo en cuenta que los resultados son irreversibles, es fundamental que se contemplen desde un parámetro de naturalidad. Más allá de los riesgos comunes a toda cirugía, ésta es la principal preocupación en estos casos, por eso es clave que el tratamiento indicado por el profesional siempre busque preservar la frescura del rostro", aseguró Zapata.

Para lograr un buen resultado, es indispensable el trabajo conjunto entre paciente y médico: que haya confianza en la profesionalidad del especialista, así como que éste escuche de manera atenta las inquietudes del paciente.

"En muchos casos, la opinión del especialista no se condice con los deseos del paciente, por lo tanto hay que explicar detenidamente cuáles son nuestras consideraciones, transmitir que en estos casos menos es más, que siempre hay tiempo para agregar producto. Por eso el plan es gradual, lo que proponemos son cambios sutiles, ganar en naturalidad antes que realizar una transformación brusca", manifestó Albanese.

Los profesionales reconocen que, con frecuencia, llegan pacientes al consultorio que se realizaron tratamientos con anterioridad y no saben qué producto se les inyectó. Si bien el médico que realizó el procedimiento debería haber informado acerca de los productos que utilizó, también hay negligencia por parte del paciente, que debe involucrarse en el tema y no dejarse aplicar cualquier sustancia en el cuerpo, ya que un producto defectuoso o que no esté aprobado por los organismos de control puede causar daños en la salud de los pacientes. Por lo tanto, saber quién lo aplica, qué laboratorio lo produce y qué tipo de sustancia es, no son inquietudes menores, sino fundamentales.

"Los grandes diferenciadores para un resultado satisfactorio son la capacitación y el sentido estético del profesional a cargo del tratamiento. Creo que el mejor consejo para quienes están considerando someterse a un procedimiento de este tipo es que consulten a un profesional con las mejores referencias, ya que será la persona que diagnostique el rostro, indique y realice el tratamiento, y además, debe brindar seguridad sobre la calidad de los productos que utiliza", concluyó Zapata.