Un juez que sabía usar la ironía

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DyN

Enrique Santiago Petracchi era un hombre de pocas palabras. Pero precisas. Una reunión con él era breve. Pero en esos minutos el juez, de origen peronista, que fue nominado por Raúl Alfonsín en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, explicaba con certeza el asunto por el que había convocado al encuentro.

Durante la década del menemismo fue uno de los que encabezó el enfrentamiento y denuncia contra lo que se llamó la mayoría automática de la Corte. Sus votos eran –junto a los de los jueces Augusto Belluscio y Gustavo Bossert– la contracara de las decisiones que tomaba el resto de la Corte para acompañar al modelo neoliberal.

Hablaba con orgullo de su padre Enrique Carlos que había sido Procurador General de la Nación durante el peronismo de los años setenta. Y de sus cuatro hijos. Se sentía orgulloso también, por haber sido egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires. En el currículum publicado en la página de la Corte Suprema de Justicia, destacaba, entre otras cosas, que fue Diploma de Honor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y que durante 1953 había sido "celador alumno" en el Colegio Nacional de Buenos Aires.

Sus palabras siempre precisas alternaban con la muy fina ironía

Sus palabras siempre precisas alternaban con la muy fina ironía con la que describía a sus colegas de la Corte. O a los personajes más importantes de la política argentina. Tenía un estilo florentino e intrigante que combinaba con una forma de explicar las intrincadas decisiones de la Corte de manera llana.

Recibía en su enorme despacho del cuarto piso del Palacio de Tribunales y fumaba –allá por los 90– unos cigarrillos largos y finos. Amable y a la vez estricto, Petracchi fue siempre una fuente permanente de consulta para los periodistas que hemos cubierto la información de la Corte Suprema de Justicia.

Fue presidente del más Alto Tribunal de la Argentina en dos siglos. Ejerció la presidencia a finales del XX y a comienzos del XXI. Hace unos meses los médicos le diagnosticaron que su cáncer avanzaba irremediablemente. Comenzó entonces una lenta despedida. Citó uno por uno a sus grandes amigos y les contó que se acercaba el final.

En noviembre iba a cumplir 79 años. No sólo la Corte Suprema de Justicia de la Nación lo va a extrañar.