¿El código de la discordia?

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El ataque a la Legislatura fue vandálico y pertinaz. El pasado viernes 16, la violencia turbó el funcionamiento de las instituciones democráticas. Nos encontrábamos con otros legisladores dando los últimos toques al articulado del Código Contravencional con el propósito de ampliar su base de consenso cuando estalló con furia la agresión para impedir que sesionáramos.

Precisamente, se estaban receptando sugerencias de un grupo de diputados para que quedara más claro que el Código no afectará a los sectores humildes y desprotegidos.

Mienten los que dicen que se trata de criminalizar la pobreza y el trabajo precario. Muy por el contrario, se ha trabajado durante muchas horas para lograr una redacción que respete los derechos y garantías de nuestra Constitución. No se sanciona a los vendedores ambulantes que honestamente tratan de llevar el pan a sus hijos, sí a quienes provocan desórdenes en los espectáculos deportivos y los desaprensivos que corren ?picadas? en lugares de la Ciudad.

Lo que sí es cierto es que se destruyó parte del patrimonio histórico y cultural de los argentinos. Se atentó directamente contra las instituciones de la democracia representativa.

Los legisladores que soportamos dentro del edificio el ataque organizado sentimos, durante las largas horas de agresión, bronca, miedo y tristeza. Todo lo que siente un ser humano en estas circunstancias.

Fuimos elegidos por el pueblo y nos debemos a toda la ciudadanía, por lo tanto no podemos permitir que nadie entorpezca nuestro mandato.

En el campo contravencional queremos sancionar un sistema normativo que no quede preso de la absurda antinomia entre ?mano dura? y ?garantismo?, haciendo que su único norte sea el fortalecimiento de la legalidad, que es el presupuesto esencial de la seguridad.

La protesta estuvo sin dudas organizada. La fuerza de seguridad no previno, estuvo renuente y dejó actuar por horas lo que produjo daños ciertos, y el peligro que se introdujeran en la Legislatura ocasionando un desastre de consecuencias imprevisibles.

Volviendo al Código, que es un pretexto de la discordia, es útil señalar que el debate democrático lo hemos dado en los últimos seis meses.

Sin embargo, siempre estaremos dispuestos a ampliar el consenso. El miércoles 4 de agosto llegaremos seguramente con nuevos consensos.

El tiempo también será útil para difundir mejor su contenido. Existe una profunda desinformación en la opinión pública en general y hasta me atrevería a decir en algunos diputados, acerca de lo que dice el proyecto de código en tratamiento. Es urgente clarificarlo porque, de otra manera, entraríamos en un juego de equívocos, incluso malintencionados, en algunos casos, probablemente para aprovecharse de las necesidades de los supuestos perjudicados.

Pero debe quedar claro que no podemos permitir que se nos amenace para que no sancionemos lo que entendemos debemos sancionar. Lo haremos por el bienestar de toda la población, incluidos los grupos a los que falsamente se dice que el Código perjudica. Lo haremos también porque debemos cumplir nuestro mandato en defensa de las instituciones de la democracia.