Entre las preciosidades naturales que embellecen y caracterizan a Puerto Iguazú rebosa un sonido de encanto que cautiva la atención de los espectadores. No se trata de el canto de los animales, ni de las emisiones provenientes desde el verde predominante. Tampoco de las turbias aguas que alimentan a las Cataratas. Son la voz y las ondas de los instrumentos que todos los años se reúnen por estos lares del país; es el fruto de la sorprendente labor de cientos niños y jóvenes que llegan distintos lugares del planeta para unir culturas, compartir experiencias y nutrirse del arte musical, deleitando al público con sus asombrosos talentos.
Aunando a grandes intérpretes de los cinco continentes, se celebró una nueva edición del festival Iguazú en Concierto. Por los distintos escenarios pasaron casi 700 artistas, entre orquestas, coros y solistas que mostraron sus repertorios, con piezas musicales que van desde los clásicos hasta los más representativos de sus culturas. El espectáculo que organiza el Gobierno de la Provincia de Misiones en conjunto con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) conquistó a miles de concurrentes que disfrutaron de cinco días a pura música.
Los protagonistas y estrellas principales, un conjunto de niños y adolescentes. Menores de un presente sobresaliente y con una carrera aún más promisoria, que con estilos disimiles desplegaron toda su calidad técnica en cada presentación. Y entre los que, por supuesto, también hubo representantes argentinos. Uno de ellos fue Santiago Sosa, un solista que con su impronta artística comenzó a calar en los corazones de los oyentes.
Santiago tiene 16 años y se ganó el derecho de formar parte tras enviar una composición con sus destrezas como pianista. Con un cover de la popular canción rusa Korobeiniki fue uno de los seis ganadores de la amplia audición preliminar para ser parte del certamen, un proceso selectivo en el que durante un lapso de dos meses cientos aspirantes de todo el mundo expusieron sus condiciones con interpretaciones virtuales, que alcanzaron un total de 371 videos en el sitio web de la organización.
Oriundo de la localidad de Noetinger, en la provincia de Córdoba, osa de un notable capacidad que descubrió casi por casualidad. En dialogo con Infobae, cuenta que comenzó a tocar desde los ocho años, cuando caminando por la calle junto a su padre vio un cartel de clases de piano que le despertó la curiosidad interna. El hecho resultó llamativo para el entorno, ya que en el seno familiar no hay nadie ligado a la música.
En su canal de YouTube ejemplifica sus sorprendentes dotes. Sube videos de interpretaciones con estilos muy disimiles, desde melodías representativos de países, a hasta temas populares como "Despacito", de Luis Fonsi. No tiene un referente musical, no sigue a un afamado artista.
En las prácticas previas al concierto del cierre y acompañado de sus padres -cuyas miradas rebosan de orgullo y alegría-, repite la "enorme satisfacción y agradecimiento" hacia la gente que le brindó la posibilidad de estar en el festival. Santiago se ganó su derecho gracias a la elección del público: finalizó en primer lugar en la categoría Instrumentista con 4095 votos, seguido por el quenista peruano Juhnior Arroyo Seijas (13 años), con 3102. En la misma selección, pero en la categoría Cantante, fue el colombiano Jorge Nasra Molina (10) quien obtuvo el primer lugar (4280 votos), mientras que la dirección artística designó a los restantes ganadores: los rusos Elena Krivorotova y Rublev Aleksandr, flautista de 10 años y trompista de 11, respectivamente; y la cantante y acordeonista francesa Madlyn Dugué, de 8.
A pesar de su enormes condiciones, su futuro lo avizora lejos del mundo musical. "No tengo pensado dedicarme a la música, lo veo más como un hobby", enfatiza. Aunque no lo tiene del todo seguro, cuando termine la etapa escolar piensa seguir la disciplina académica de Relaciones Internacionales. La materia está más emparentada con las lenguas extranjeras, otras de sus "pasiones", que le gusta tanto que incluso asegura continuó puliendo su capacidad como políglota durante la breve estadía en la localidad misionera. Con mayor o menor fluidez habla una decena de idiomas. "Inglés, portugués, francés, croata, italiano", enumera entre otros tantos que aún están en fase de practica. Es un distinto, un prodigio.
En su paso por la ciudad tropical de las Cataratas, le tocó participar en el segundo concierto, que se realizó en La Aripuca, un monumento a la naturaleza, de una belleza inusitada, hecho en madera y con árboles gigantes, ubicado en las afueras de la ciudad. En aquel evento además se presentaron la pequeña Madlyn Dugué, el cuarteto Tolisax de Colombia y el desfachatado cantante Diego Alejandro Benavides, también del país cafetero. Un mix de temáticas que define la pura esencia del show.
No habrán sido tantos como "Un millón de amigos" (el tema con el que finalizó el último concierto a puro baile), pero la experiencia le valió conocer una suntuosa cantidad de personas. Afectos que quedarán para el recuerdo.
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