Tripa: "La televisión es un poco dura, te suelta la mano y no le importa dónde te caigas"

Germán Tripel (37): así no lo conocen. Sí por su apodo: Tripa. En 2002, con solo veinte años, fue elegido en un reality show para integrar la banda Mambrú, en la que cosechó los mayores éxitos de un día para el otro y fue un boom para las adolescentes en todo el país. Ese sueño de llegar con la música había sido cumplido, pero años más tarde se desmoronó cuando la banda decidió separarse.

A pesar de eso Germán no claudicó, y lentamente fue forjando su propia carrera como solista. Hoy tiene una banda junto a su mujer, Florencia Otero (27), con quien no solo hacen una hermosa pareja, sino que arriba del escenario han conquistado al público y a la prensa. Fruto de ese amor nació Nina (dos años), quien les cambió la vida.

Hoy, Tripel disfruta de un gran éxito como actor en la obra Y un día Nico se fue, que protagoniza junto a Franco Masini. Pero más allá de la gran cantidad de público que los aplaude noche tras noche, German y Franco han generado polémica con su obra, en especial por darse un beso sobre el escenario que a muchos no les agrada.

—¿Como te cambio la vida ser padre?

—Para mí es un sueño. El simple hecho de poder dar vida y traer un ser a este mundo es mágico. Siento que soy un privilegiado por tener a la mujer que amo, y que los dos pudimos hacer este hermoso ser, Nina. Trato de ser un buen padre a pesar de que voy aprendiendo en el camino. Ahora concibo las cosas desde otro lugar, me relajo desde otra situación. Antes la preocupación venía del trabajo, de si hablan bien o mal de mí, si me dicen gordo, flaco, "Tenés el pelo largo o corto", o "Vos sos el ex Mambrú", o lo que sea. Ya no me importa.

—¿Antes lo sufrías mucho?

—Antes lo sufría un poco más. No sé si mucho. En la medida que fue pasando el tiempo lo fui sufriendo cada vez menos. Hoy en día ya es parte de una anécdota, de una diversión, y eso hace que uno se sienta hasta más seguro de todo, desde lo artístico hasta lo humano.

—¿Te costó despegarte del nombre Mambrú?

—Sí. De hecho cuesta porque todavía hay gente, creo que la mayoría, que me dice "Tripa, el ex Mambrú, qué distinto está". Y sí… pasaron 17 años. No fue difícil, fue como borrascoso el camino porque llegamos muy rápido, porque fue una cosa bien hecha, pero hecha de un día para el otro. Hoy los nenes, los chicos, vienen más preparados y ya saben lo que son lo seguidores, lo que es la fama… A nosotros nos pegó de un día para el otro. Y no veníamos preparados. Yo, por lo menos, no venía preparado. Fue muy divertido, muy lindo. Después fue volver a empezar, o empezar de cero en realidad, porque de ser Mambrú pasás a tratar de ser reconocido, por tu nombre y por tu música. Es romper con ser ex Mambrú. Y ahora ya soy ex Mambrú. Y el día de mañana seré ex ex ex Mambrú.

—¿Como ves el publico que te sigue hoy, a diferencia del que te seguía antes?

—A los que son como yo, les puse un nombre: somos los famosos no conocidos.

—¿Por qué?

—Con las redes, hoy una persona que no es famosa, que la ves por la calle y no sabes ni quién es, tiene 12 millones de seguidores. ¡Y no sabés quién es! En cambio, yo camino por la calle, me reconoce todo el mundo, pero no tengo 12 millones de seguidores. Entonces soy el famoso no conocido, digo, por las nuevas generaciones o por la gente que maneja las redes. A eso se lo puede ver como negativo, pero yo lo veo como algo muy divertido y positivo.

—¿Cuánto te ayudó la belleza a vos?

—Nada. No me considero lindo ni bello ni nada. Sé que fui lindo para mi mamá, sé que fui lindo quizás para las novias que tuve en su momento, y hoy en día me imagino que soy lindo para mi mujer, y es lo único que me importa. Pero la belleza no sé si me ayudó.

—Miras hacia atrás, ¿y hay algo de lo cual te arrepentís? 

—¿Arrepentirme? No. Sí, y lo he dicho, maldigo el día, el momento en el que nos dejaron sin una caricia, sin un beso. No que me digan lo que iba a pasar, porque eso no lo iba a saber nadie, pero sí una contención porque teníamos 20 años, y somos gente. Desde ese lugar, la televisión suele ser un poco dura: te suelta la mano y ya está, no importa dónde te caigas.

—En el futuro, ¿hay algo particular que buscás?

—Me gustaría que lo que muestro, que es lo que soy, se pueda quizás derramar en todos. Que todos seamos un poquito más claros, más sinceros, que no demos tanta vuelta, que por más que busquemos el bienestar individual también busquemos un bienestar grupal y común. No estoy hablando de ser comunista, pero digo: poder contar la verdad sin miedo. Cuando conté lo que me había pasado con Mambrú mucha gente me decía con miedo: "¿Por qué lo decís?". Pero yo no le debo nada a nadie. Cuento lo que me pasó.

—¿Descubriste algo nuevo de vos mismo actuando en la obra "Y un día Nico se fue"?

—Si. Me sorprende mucho que en esta obra, en la que hago de gay con Franquito Masini, haya jóvenes que les dé cosa hablar de la homosexualidad abiertamente, o que se enojen porque nos damos un beso. Eso es parte de una cosa prehistórica pero que viene de nosotros, los padres. Podés no compartir la homosexualidad, el lesbianismo, pero no por eso sos mejor persona o sos más apto para otra cosa. Al contrario, me parece que esa mentalidad te hace más estúpido.

—¿Que es lo que mas te sorprende de la sociedad actual?

—Que en una sociedad que se dice más madura, pase esto. Y lo ves en los jóvenes. ¿Qué nos queda si no pueden ver a dos mujeres o a dos hombres de la mano, dándose un beso? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Tirarle una piedra a una persona de color? ¿Matar a un judío? Decimos que estamos bien, pero estamos cada vez peor. Lo que pasó con Ariana Grande, ¿qué es eso? ¿Y yo me voy a poner mal por qué me digan ex Mambrú? ¿Mambrú tal cosa? Si lo que tenemos que tratar de hacer es un mundo mejor. Parece una utopía, pero yo creo en las utopías.

—¿Hacer el bien es una utopía?

—Si. Vos decís hacer un mundo mejor y parece un tema de Alejandro Lerner. ¡Qué loco que tengamos esa mentalidad!