Una multitud marchó al Congreso para pedir la legalización del autocultivo de cannabis

Unas 80 mil personas reclamaron que se incluya el cultivo personal o colectivo en la ley de uso medicinal de la marihuana. También exigieron la libertad de Lautaro Ferraro, un activista preso hace dos meses

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(Nicolás Stulberg)
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Fue un sábado de mayo histórico. No tanto por lo que pasó allí mismo sino porque lo que había ocurrido un mes y unos días atrás. Después de años de lucha, a fines de marzo pasado el Senado votó la ley de uso medicinal del cannabis. Y entonces esta, la octava marcha mundial por la marihuana con destino final en el Congreso, que se realizó este sábado en Buenos Aires, cobró nuevos sentidos.

Si el año pasado quienes encabezaron la caminata desde Plaza de Mayo hasta la avenida Entre Ríos fueron las mamás de los niños epilépticos junto a otros enfermos que necesitan la planta, ahora los que estuvieron al frente fueron los cultivadores solidarios, quienes no han sido incluidos en la nueva legislación y siguen siendo allanados, perseguidos y detenidos.

(THC)
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"¡Autocultivo!", gritó Adriana Funaro cerca de las seis de la tarde desde el escenario, montado sobre un trailer de camión debajo de la bella cúpula del Palacio Legislativo nacional. La cultivadora solidaria recuperó días atrás la libertad después de estar 40 días con prisión domiciliaria, acusada de narco por tener 22 plantas de marihuana que usaba para fabricar aceite para combatir su artrosis y la enfermedad de otras personas.

La cultivadora Adriana Funaro, ahora en libertado, junto a Delfina (3), quien toma aceite y padece microcefalia severa (Nicolás Stulberg)
La cultivadora Adriana Funaro, ahora en libertado, junto a Delfina (3), quien toma aceite y padece microcefalia severa (Nicolás Stulberg)
Valeria Salech, junto a otras integrantes de Mamá Cultiva (Nicolás Stulberg)
Valeria Salech, junto a otras integrantes de Mamá Cultiva (Nicolás Stulberg)

"Acá hay mucha familia; madres, padres, todos luchando por la salud. Y hay una ley que protege a la gente que nos criminaliza y nos ubica como narcos. Pero estamos cultivando nuestra planta y es para uso personal. No somos el chivo expiatorio del narcotrafico, eso es lo que tiene que entender el Estado", reclamó Funaro, quien marchó a bordo de una silla de ruedas y en el camino se encontró con Delfina, la nena de 3 años con microcefalia severa que desde que consume aceite que le prepara Adriana dejó de sufrir 20 convulsiones por día.

La marcha, a la que llegaron unas 80 mil personas, fue realizada por las agrupaciones cannábicas de Capital y Gran Buenos Aires, que desde hace 10 años reclaman la despenalización del consumo de marihuana y la no criminalización del usuario. Y tuvieron su réplica en muchas ciudades del país: Rosario, La Plata, Bariloche, Mar del Plata, Neuquén, Salta y muchas otras.

(Nicolás Stulberg)
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Aquí, también participaron Mamá Cultiva, Rescata y Cameda, organizaciones vinculadas al uso medicinal que trabajaron por la ley recientemente sancionada.

También llegaron consumidores (medicinales y recreativos) de muchos barrios, autoconvocados, o como parte de las organizaciones activas. "Vengo porque me parece una hipocresía que el Estado nos persiga porque tenemos una planta en el jardín o un porro en el bolsillo. Todos sabemos dónde están los narcos, queremos que nos dejen de perseguir", comentó Francisco, un joven de 24 años de Dock Sud, Avellaneda, que marchó junto a amigos y amigas de su barrio.

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)
Marihuana, la flor del cannabis (Nicolás Stulberg)
Marihuana, la flor del cannabis (Nicolás Stulberg)

El reclamo central fue la inclusión del autocultivo en la ley de uso medicinal (que todavía debe ser reglamentada). Y las historias de quienes padecen la persecución se convirtieron en el eje del discurso. Uno de los ejemplos más claros del desenfoque en la criminalización es la historia de Lautaro Ferraro, un joven de 25 años que está preso desde hace 60 días, por tener en su casa 38 plantines de cannabis, con los que fabricaba aceites y tinturas para amigos y familiares con diversas dolencias.

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

Ferraro es martillero público y estudia música. Está privado de su libertad bajo la acusación de "cultivo y siembra de cannabis para la producción de estupefacientes", un delito que prevé penas de hasta 15 años de prisión. La fiscalía decidió mantenerlo detenido a pesar de que no hay pruebas de comercio. Lautaro declaró que las plantas son para su consumo personal y la elaboración de aceite medicinal para varias personas, entre las que se encuentran su madre y su novia, quienes padecen lumbalgia.

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

Justamente su mamá habló ante las cerca de 80 mil personas que se juntaron frente al Congreso. "Mi hijo tiene pasión por el cultivo, es muy estudioso, yo lo apoyaba por eso y porque me hacía una infusión para calmarme dolores lumbares. Dejé de tomar medicación gracias a él. Quiero la libertad de mi hijo, es un chico trabajador y estudioso. No es un narco. Y como cayó él puede caer cualquiera", comentó Alicia, quien convocó a una marcha para el jueves próximo a las 10 frente al Ministerio de Seguridad nacional para reclamar por la libertad. 

Alicia, mamá de Lautaro, habló frente al Congreso (Nicolás Stulberg)
Alicia, mamá de Lautaro, habló frente al Congreso (Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

La causa de Ferraro está en manos de la Cámara de Apelaciones de San Martín. Lo que la familia del joven espera es que suceda lo que pasó días atrás con Funaro, que fue dejada en libertad por falta de mérito. "Es una pesadilla, es un chico adorable y bueno. Es incomprensible que esté preso mientras los narcos andan tranquilos por ahí", comentó su tía Silvia.

Cuando un cultivador solidario cae preso se acaba la medicina de muchos enfermos. Cuando Adriana Funaro perdió la libertad, Gonzalo Bramajo (35), quien consume aceite de cannabis para calmar los dolores de una prótesis que le pusieron en lugar del femur izquierdo, después de extirparle un tumor en el hueso, perdió su aceite y debió volver a consumir medicamentos que le generan efectos adversos devastadores, como la morfina.

(Nicolás Stulberg)
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"Yo sé lo que es estar drogado: tomé demasiada morfina. El dolor te hace malo. Y esta planta me sacó esa maldad, me sacó el dolor, me hizo mejor persona. Recibí toda mi medicina de cultivadores. Y no son narcos. No son delincuentes", comentó este hombre, padre de dos chicos.

Años atrás los médicos le habían dicho a Gonzalo que el cáncer avanzaba sobre su pierna y lo mejor iba a ser que se la amputaran. Una tarde salió a caminar por Congreso, en un descanso de su tratamiento oncológico, y se encontró con una agrupación cannábica que repartía panfletos frente al anexo de Diputados. Les contó su problema y los activistas le convidaron cannabis. El efecto fue inmediato. "La primera mejora la sentí apenas fumé. Me miré al espejo, hacía años, desde que había empezado el tratamiento, que no me reía", comenta Gonzalo, emocionado. 

Bramajo (tercero desde la izquierda) junto a Valeria Salech, de Mamá Cultiva (Nicolás Stulberg)
Bramajo (tercero desde la izquierda) junto a Valeria Salech, de Mamá Cultiva (Nicolás Stulberg)

En la marcha, frente al Congreso, resaltó el rol de los cultivadores y pidió que los legisladores tengan en cuenta que el autocultivo es antagónico al narcotráfico. "Sólo queremos una vida mejor y que se vea con otros ojos a la planta. Queremos eso y libertad para Lautaro. Ojalá que las personas cambien como cambiamos nosotros. Esto es muy injusto", dijo desde el escenario. Debajo, miles de personas como él, doloridas o víctimas de la ley sólo por plantar lo aplaudían.

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