Laura Novoa: "A veces la culpa no es del ladrón, sino del lugar en el que lo pusimos"

“La sociedad se puso fea, pero la sociedad somos todos nosotros”, dice la actriz en esta charla con Infobae en la que también cuenta cómo es ser mamá de una adolescente, habla de la importancia de los vínculos femeninos y asegura que no usaría joyas, pieles ni carteras de marca porque no le parece ético

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Aunque en esta charla asegura no ser muy adepta al trabajo, protagoniza la segunda temporada de Falladas, está a días de comenzar el rodaje de la próxima película de Claudia Piñeiro y tiene propuestas de televisión. La hija de Pepe Novoa es también mamá de dos hijos de 15 y 10 años, y destaca el papel de las amigas a la hora de contener las catarisis de una mamá profesional hoy: "En mi vida personal no hay nada mejor que las mujeres, son las que me han rescatado de todos aquellos lugares tristes y tremendos todas las veces que he sufrido por amor, por los hijos, por lo que sea. Hay algo de la hermandad femenina de poder como comprender exactamente lo que vos estás diciendo cuando estás diciendo: 'No puedo más'. Esa cosa de la rivalidad femenina, que por supuesto debe existir, no me pasa".

—¿Tuviste que ser rescatada muchas veces?

—Sí, un montón, casi cotidianamente. Mis amigas me dan muchas alegrías y tengo una red muy grande. Quizás a los hombres les pedimos que sean el 100% de las necesidades y eso es un gran error; con los vínculos de las amistades uno es más sabio y más generoso. La amistad es una red que ha estado en momentos muy importantes, placenteros y no, he compartido muchos momentos de muchas risas. Esto que me está pasando ahora, por ejemplo, estoy haciendo temporada en Buenos Aires y me empieza a agarrar como…

—¿Te hace ruido estar haciendo temporada en Buenos Aires o estar trabajando en vacaciones?

—Tengo bastantes problemas con, como dice mi representante, trabajar en general (risas).

—¿No te gusta trabajar?

—No, soy súper agradecida con mi laburo y me encanta que me llamen y me encanta trabajar. Pero también disfruto muchísimo las vacaciones. Hay gente que no. Disfruto de mis tiempos libres. A esta altura deberían ser más tiempos que los otros. Me pasa mucho eso y es muy gracioso porque tengo un representante, Javier Furgang, a quien amo, además de mi representante, somos amigos. Y cada vez que le digo algo, me dice: "¿Pero otra vez? Vos lo que pasa es que no querés trabajar", entonces siempre discutimos. Siento que el trabajo no es todo y realmente trabajo para vivir y no vivo para trabajar.

Trabajo para vivir y no vivo para trabajar

—¿Te animarías al año sabático?

—He pasado varios. Empiezan siendo por decisión propia y después se te va el año y empezás a preocuparte. Me ha pasado de cambiar, de no sentirme atada a esta profesión. Podría hacer cualquier otra cosa y me divertiría también. Por supuesto, lo que más me sale hacer y lo que más me divierte es hacer personajes, me apasiona. Pero no soy actriz dependiente.

—¿Y existe alguna fantasía por otro lado?

Lo que más me gustaría es ser agente de viajes, hacer una empresa de agencia de viajes, llevarte a viajar como yo viajo, que me parece genial. Una agencia de viajes pero a la carta. Es un poco 5 estrellas porque es muy personal, pero bueno… Después me gusta mucho navegar, ese es un hobby que tengo.

A veces me entristece de más la pobreza

—¿Cuál es tu costado femenino?

—La fragilidad. Me siento una persona muy fuerte con algunas cosas y muy sensible por demás con otras. La vida cotidiana, el devenir, eso de ir al banco, conectarte con la gente, qué sé yo, a veces me entristece de más la pobreza, me ponen muy mal las situaciones de la calle. Me enoja de más cuando no te quieren ayudar o cuando la gente no es generosa.

—¿Y el costado masculino?

—Me imagino que tiene que ver con haber trabajado y ganar plata desde muy chica de lo que elegí. Por un lado, eso es fantástico y todos los días me levanto y agradezco porque hay muchísimos actores que no trabajan de lo que quieren. Tengo de verdad mucha suerte. Soy muy trabajadora también, eso lo decimos mucho con las chicas en el escenario, el que vengan, que inviertan y que paguen una entrada en un momento tan difícil, a mí como actriz me crea una responsabilidad de hacerlo lo mejor que puedo. Si yo no hago mi trabajo lo mejor que puedo, me estoy como fallando a mí misma.

—¿Y el trabajo se sigue disfrutando?

—Sí, muchísimo. El trabajo es un refugio, el trabajo te salva muchísimas veces. Hay muchas veces que la vida cotidiana, los chicos, el colegio, una hija adolescente, yo qué sé, digo: "Por fin me voy de vacaciones al trabajo".

—¿Cómo es esta mamá de una hija adolescente?

—Con mi hija me costó muchísimo aprender a ser mamá de una adolescente. Lo que plantea el adolescente, en un punto el desamor, después por supuesto vuelve. La posición de que pasás a ser como una especie de tonto y esa cosa caprichosa, a veces amor, por momentos, pero hay una cosa muy confrontativa. A mí me pegó re mal, me dolió mucho. Uno debe comprender que la mujer, para poder reafirmarse, necesita matar la imagen de la madre. Todo lo que quieras, pero cuando te toca… Yo por suerte tengo mi trabajo que siento que me salva de esas situaciones. Tengo a mi otro hijo que me dice: "Mamá, sos hermosa", me abraza y me besa. También la tengo a ella, que es hermosa. Pero es una situación la adolescencia de tu hija, además soy muy naíf y muy sensible, siempre pensé que no nos iba a pasar y fue súper doloroso.

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—¿Qué opinás del debate sobre la baja en la edad de imputabilidad?

—Hay que solucionarlo, pero de una manera muy anterior. La sociedad debe dar otras oportunidades. Siempre la culpa no es de los chicos, aunque sea el peor. A veces la culpa no es del ladrón sino de dónde lo pusimos, donde cada uno, con su granito de arena, va sumando a esta desigualdad. Por supuesto, no lo justifico, pero creo que es educación, hay que trabajar desde muy atrás, desde la infancia, desde la educación.

—Tengo un textual tuyo de hace varios años y tiene que ver con esto que decís: "Cuando veo a un ladrón, no pienso que hay que mandarlo a la silla eléctrica, pienso qué hacemos nosotros como sociedad que no le damos otra opción que salir a hacer esto. No me gusta que haya tanta inseguridad, no me gusta que los hospitales estén como están, no me gusta que el índice de pobreza sea cada vez más alto". Pasó mucho tiempo desde que lo dijiste.

—Sí, pienso igual, podríamos decirlo igual. Estamos en países difíciles y las cosas no mejoran mucho. La evolución de las sociedades viene lenta y vienen involucionando bastante. Así como la comunicación evolucionó tanto, es impresionante que el alma humana no acompaña.

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—Tenés un vínculo muy importante con la temática femenina.

—De verdad hay algo que nos une, había antes un matriarcado que después por muchísimas cosas ha sido como destruido y no se sabe nada de aquello. Hubo un momento de las mujeres donde pelearon mucho para determinados espacios. Si nos saca femineidad y nos saca sensibilidad, no sirve de nada ese espacio. Lo que está necesitando un espacio de poder es el espacio femenino con respecto a la sensibilidad, a la sensibilidad con la pobreza, con el otro, con el niño, con el que lo necesita. Si sos una mujer pero no tenés eso y te convertiste en lo peor del femenino o en una parte masculina, tampoco sirve. Con todo esto de #NiUnaMenos, fue muy importante poder empezar a sacar estos casos afuera. Por momentos me confundo, me da miedo, veo a mi hija adolescente que tiene miedo de salir a la calle, caminar y que un tipo la vea; en qué calles los estamos haciendo caminar. Había algo de ser más libres, de ser más buenos y también de confiar en el otro, que si tenés un problema en la calle, el otro te va a ayudar, no es que el otro te va a agarrar y te va a secuestrar y te va a hacer. Es muy complicado todo porque la sociedad se puso fea, pero la sociedad somos todos nosotros.

—Alguna vez dijiste: "No me gustaría comprarme una cartera de 10 mil euros aunque pudiera mientras a mi lado haya un chico levantando la basura para comer".

—Lo mantengo, no soy muy marquera, pero ni siquiera porque pueda o porque no pueda, ideológicamente no me gusta.

No me gustan ni las joyas, ni las pieles, tiene que ver con la ética

—No podrías ser botinera.

—No, aunque están muy buenos en el fútbol (risas).

—¿Tiene que ver con la culpa más allá de la marca en sí?

—No, no es la culpa, es la ética. No me es ético. Me pasó igual siempre. Es muy difícil. No me gustan ni las joyas, ni las pieles, no me gusta. Igual seguramente el que me guste o no tiene que ver con la ética, no me parece ético en un punto.

—Si hablamos en 5 años y salió todo genial, ¿cómo te encuentro?

—Más viejita, con más arrugas. Más tranquila, seguramente mi hija no va a estar ya más en la adolescencia. Voy a tener un hijo adolescente. No importa, porque mi hijo me ama y cree que soy la mejor del mundo, y va a seguir pensando así porque es varón; viste, los varones son geniales. Estoy muy bien en este momento, tenía ganas de probarme en un teatro comercial que nunca lo había experimentado y fue maravilloso lo que pasó, es una fiesta.

"Falladas" se presenta de miércoles a domingos en el Multiteatro.