François Roudié: “Siempre se exige a Europa más que a los otros, pero está bien”

A 60 años del Tratado de Roma, el Encargado de Negocios de la UE en Argentina destaca “el coraje y la visión” de líderes que “salían de un momento de odio”, pero se dieron la mano e hicieron realidad un proyecto muy ambicioso

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"Fue justamente el hecho de enfrentar los desafíos con soluciones europeas, lo que hizo crecer a la Unión Europea", responde François Roudié ante la pregunta acerca del clima difícil en el cual se da este 60º aniversario de la firma del Tratado de Roma, el 25 de marzo de 1957, cuando seis países -Francia, Alemania, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo- se unieron para crear la Comunidad Económica Europea.

En esta charla con Infobae, Roudié, que se encuentra a cargo de la Delegación de la Unión Europea en nuestro país en ausencia de embajador -pronto será designado uno-, se muestra optimista sobre el futuro de la Unión, asegura que los desafíos no son nuevos para este conjunto de países que en su caminar juntos han dado vida a "una zona de prosperidad y a un actor de paz". "La UE es un poder positivo en el mundo globalizado y desigual que tenemos", afirma.

También confía en que pronto se concrete el acuerdo Mercosur-UE y celebra la apertura de la agenda bilateral con Argentina a un gran abanico de temas, luego de años en que la relación estuvo en un mínimo. "En términos de compartir valores, desde Europa, miramos inmediatamente hacia América Latina y en especial hacia Argentina", dice, subrayando la cercanía.

— ¿Cómo describiría usted el clima en el que se conmemoró este 60 aniversario del Tratado de Roma, considerando dificultades como la salida de Inglaterra de la Unión?

— Tenemos conciencia de los desafíos pero sabemos también que no son tan nuevos. La Unión Europea sale de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, ha enfrentado desafíos desde el comienzo de su existencia. Y justamente es el hecho de enfrentar los desafíos con soluciones europeas lo que hizo crecer a la UE. La Unión Europea empieza básicamente con un mercado, poniendo también en común la producción de carbón y acero y la energía atómica de uso civil. Poco a poco, enfrentando crisis, hemos llegado a lo que llamamos las cuatro libertades: de circulación para las personas, las inversiones, los bienes y los servicios. Y el euro, que es uno de los avances que surge de la inestabilidad monetaria de los 70 cuando los europeos entienden que tienen interés en juntarse y quince, veinte años después, sale el euro. El hecho de que tengamos crisis, desafíos, no necesariamente nos desestabiliza; al contrario, fortalece el compromiso en torno a soluciones europeas a desafíos que no se pueden enfrentar a nivel local sino global. Ahora bien, es evidente que cuando un Estado miembro tan importante quiere salir, evidentemente hay que cuestionarse; es lo que hizo la Comisión Europea cuando publicó un libro blanco que propone opciones en el futuro y es lo que dicen claramente los jefes de Estado en estos días: queremos seguir adelante, seguir avanzando para tener una UE más eficiente y más capaz de ajustarse a los desafíos.

Hace 60 años: la firma del Tratado de Roma, el 25 de marzo de 1957
Hace 60 años: la firma del Tratado de Roma, el 25 de marzo de 1957

— En el caso británico hay cierta tradición de "cortarse solos". Gran Bretaña no está en la zona euro. Pero las próximas elecciones en Francia y en Alemania, los dos países que históricamente han sido el motor de la UE, ¿pueden llegar a ponerla en peligro?

— No, claramente no. Aunque hay que tener cautela con los sondeos, en Francia o en Alemania éstos muestran una población en favor de la Unión Europea y del euro. La oferta política en ambos países es globalmente pro Europa. En Francia sí hay una candidata muy crítica de la Unión Europea pero globalmente los franceses están a favor. Lo que sí veo es que estas campañas son una oportunidad para hablar de Europa. La UE se hizo durante estos 60 años entre técnicos. A pesar de que tocaba la vida diaria de la gente no se dijo mucho porque funcionaba por alianzas entre los gobiernos. Ahora está bien que se hable públicamente, que la gente sepa y opine sobre todo lo que sus gobiernos hacen en la UE, porque ésta no es una entidad autónoma, es el resultado de la voluntad de los gobiernos, los pueblos y el Parlamento Europeo..

A nivel de la UE hay una fuerte voluntad de avanzar en desarrollar capacidad de defensa

— Otro desafío es el recambio presidencial en los Estados Unidos que podría llevar a algunos cambios en uno de los campos de cooperación con Europa como es la defensa…

— Las conversaciones con el gobierno norteamericano tienen más que ver con la OTAN, que es una institución distinta de la UE así que no me corresponde mucho comentar sobre eso. Pero a nivel de la Unión Europea sí hay una fuerte voluntad de avanzar en desarrollar capacidad de defensa. Ya tenemos una Agencia Europea de Armamento, ya tenemos más convergencia entre las defensas europeas, todo esto en el marco de la OTAN pero también con un pie europeo.

— ¿La crisis económica ya está superada?

— Bueno, depende, si miramos promedios, el desempleo en Europa es 8,2 u 8,3%, mucho mejor de lo que hemos tenido. Pero para un joven español, con un 25% de desempleo juvenil, la crisis no pasó. En unos países estamos casi a pleno empleo y en otros hay todavía mucha dificultad. A nivel macroeconómico general estamos mucho mejor, hubo muchos planes de inversión, mucha reforma estructural, pero todavía esto no repercutió completamente a nivel de la gente. Y muchos están insatisfechos por cómo se ha gestionado la crisis. Pero claramente el euro ha servido para protegernos de la crisis, los grandes planes de inversión europeos también y para empezar a salir de la crisis, pero hay que seguir avanzando.

— Si tuviera que hacer la lista de tareas pendientes de la Unión Europea, ¿por dónde empezaría?

— Pienso que un gobierno económico es algo importante; si tenemos una moneda común es importante que tengamos capacidad de acción. Ya se mejoró muchísimo desde la crisis de 2008 cuando nos faltaban herramientas en particular para mejorar los bancos. Ahora tendremos que darle un interlocutor fuerte al Banco Europeo, tenemos el Eurogrupo, pero podríamos avanzar un poco más. También en materia de fiscalidad. En términos de seguridad tenemos Europol que funciona muy bien pero se podría avanzar más, así como en la cooperación entre los servicios de policía europeos. En todo se podría avanzar un poco más. Pero lo importante es no ver la construcción europea como un juego de suma cero, es decir que se quita a los gobiernos para dar a Europa; no es así, es mucho más complejo. La idea es buscar más eficiencia. Hacer a nivel europeo lo que se hace mejor a nivel europeo. Y quizás hay cosas que es mejor hacer a nivel nacional o local.

Europa es un lugar de prosperidad, de igualdad, de libertad. Un actor positivo a nivel mundial. Un lugar de paz y un actor de paz.

— ¿En qué diría que es positivo para el resto del mundo que exista la Unión Europea?

— Primero, hace 60 años, más bien 80, que no hemos tenido guerras. Es el más largo período de paz en Europa en 500 años. Mi generación no conoce la guerra, la generación anterior, sí, mis abuelos la conocieron, mi madre la conoció, mi generación, no, y las futuras espero que tampoco. Segundo, en el mundo complejo, globalizado y muy desigual que tenemos, la Unión Europea es un poder positivo en el sentido de que vamos por más diálogo, vamos por multilateralismo; los acuerdos de París sobre Cambio Climático no hubieran existido sin la presión y el militantismo de la UE que los impulsa desde los años noventa. En términos de ayuda al desarrollo y humanitaria, la UE y sus Estados contribuyen en un 55, un 56 por ciento del esfuerzo mundial. En términos de prosperidad y calidad de vida, cuando se mira todos los rankings, y otros, los países europeos están siempre dentro de los más altos. Es un lugar de prosperidad, de igualdad, de libertad y, hablando del multilateralismo, incluso con la Argentina, somos actores importantes en la defensa de los derechos humanos. En síntesis, un actor positivo a nivel mundial. Un lugar de paz y un actor de paz.

— Desde los años 90 se habla de la posibilidad de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. ¿Es optimista en cuanto a que se pueda lograr a corto plazo?

— Sí, soy optimista. Sigo este acuerdo desde hace 7 años, estamos realmente a un momento de una configuración muy positiva.

— ¿Cuáles han sido los obstáculos hasta ahora?

— El obstáculo principal era que las partes no querían avanzar mucho. Los gobiernos anteriores no estaban tan dispuestos a avanzar. Ahora sí hay una clara voluntad; lo vemos a nivel del Mercosur. El presidente (Mauricio) Macri estuvo con el presidente (Michel) Temer hace poco tiempo y de eso salió una señal muy, muy positiva. La semana pasada, en la ronda de negociación en Buenos Aires, hemos visto una fuerte voluntad política de avanzar, de tener el acuerdo casi cerrado hasta antes del final del año. Es un calendario ambicioso pero veo que se lo sigue. Recién el día que firmemos podremos decir si hemos logrado la meta, pero la señal política es fuerte, el calendario está en marcha. No tengo ningún motivo para no ser optimista. Hace más o menos 20 años que estamos negociando. Conocemos las posiciones el uno del otro, sabemos dónde están las dificultades, los negociadores de ambas partes son profesionales, saben cómo avanzar. Después habrá que hacer unos arbitrajes políticos para ver dónde se pone el cursor, pero la voluntad está. El elemento clave es querer tener un acuerdo, una vez que esta voluntad existe, las cosas están bien encarriladas.

— ¿En qué consistiría el acuerdo?

— Es un acuerdo político, de cooperación y un acuerdo comercial. El acuerdo político es plasmar en un tratado nuestros valores comunes y qué queremos hacer juntos para defenderlos: derechos humanos, protección de desarrollo sustentable, etcétera. No es muy difícil ya que estamos de acuerdo en casi todo. La otra parte es un acuerdo comercial, de libre comercio, por el que vamos a bajar los derechos de aduana y también muchas disposiciones sobre cómo resolver dificultades, si una empresa no logra lo que quiere lograr cómo se solucionan los problemas.

La Unión Europea y la Argentina han abierto completamente sus agendas

— Instancias de arbitraje.

— Por ejemplo. La Unión Europea representa un 20 por ciento más o menos del comercio del Mercosur, es decir que ya existe el comercio. Ahora, estamos poniendo esto en un tratado, para buscar condiciones  preferenciales para ambas partes.

— La relación con Argentina, que estaba en un mínimo, ¿se ha ampliado?

— La Unión Europea y la Argentina han abierto completamente sus agendas. Estamos ofreciendo y buscando cooperación en casi todas las áreas, seguridad, lucha contra el tráfico de drogas, criminalidad social, lavado, etcétera. En unos días vamos a firmar un segundo proyecto sobre energía para ayudar a la Argentina a incrementar la eficiencia energética, para tener menos apagones, idealmente no tenerlos, y Argentina podría exportar uno de sus recursos importantes. Estamos desarrollando proyectos en ciencia e investigación ya que la ciencia argentina es muy eficiente y coopera mucho en las actividades europeas. Para ayudar al federalismo argentino, vamos a compartir con Argentina nuestra experiencia de los fondos regionales que tuvieron un papel muy importante en el desarrollo de la solidaridad en Europa entre regiones más ricas y más pobres. Hay muchísimos temas de cooperación y esta agenda está todavía abierta.  

En términos de compartir valores, desde Europa, ¿a dónde miramos? Inmediatamente a América Latina. Y especialmente en dirección de Argentina

— ¿Siente que en Argentina interesa lo que pasa en Europa? ¿O se mira más hacia Estados Unidos?

— Me parece clarísimo que hay un muy alto interés en Argentina por lo que pasa en Europa. Y también en Estados unidos. De hecho, los europeos miran mucho lo que pasa en América Latina y en Estados Unidos, no son temas opuestos. Hay fuerte interés de Argentina no sólo porque muchos argentinos tienen raíces europeas, somos un actor comercial pero también de valores importantes, muchos europeos viven aquí, muchos argentinos viven en Europa. Claramente somos dos regiones muy, muy cercanas. Cuando desde Europa miramos hacia el mundo pensando con quien compartimos los valores, ¿a dónde miramos? Inmediatamente a América Latina. Y dentro de América Latina especialmente en dirección de la Argentina o de los países del Cono Sur, con los que realmente hay una conexión muy fuerte. Ahora bien, interés de los argentinos por los detalles de la construcción institucional de la Unión Europea no hay. Entiendo perfectamente que no sea tan interesante, es una mecánica de gobierno. Tampoco interesa mucho a los europeos. Es normal. El desafío es tener tal eficiencia en la administración que la gente no se preocupe del gobierno.

— El Papa dijo que el único premio que iba a aceptar era el Premio Carlomagno, que la contribución a la unidad de Europa. ¿Cómo interpreta ese gesto?

— Aunque no me atrevería a interpretar al Papa, imagino que lo hizo reconociendo el aporte de la Unión Europea a la paz y al multilateralismo abierto.

— Tal vez también quiso respaldar a Europa en un momento en el que está jaqueada por muchos problemas, entre otros, el de los refugiados. ¿Está encaminado ese tema? 

— Europa siempre ha recibido migrantes refugiados, siempre. Somos todos resultados de migraciones, como Argentina también lo es. Ahora, la Unión Europea recibió, el año pasado, entre 1.300.000 y 1.500.000 de inmigrantes. Como si Argentina recibiese 150 mil refugiados en un año. Ahora, hay sociedades que aceptaron esto sin dificultad, la gran mayoría; pero otras se encontraron un poco sacudidas, particularmente las que no están muy acostumbradas al extranjero. Es importante entender el desafío que representa ver llegar a tanta gente a países que a veces tienen problemas sociales, como el desempleo. Hubo reacciones xenófobas, ofertas políticas populistas que se nutren de eso, pero yo noto que siguen siendo globalmente minoritarias. Los refugiados tienen derecho a quedarse hasta que se solucione la causa de su salida del país, básicamente, las guerras alrededor de Europa, pero también es entendible que sociedades con 20, 25 por ciento de desempleo tengan preguntas sobre la migración económica. Pero eso se debe tratar de manera democrática dentro del estado de derecho y sin la demagogia que hemos visto en algunos casos. A nivel europeo se pusieron en marcha los mecanismos necesarios, se gastaron unos 10 mil millones de euros. Sigue siendo un desafío: cualquier tragedia en el medio del Mediterráneo es una tragedia para todos los europeos, pero si vemos el número de personas que fueron salvadas también hay un trabajo extraordinario de voluntarios, de guardacostas. El tema es complejo, la respuesta política ahora existe, tomó un tiempito ponerla en marcha, pero ahora existe. 

Estamos hablando de gente que sale de un momento de odio, de abominación absoluta, y tuvieron el coraje, la visión, de darse la mano y proyectar un mundo muy ambicioso

— Volviendo al Tratado de Roma, qué cosa le parece más importante rescatar de ese momento y de los líderes que lo motorizaron,  Adenauer, Monnet, Schuman, etcétera.

— La visión, el coraje. Estamos hablando de gente que sale de un momento de odio, un momento en el que Europa generó la abominación absoluta, y tuvieron el coraje, la visión, de darse la mano y de ver cómo podían proyectar un mundo muy ambicioso, a treinta, cuarenta años, y lo hicieron. Si se mira los preámbulos de los tratados europeos, está la visión política, la famosa fórmula: "No asociamos países, asociamos gente".  Y es lo que pasó. Estamos festejando el Tratado de Roma pero también Erasmus,  son becas que nos permitieron a millones ir a estudiar nueve meses, un año, a otros países europeos. Como se hacía en el Renacimiento, cuando se iba a estudiar a varias Universidades europeas. Hemos reencontrado esto. Es un enorme éxito. Eso es muy fuerte, no asociar países, asociar gente. Y lo lograron. Ahora el desafío es seguir, avanzar más, hacer que esta Europa sea más eficiente, que siga cuidando lo suyo y también a sus aliados y a la gente alrededor.

— Ojalá.

— Ojalá, para eso estamos. Mucha gente es muy exigente con Europa, me parece muy bien, pero si se pidiera a cualquier otro país del mundo lo que se le pide a Europa, veríamos las cosas diferentes. 

— Quizás sea un reconocimiento a que son como hermanos mayores. No sé si de todo el mundo, pero de América Latina, seguro que sí…

— Bueno, no sé si comparto eso de "mayor" porque es un poco paternalista, pero hermanos sin duda. Es la verdad, siempre se exige de Europa cosas que nunca se exigen de otros.

— Es verdad.

— Y está bien, porque la vara tiene que estar muy alta. Si tenemos esos ideales, esta visión, estos principios, es normal. Tenemos que hacer más para lograrlo. Pero no se debe olvidar que no se pide tanto a otros.

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