Crédito electoral: preparan millonarias líneas para reanimar el Conurbano

Junto con los hipotecarios a 30 años, los bancos públicos ofrecerán préstamos personales y a PYMES a tasas blandas. Apuntarán al sector más castigado por la recesión y donde peor mide Macri

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El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, junto a su par de Finanzas, Luis Caputo
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, junto a su par de Finanzas, Luis Caputo

Si la reactivación no le llega a la gente, entonces hay que apurar para que eso suceda. El calendario electoral ya entró en su cuenta regresiva y el Gobierno se dio cuenta que el tiempo no le juega a favor. Es necesario –en la visión oficial- darle anabólicos a la actividad económica, inflarla rápido cueste lo que cueste. Y la fórmula elegida para conseguirlo es a través del crédito, con la banca pública como punta de lanza.

El plan que se puso en marcha con los nuevos créditos hipotecarios a 30 años tendrá nuevos condimentos. Por un lado será complementado con un plan de 100.000 viviendas sociales que ya se discute con la Cámara Argentina de la Construcción. Pero además habrá préstamos personales y para PYMES con condiciones muy favorables en plazos y tasas. Lo más notorio es que se apuntará a la franja más castigado por la suba de tarifas, el cierre de empresas y la caída del salario: el Conurbano bonaerense. En el populoso segundo y tercer cordón es además donde más ha caído el presidente Mauricio Macri en las encuestas y gana la ex presidenta Cristina Kirchner. Todo el mundo –afuera y adentro de la Argentina- ya está advertido que más allá del resultado general de las legislativas, lo más importante se juega en la provincia de Buenos Aires. Es el único resultado que además miran de cerca los inversores.

Hacia allí apuntarán todos los cañones en los próximos meses. El concepto detrás de esta ayuda a través del crédito será el de inclusión financiera: permitir que vastos sectores de la sociedad que hoy se siguen financiando a tasas usurarias en cuevas y cooperativas puedan tener acceso al sistema bancario. "No puede ser que el Gobierno se financie en pesos a 13% anual a diez años y que las PYME paguen tasas del 6 ó 7% mensual", pasó a ser el leit motiv de cada presentación que realiza el ministro de Finanzas, Luis "Toto" Caputo, encargado además de articular los créditos de los bancos públicos. Empezaron con las 50 cuotas con tarjeta, ahora es el turno de la línea hipotecaria y en breve llegarán las "líneas Conurbano".

Se apunta a reanimar al segmento más castigado por la suba de tarifas, el cierre de empresas y la caída del salario.

El crédito se derrumbó el año pasado, con una caída real de 15 puntos. Es decir que el otorgamiento de préstamos se ubicó bien por debajo de la inflación. Este año todo indica que la ecuación se dará vuelta. Esto permitiría un complemento para que mejore el poder de compra en los próximos meses. Acuerdos salariales como el alcanzado por Comercio, con ajustes del 20% más una cláusula gatillo, dejan en claro que no será fácil ganarle a la inflación en una economía que recién está tratando de salir de la recesión.

El problema con los préstamos para la vivienda es que su desembolso es lento y por lo tanto demora mucho en tener efecto. Todo lo contrario a lo que precisa el gobierno en los meses previos a las elecciones. Tanto el Procrear como las líneas tradicionales requieren de un proceso relativamente largo de aprobación. Para acceder al subsidio estatal, por ejemplo, hubo más de 2,5 millones de consultas y sólo se otorgarán 60.000 a lo largo de 2017. El riesgo es que por cada familia que acceda a una línea para la compra de vivienda queden diez desalentadas.

El Banco Nación es la principal punta de lanza del proyecto. Tiene 200.000 millones líquidos, prestados a corto plazo al Estado.

Éste problema es mucho menor en el caso de un crédito personal, que se otorgan más rápido y por montos más bajos. El plan de 50 cuotas para los clientes de Nación, Provincia y Ciudad tenía una tasa de 19% y un costo financiero del 25,5%. Pero habría un margen considerable para una disminución adicional.

El Banco Nación será la punta de lanza del plan. Está literalmente sentado sobre una montaña de plata que su presidente Javier González Fraga quiere poner en marcha cuanto antes. Siendo el principal banco del país capta el 20% de los depósitos y sólo presta el 13% del total del sistema. La idea es recuperar rápidamente participación de mercado. Entre Lebac y títulos públicos, la entidad tiene alrededor de 200.000 millones de pesos prestados al Estado. Pero la idea es desinvertir al menos una parte de estas tenencias para prestarle al sector privado. El foco estará puesto en los créditos par la vivienda, pero ya se está trabajando en las otras líneas.

"Me encantaría ser accionista de este banco, porque gana un montón de plata comprando Lebac al Banco Central. Pero el objetivo del Nación no debe ser maximizar ganancias sino llegar con más crédito a la gente y a los productores", le dijo González Fraga a Mauricio Macri para convencerlo sobre el nuevo rol que busca para la institución. En enero el economista radical había reemplazado a Carlos Melconian en enero.

Con el final del primer trimestre, además, reaparecieron las dudas sobre la famosa salida de la recesión. En realidad, las cifras de los dos primeros meses del año marcan una recaída. En febrero la actividad cayó 2,3% en términos interanuales y 0,7% en relación a enero, quebrando una mejora de cinco meses consecutivos. El impacto negativo del plan Precios Transparentes en el consumo y la delicada situación de la industria, es especial textil, fueron los principales detonantes del nuevo derrumbe.

Los grandes bancos y fondos de inversión en Wall Street tienen ahora todas sus miradas puestas en el segundo trimestre. Allí es cuando debería notarse con mucha más fuerza la reactivación, cosecha mediante. Pero antes el Gobierno tiene todavía un buen anuncio para dar a fines de la semana que viene. Se trata de la cifra final del blanqueo, que podría rondar los 120.000 millones de dólares, una cifra récord a nivel mundial. Muchos de los que entraron ya se están preguntando si hicieron bien. Los convenios de intercambio de información con Estados Unidos fueron hasta ahora más fuego de artificio que otra cosa y la gran inestabilidad política hacen que el dinero sincerado resulte más que apetecible ante la insaciable voracidad del Estado.

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