El prestigioso narrador, poeta y dramaturgo argentino cuenta el origen de su nueva novela, "Contrafrente" (Edhasa), pensada a lo largo de varias décadas.
Un padre y un hijo. Un linaje antiguo, que se remonta al Medioevo, cuando se enciende la fragua de intolerancia y violencia de las Cruzadas.
Me senté a escribir Contrafrente en 1991, pero empecé mucho antes. Primero pareció una historia relativamente breve, de cuarenta o cincuenta páginas. Luego fue pidiendo mayor extensión. A veces pienso que podría seguir escribiendo y reescribiendo mis textos indefinidamente. Siempre hay algo por decir, como si trabajáramos en un solo texto la vida entera, un texto que puede abarcar todos los géneros y las artes que practiquemos. Un texto (texto proviene de la misma raíz latina que tejido) en el que se podría rastrear el mismo ADN, desde la cabeza hasta los pies.
Contrafrente tiene elementos autobiográficos, pero no es una novela autobiográfica. He preferido orientar historias de diferentes orígenes hacia la relación metafórica entre padres e hijos, y no instalarme en una memoire. Aunque me pregunto también si una historia particular no podría leerse como una metáfora. Reflexionando sobre esto, elegí como epígrafe de la novela, una cita de D.J. Vogelman: "La Carta al Padre, de Kafka, sin cambios fundamentales, bien podría ser una carta de ficción atribuida a cualquiera de sus grandes personajes".
Como dije, escribí Contrafrente durante un largo tiempo. Sucedieron cosas en Argentina durante ese tiempo. Entre otras, la dictadura más terrible de nuestra historia y la guerra de las islas. De variadas maneras, la juventud molesta a los mayores, a las generaciones de mediana edad que detentan el poder y quieren imponer sus condiciones en la sociedad. La palabra nueva perturba a la vieja, que ha obtenido su lugar de privilegio y ya está establecida en la comunidad. Siempre el padre le pondrá el nombre al hijo, nunca el hijo podrá bautizar al padre. En los años ´70, los adultos silenciaron a los jóvenes encarcelándolos y asesinándolos. En el 82, enviándolos a Malvinas. Con dolorosa lucidez, el filósofo Michel Serres define a la guerra como un contrato firmado por los padres de dos o más naciones para aniquilar mutuamente a sus hijos.
Los conflictos de poder entre padres e hijos subyacen en gran parte de la mitología griega. Es significativo el gesto admonitorio que Ulises hace a Telémaco, cuando éste toma el arco que había dejado uno de los pretendientes, e intenta tensarlo. Robert Graves dice que este pasaje debe interpretarse como la advertencia del rey a quien desea sucederlo. Está indicándole que él aún no se encuentra dispuesto a dejar el trono.
Un texto es siempre una comida, un viaje, un amor, un lenguaje erótico. Sabemos más o menos hacia dónde nos dirigimos, pero vamos resolviendo en el trayecto la forma de ir. Nos movemos entre lo conocido y lo desconocido, intentamos desvestir el misterio con lentitud y placer.
Sobre estas y otras cuestiones está entramada, cosida y cocinada la novela Contrafrente: Un padre y un hijo, el terrorismo de estado, el miedo, el exilio, una guerra hacia la que fueron lanzados miles de jóvenes, un hijo que será padre. Condimentada con algunas hierbas que crecen en mi jardín, de las cuales no conozco el nombre y me reservo las proporciones.
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