"Terrenal", el clásico que cuenta cómo Caín sigue matando a Abel en un terrenito del conurbano

Escrita y dirigida por Mauricio Kartun, la obra celebrada por la crítica que es, a la vez, un éxito de público, transita su cuarta temporada en el Teatro del Pueblo

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En una de sus milongas, Borges contó bíblicamente la historia de dos hermanos cuchilleros que se enfrentan en las orillas de Buenos Aires. En Terrenal, Mauricio Kartun imagina cómo Caín sigue matando a Abel en un loteo del conurbano. El lugar es un Edén desamparado, en una época difusa que tal vez evoque la década del cuarenta o del cincuenta, y sus personajes se expresan en un lenguaje que apela por igual al Antiguo Testamento y a la gauchesca anarquista. Incluso el Dios atorrante que preside la farsa parafrasea a Shakespeare al descubrir que la existencia se reduce al ruido y la furia: "Tarimita de pasatiempo, la vida…"

Abel (Claudio Da Passano) y Caín (Claudio Martínez Bel)
Abel (Claudio Da Passano) y Caín (Claudio Martínez Bel)

Algunas claves de la obra pueden encontrarse en el programa de mano, comenzando por el subtítulo: Pequeño misterio ácrata. La palabra "misterio" indica la tradición de los misterios medievales, esas historias bíblicas que se llevaban a escena con fines edificantes. Más conocido es el avatar barroco de esta idea en los autos sacramentales que cultivaron Calderón de la Barca y Sor Juana Inés de la Cruz. Cuando el poeta inglés Lord Byron ideó un drama sobre la historia de Caín y Abel, añadió algunos personajes –entre ellos, los padres de los hermanos: los muy célebres Adán y Eva–, pero también lo subtituló, precisamente, Un misterio.

Abel (Claudio Da Passano)
Abel (Claudio Da Passano)

La obra de Kartun, sin embargo, nos propone un misterio anarquista, según una teología nacional y popular nacida de la alta cultura de izquierda. Terrenal es un auto sacramental al servicio de una pedagogía libertaria y comandado por Tatita, un Dios zurdo que, por extraño que pueda resultar, comparte más de un rasgo con el humor de Horacio Guarany. Kartun imagina a Caín bajo la figura de un productor morronero –el primer capitalista despiadado en la historia del mundo– y a Abel, su víctima, como un ser ajeno a todo cálculo, un humanista indolente que vende carnada viva a la orilla del camino que va al Tigris. Caín tiene el monopolio de la posesión y la queja; Abel se arroga el disfrute de la vida y el derecho a la protesta. Así las cosas, es inevitable interpretar esta obra como una alegoría involuntaria de la historia política argentina de la última década.

Abel (Claudio Da Passano), Tatita (Rafael Bruza) y Caín (Claudio Martínez Bel)
Abel (Claudio Da Passano), Tatita (Rafael Bruza) y Caín (Claudio Martínez Bel)

El teatro del mundo que exaltó Calderón es rebajado a un varieté campero, como si Kartun recordara que el origen de la dramaturgia argentina se retrotrae a la adaptación circense que los hermanos Podestá hicieron del Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez. Si Salomé de chacra acriollaba a la vez el Nuevo Testamento y la tragedia del esteta Oscar Wilde, Terrenal reinventa la Biblia de la mano de Flavio Josefo, segunda clave que nos provee el programa de mano. En sus Antigüedades judíaseste historiador judeorromano escribe –en griego– la historia del sedentario Caín y del nómade Abel, no sin retratar a Caín como un civilizador avieso que acrecienta su patrimonio a través de la rapiña y la violencia, pero que también limita por primera vez las tierras, funda y fortifica la ciudad de Enoch, e inventa los patrones de medida. Quien desee explorar las versiones alternativas del fratricidio que trajo la muerte al mundo, y cuya historia se apretuja en unos pocos versículos del Génesis, puede consultar con provecho Los mitos hebreos (1964), un estudio que Robert Graves escribió junto al antropólogo Raphael Patai.

Tatita (Rafael Bruza) y Caín (Claudio Martínez Bel)
Tatita (Rafael Bruza) y Caín (Claudio Martínez Bel)

El pensamiento anarquista simplifica la textura del mundo al reducirlo a una lucha entre opresores y oprimidos, y está obsesionado con la génesis de la propiedad privada y con la presunta violencia que habría dado origen al Estado. Aunque en ocasiones se deslice por un registro altisonante, la dramaturgia ácrata de Kartun es casi siempre lo suficientemente dialéctica como para garantizarle el éxito en escena y enriquecer toda ulterior discusión ideológica. Para no mencionar las descollantes actuaciones de este terceto bíblico en una obra a la vez trágica y conmovedora donde un antagonismo irreconciliable se cuenta a través de una dialéctica de payasos: una vez más el clown y el tony, entre truenos de utilería y parlantes de peña.

*Terrenal, de Mauricio Kartun, puede verse en el Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943 (CABA). Domingo y jueves a las 20, y viernes y sábado a las 21. Teléfono: 4326-3606. Web: http://www.teatrodelpueblo.org.ar

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