Usar juguetes para adultos con tecnología es tendencia, pero hay alerta por el medio ambiente

La industria de los juguetes para adultos está experimentando un crecimiento sin precedentes en la actualidad.

Se proyecta que el mercado mundial de juguetes para adultos crezca hasta unos 13 mil millones de dólares entre 2019 y 2026, con una expectativa de llegar a un valor de mercado de 20 mil millones de dólares para 2030.

Este auge se debe, en parte, a la creciente aceptación y normalización de estos productos en la sociedad, así como a su constante innovación tecnológica.

Actualmente, destacan aquellos que pueden ser manejados a través de aplicaciones móviles, lo cual representa un avance en términos de interactividad y personalización del placer.

La variedad de estos innovadores juguetes es amplia, e incluye desde vibradores y masajeadores hasta juguetes anales y otros diseñados para ser disfrutados tanto individualmente como en pareja.

Las aplicaciones móviles asociadas a estos juguetes ofrecen una serie de características avanzadas. Entre estas se incluye la posibilidad de crear patrones de vibración personalizados, sincronizar el dispositivo con música o con contenido erótico interactivo, y facilitar una comunicación más íntima y directa entre parejas, incluso a distancia.

Un ejemplo de un juguete sexual controlado por aplicación móvil es el We-Vibe Chorus. Este moderno vibrador está diseñado para ser utilizado en pareja, como para ofrecer placer individual.

Lo innovador de este dispositivo es su capacidad para conectarse a una aplicación móvil, que permite controlar las intensidades y patrones de vibración desde cualquier parte del mundo.

La aplicación también permite a los usuarios a crear secuencias de vibración personalizadas, adaptando así la experiencia a sus preferencias y deseos específicos.

Una de las características más apreciadas es la posibilidad de sincronizar las vibraciones con la música o los sonidos ambientales, proporcionando una experiencia única y profundamente personalizada.

No todo lo relacionado con juguetes para adultos se puede traducir en placer y diversión, pues hay un panorama ambiental que los fabricantes y usuarios de estos dispositivos deben considerar.

Los juguetes de este tipo, tradicionalmente fabricados con diversos tipos de plásticos y siliconas para garantizar su flexibilidad, durabilidad y seguridad al contacto con la piel, pueden contribuir al creciente volumen de desechos plásticos si no se gestionan adecuadamente al final de su vida útil. La dificultad para reciclar este tipo de productos, debido a la complejidad de sus materiales y a consideraciones de higiene, agrava el problema.

Sin embargo, la industria está evolucionando hacia prácticas más sostenibles. Algunas marcas están apostando por utilizar materiales biodegradables o reciclables, reduciendo así su huella de plástico.

Desde el uso de plástico reciclado de los océanos para la fabricación de vibradores, hasta la implementación de lubricantes veganos y la promoción de juguetes 100% reciclables y baterías recargables, la industria comienza a tomar conciencia de la importancia de la sostenibilidad.

Por otro lado, los usuarios se están concientizando respecto al uso de plásticos. Esta preocupación se refleja en una encuesta realizada por Gleeden, donde el 75% de las usuarias admitió estar preocupadas por la crisis climática y cuestionarse sobre los materiales utilizados en los juguetes y su impacto en el entorno.

El auge del mercado presenta una invaluable oportunidad para promover un diálogo franco sobre su impacto medioambiental y motivar una transición hacia alternativas más sostenibles.

A medida que la industria experimenta un crecimiento sin precedentes, se abre un espacio para la reflexión sobre cómo estos productos, tradicionalmente dependientes de materiales plásticos y no biodegradables, pueden adaptarse a prácticas ecológicas.

Este momento de expansión debería aprovecharse para educar tanto a consumidores como a fabricantes sobre la importancia de reducir la huella de carbono, explorando el uso de materiales reciclables o biodegradables y estrategias de producción más verdes.