Cómo Abel Pintos encuentra inspiración en sus inseguridades y por qué Cazzu tiene miedo de quedarse sin dinero

En el cuarto episodio de Pogo o Nada, los cantantes encontraron al folklore como punto en común y también conversaron de su relación con los haters y los fans, de las canciones que los marcaron a fuego y de lo que implica liderar sus proyectos artísticos

Guardar

Nuevo

Pogo o Nada | Episodio 4 | Abel Pintos & Cazzu

De una manera u otra, el folklore los une. Cuando Cazzu era muy chiquita, vio cantar en vivo a Abel Pintos, quien tenía apenas un par de años más que ella. Y desde ese momento, una canción del nacido en Bahía Blanca caló hondo en el corazón de la jujeña, que a medida en que fue creciendo y decidió abrazar la música pasó por el rock, por la cumbia y hoy brilla desde el trap.

En esta nueva entrega de Pogo o Nada, Cazzu y Abel se reencontraron para conversar acerca de cómo la música les cambió la vida, de cómo sus inseguridades se convirtieron en inspiración, qué importancia le dan al dinero a la hora de pensar en sus carreras y cómo se llevan con los haters y los fans.

Abel Pintos y Cazzu, fundidos en un abrazo al reencontrarse en Pogo o Nada (Fotos: Franco Fafasuli)
Abel Pintos y Cazzu, fundidos en un abrazo al reencontrarse en Pogo o Nada (Fotos: Franco Fafasuli)

AP: —¿Cómo estás? ¿Bien o qué?

C: —Bien, bien, bien.

AP: —¿Cuándo llegaste?

C: —Yo llegué hace unos días nomás. Vengo de trotar el mundo. Siento que tengo sueño desde hace muchos días (risas), mucho sueño. Y que se me nota. Pero me disperso más cuando tengo sueño. Pero prometo no dispersarme hoy. ¿Vos?

AP: —Al contrario, yo vengo durmiendo súper bien. Un poco por la rutina. Como estoy tocando tan seguidito, estoy dentro de esa rutina que me armo de dormir mucho, que es lo más importante para mí.

C: —¿Te gusta la rutina?

AP: —Sí. Bueno, me sienta bien la rutina cuando estoy haciendo conciertos. Después, en general, me cuesta bastante más. Tengo buena voluntad, lo cual ayuda. En realidad, no me cuesta entrar sino que quiero salir muy rápidamente de algo que es rutinario.

C: —Claro, claro. Pero cuando estás haciendo lo que te gusta hacer, lo demás que sostiene, digamos, está bien.

AP: —Sí, porque cuando yo empecé, me machacaron mucho la parte del trabajo más formal, del cuidado, de la vocalización, del descanso… Y yo de chico -en general, siempre- era muy aplicado. Entonces, eso me quedó muy grabado y como que se me santificó. Es como intocable para mí esa parte.

C: —Claro, te sentís muy cómodo ahí. Lo mío es todo lo contrario... O sea, canto desde muy chiquitita... Bueno, “canto”... Y siempre a lo loco, ¿viste? Como salga, digamos.

AP: —Sí, cantas. Entonces, ¿por qué decís: “bueno, canto”?

C: —Bueno, ¡pero vos sos Abel Pintos, boludo!

AP: —(risas) ¡Qué tiene que ver! Señora, por favor, qué dice.

C: Estos son los momentos donde yo me siento menos cantante y más rapera, ¿entendés?

AP: —En absoluto.

Abel Pintos riéndose de una ocurrencia de Cazzu
Abel Pintos riéndose de una ocurrencia de Cazzu

C: —Bueno, yo no tenía conciencia de nada. Me sorprendió, de hecho, haber pasado tanto tiempo sin lastimarme, sin hacerme ningún daño vocal, sin haber hecho algo demasiado mal para el tiempo que estuve cantando en escenarios con mal sonido. Yo estuve mucho tiempo en la cumbia y después con el furor del trap, siempre estuve muy al borde. Por mi cuenta me cuidé mucho la audición: ando con tapones para todos lados porque tengo miedo de quedarme sorda.

AP: —Ah, mirá...

C: —Porque estamos en muchos lugares donde la gente es súper inconsciente del volumen. Entonces, entro a un lugar y de repente no lo soporto. Y yo a bailar voy con tapones. La gente se me acerca a veces y me dice: “¿Qué tenés ahí adentro?”.

AP: —A lo mejor terminás, sin querer, creando toda una tendencia. Un montón de gente va a tomar conciencia del cuidado de la audición. Qué bueno. Te pregunto esto: ¿Vos recordás algún pasaje de tu vida ligado a mi música?

C: —Sí, recuerdo con muchísima claridad tu aparición en mi vida musical. Yo tengo mucha memoria auditiva, no me acuerdo de nada, solo me acuerdo de melodías y canciones. Y letras, un montón. Después me olvido los cumpleaños de la gente, todo. Pero yo soy del norte, mucho folclore todo el tiempo. Entonces, me acuerdo de “Ojos de cielo”, era la canción…

AP: —¿Con eso llegué a tu entorno musical? ¡Qué fuerte!

C: Yo era chiquita. Mi hermana cantaba folclore, toda mi familia estaba llena de folclore. Y fuimos a muchas peñas en la vida, en mi infancia tengo mucha peña... y también recuerdos de estar dormida envuelta en un poncho por ahí. Y me acuerdo haberte visto una vez, vos eras chico.

AP: —¿En vivo?

C: —En vivo. O sea, habrá sido en Tucumán, en Salta o en Jujuy... Sé que fue en algún lugar del norte.

AP: —Pero por ese tiempo, por el de “Ojos de cielo”, habrá sido 99, 2000...

C: —Claro, sí, yo era niña. Y tengo un recuerdo muy vago, ¿viste cuando vos no sabés bien si lo construiste o qué, de vos cantando con tus rulitos? (risas). Yo creo que realmente pasó eso.

AP: —Qué curioso. Hace unos días antes de un concierto estábamos hablando con uno de mis compañeros, justamente, de lo indómito, de lo que pasa en un recital. Porque uno tiene la idea de que es consciente de lo que está pasando, pero en realidad es consciente del efecto más superficial de lo que está sucediendo, ¿no? Porque uno nunca se plantea que te va a escuchar alguien que muchos años después lo va a recordar, ¿entendés? Entonces, a mí lo que me está pasando con esto que vos me estás contando, es muy loco. Es emocionante, porque yo teniendo 15 años, qué iba a pensar que una niñita iba a estar escuchándome y lo iba a estar registrando. Porque cuando tocás en festivales, o en cualquier lugar, no sabés hasta dónde el público está registrándote o guardándote en su memoria.

C: —Y la memoria en qué momento de la vida está, a qué se abraza, porque yo creo que el contexto donde una melodía o un artista te encuentra a mí me sorprende... Yo era muy chiquita y ese recuerdo me lleva a un lugar muy a salvo de mi vida que es mi familia, mi mamá, mi papá, mi hermana cantando, algo muy familiar, un contexto que yo muchas veces extraño mucho.

Cuando tenía 9 años, Cazzu vio un show de Abel Pintos en el norte argentino
Cuando tenía 9 años, Cazzu vio un show de Abel Pintos en el norte argentino

AP: —Al final del cuento creo que uno de los puntos sensibles o difíciles de discernir es que lo que uno le da a los demás desde lo que creó, es muy de uno. Pero en el momento en el que llega a los demás…

C: —Ya no es más de uno.

AP: —Correcto. Ya no es solo de uno. Entonces…

C: —Cuando lo compartís ya no es solo tuyo, es de vos para la gente. Yo siempre digo: mi música es mía hasta antes que sale, después es “nuestra”.

AP: —Exactamente. Detener ese flujo de energía que tiene que ver con las emociones, con lo que cada canción significó, con lo que llevaste puesto durante esa etapa, con cómo te peinaste, con el tatuaje nuevo que te hiciste, con las palabras que dejaste de usar en las canciones y las nuevas que incorporaste, con quién hiciste un feat, con quién no... Todo afecta a los demás de la misma forma en que uno se vio afectado por un montón de cosas y por eso hizo todo eso otro.

C: —Sí, nosotros somos consecuencia de lo que nos hicieron sentir las canciones con las que nos formamos. Y creo que lo más importante para mí es como pensar que vos estás acá ahora haciendo un montón de conciertos y con muchas ganas de cantar, muchas ganas de estar con la gente dando lo que sabés hacer después de tantos años, y eso para mí es re importante. Porque a uno le toca ver mucha gente que está todo el tiempo cansada, agotada, y veces uno se termina preguntando: “¿Qué hago?”, ¿entendés? Entonces encuentro cierto descanso en la forma en que vos tratás a la música, siento que sos muy amoroso con la música y con esta carrera.

AP: —Vos sos amorosa con lo que decís. Es otra cosa curiosa la que sucede porque, en realidad, eso de lo que estás hablando también trabaja adentro mío y en distintos momentos. Y sobre todo en los últimos seis años estuve conversando más conmigo mismo respecto de “Bueno, ya pasaron X cantidad de años, ya viví X cantidad de cosas....”. Porque a veces, también, uno carga durante muchos años con determinados sueños y llega un momento en el que no estás tan lejos de cumplirlos pero te empezás a preguntar si todavía ese sueño te corresponde a vos o al que eras hace X cantidad de años, ¿no? Esa revisión es constante.

"Me cuesta hablar del trap como un género. Me parece que tiene que ver con que yo, desde afuera, lo recibo como una movida cultural, una movida filosófica, de forma de ver el mundo y la vida y a sí mismos", le dijo Abel Pintos a Cazzu
"Me cuesta hablar del trap como un género. Me parece que tiene que ver con que yo, desde afuera, lo recibo como una movida cultural, una movida filosófica, de forma de ver el mundo y la vida y a sí mismos", le dijo Abel Pintos a Cazzu

C: —Esta es una pregunta súper importante, creo. Yo quiero saber cómo me conociste. ¿Qué estabas haciendo cuando te topaste conmigo? ¿En dónde estabas chusmeando?

AP: Yo te escuché con atención durante la cuarentena, en los Premios Gardel. Era un momento de absoluta atención, uno estaba realmente muy abierto a todo, ¿no? Porque también estaba con la necesidad de conectarse con otras cosas en el mundo que no fueran las que estaban a dos metros. Y así fue que te escuché por primera vez con atención. Cuando fui a buscar lo que vos hacías, de inmediato empecé a darme cuenta de que en realidad eras parte de una música que me estaba rodeando... Me cuesta hablar del trap como un género. Me parece que tiene que ver con que yo, desde afuera, lo recibo como una movida cultural, una movida filosófica, una forma de ver el mundo y la vida. Me parece que es la expresión de un montón de gente y no una cuestión generacional, solamente. Porque no lo veo como de personas de tal edad a tal edad. Es la forma de expresar un montón de lecturas del mundo, del tiempo y de la vida. Se me hizo muy confuso al principio, ¿sabés? Al principio yo no entendía si realmente había una cuestión estética, si era una cuestión musical, si era una cuestión de mensaje. Todo estaba desconectado para mí, entonces yo no sabía por qué parte abrazarlo.

C: —Yo siempre digo que el trap es un movimiento cuando lo habla la gente que no siente el trap. Cuando uno empieza a conocer ciertas cosas, comienza a ponerle títulos a esas cosas porque es nuestra necesidad de comunicarnos. Obviamente que mientras más nuevos sean los movimientos, es más difícil darles una forma o un contexto, una explicación. Y del trap habló mucha gente que no tuvo que ver con nosotros. Entonces después los padres, para determinar lo que escuchaban los hijos, hacían como una especie de contexto y decían “trap”. Y por ahí musicalmente estábamos hablando de hip hop, estábamos hablando de reggaetón, estábamos hablando de pop, ¿entendés? Que de repente era “trap” el movimiento. Yo he escuchado muchas veces que me han dicho que Billie Eilish es una artista del trap. Y yo decía: “No, no tiene nada que ver con el trap”. Entonces ahí entendí que en vez de luchar con esa idea, estaba bien aceptar que la gente le haya dado como el contexto. Pero el trap es un género, tiene sus reglas auditivas. Tiene un discurso. Y aparte, como tiene que ver mucho con el hip hop, viene con una carga grande de responsabilidad sobre lo que decís en que sea cierto, ¿entendés?

AP: —Claro.

C: —Son esas discusiones que tenemos nosotros entre fundamentalistas, entre raperos, traperos y reggaetoneros. Es chistoso. Pero pasa. Es muy loco que mi carrera en este género -pongámosle “este género”, le dicen urbano creo que para no decirle callejero- es más corta que la carrera que tengo con la música en vivo, tocada, con la música con los instrumentos. Porque yo vengo de una historia con mucho folclore en la familia y mucha cumbia, que elegí yo en la vida: a los 15, 16, empecé a cantar en bandas de cumbia y para mí fue toda una locura tener que adaptarme a cantar con una pista, ponele. Fue algo nuevo. Era sentir que tenía que hacer como un karaoke.

AP: —¿Cómo veías al comienzo de tu carrera la parte del negocio de lo que estabas haciendo o de lo que podías producir y cómo lo ves ahora?

C: —Lo que pasa es que yo siempre necesité la plata. O sea, nunca la tuve. No para el arte. Siempre tuve una vida buena, pero para hacer lo que yo quería hacer, necesitaba. Y también fui de consumir este género, que habla mucho de lo material. Se habla mucho desde un lugar muchísimo más de... lo que no tengo, lo proyecto como gigante. Como jóvenes y millonarios, ¿entendés?

AP: —Sí.

C: Hablar del dinero y de lo que a mí me interesa y que esto es así, está muy ligado a mi bandera, a mi discurso, mi feminismo y cómo a través de lo económico, de lo material, hemos podido desarmar muchísimos lugares donde ya no queremos estar. Yo creo que el tema “dinero” es un tema muy desde el empoderamiento también. Y sí, soy muy fantasiosa con mi arte y con lo que hago, que necesito dinero para cumplir, para mis videos, o para hacer mi música como la quiero hacer, para ese detalle.

AP: —Claro, eso te iba a decir. Si bien hay un apoyo grande de las multinacionales y tal, hay artistas dentro de multinacionales y tal, hay una fuerza independiente muy grande o mucho más grande que en otros géneros. Lo cual tiene doble lectura, ¿no? Porque por un lado hoy, siendo independiente y los números que manejan ustedes en su género, que son una locura… Esto de hablar de millones de reproducciones a mí me deja temblando porque a veces me dicen: “Sí, pero tal video tiene millones de reproducciones”. Y yo en mi cabeza trato de identificar…

C: —Ubicarlo en la realidad.

AP: —Claro, millones. ¡Millones! Cuando en la época que a mí me agarró, de la venta de discos, hablar de millones... Había cinco artistas en el mundo que hablaban de millones de discos.

C: Michael Jackson, Queen…

AP: —Claro. Y Pink Floyd y Metallica, no sé. Hoy la palabra millón es como que lo lleva todo muy a las nubes también. Lo cual me lleva a la parte del negocio e imagino el cuidado extremo que habrá que tener, porque vos sos independiente generando en millones de reproducciones, pero al mismo tiempo sos vos la que produce lo que después genera. O sea, no hay tanto intermediario. Y al no haber tanto intermediario, el público también no sé si alcanza a ver el nivel de responsabilidad de cada decisión a tomar, ¿no?

"Hablar del dinero y de lo que a mí me interesa y que esto es así, está muy ligado a mi bandera, a mi discurso, mi feminismo y cómo a través de lo económico, de lo material, hemos podido desarmar muchísimos lugares donde ya no queremos estar", dice Cazzu
"Hablar del dinero y de lo que a mí me interesa y que esto es así, está muy ligado a mi bandera, a mi discurso, mi feminismo y cómo a través de lo económico, de lo material, hemos podido desarmar muchísimos lugares donde ya no queremos estar", dice Cazzu

C: —A mí por ejemplo me pueden comparar con artistas del momento que tienen estructuras que yo no puedo. Yo tengo a dos personas trabajando conmigo ahora. Es mi estructura. Son ellos. Están los chicos de la compañía que son un poco más, pero ya está. Es tan raro el momento musical, ahora, es tan desigual, y que a veces se ve, se lo recibe como si fuese todo lo mismo. Es muy desigual. Yo sé cuánto me sale un video, una mezcla, un master. Me encantaría olvidarme de la plata, porque viviría una vida mucho más relajada y feliz. Pero del saber no se vuelve.

AP: —No estoy tan seguro. Me parece que en un punto lo resistimos porque a mí me pasa bastante lo mismo. Yo hace 22 años que trabajo con la misma multinacional y sin embargo cada proyecto que hago con la multinacional, hablo primero de la canción y de lo que significa la canción para mí. Estoy en todas las reuniones, también, incluso las presupuestarias. Pero porque justamente mi primer casette lo fui a hacer yo, yo me saqué la foto, yo lo hice. La música de uno no es solo la música, lo que suena, también es todo lo que uno construye alrededor de eso. Y yo percibo en vos, o puedo intuir de alguna forma, que sos una persona con una búsqueda más artesanal de lo que hace.

C: —Sí, hay muchísimo trabajo artesanal. Y lo que yo quería preguntarte es esto que vos me decís: ¿Cómo conseguiste llegar a ese casette y a partir de eso cómo conseguís económicamente y cómo eso llega a ser un colchón? Porque desde este lado se ve muy sólido.

AP: —A ver, es una pregunta curiosa porque nunca tuve un apuro económico, nunca me apuró la economía. O sea, mi relación con el dinero siempre…

C: —Fue cómoda.

AP: —Fue la que tuvo que ser en el momento en el que tuvo que ser. O sea, cuando no tuve dinero para hacer lo que deseaba hacer, buscaba otra forma que no sea con el dinero. Cuando tengo el dinero para hacer lo que quiero hacer, utilizo el dinero para hacer lo que quiero hacer. Punto. No me lleva ni para un lado ni para el otro. Ni de sufrirlo si no lo tengo para poder realizar; ni de tampoco creo que se trate de una tranquilidad ni mucho menos, porque al final la inquietud siempre está. Ahora, siempre fui de invertir mucho. Invierto mucho. Yo no me convertí en un hombre del negocio de la música hace tantos años. No hace tantos años tengo idea cabal de cuál es la manera de poder potenciar lo máximo posible un evento como negocio separado del evento cultural. Tengo claro que lo artístico no tiene precio. Ahora, salvado el precio de ese evento cultural y esa propuesta artística, de qué manera vamos a hacer que sea lo más sustentable o negocio para el crecimiento de todos y de todo, incluyéndome. Porque aquel que diga: “A mí no me interesa”... bueno, me cuesta creerlo. Porque es nuestro trabajo, además de nuestra forma de vida y de nuestra expresión y todo. A nuestra expresión emocional a través de una herramienta como la música, la hemos convertido en toda nuestra vida: en la que paga las cuentas, en la que compra la casa que queremos tener, el sueño con familia, amigos, lo que sea, ¿no?

C: Sí, y que carga mucho miedo. Porque siempre pienso que todo el mundo será como yo, que tiene miedo de en algún momento quedarse sin plata. Y el chiste que tengo siempre es: “Yo sería millonaria si no invirtiera tanto en mi carrera”. Me río, no sería igual. Pero es tanta la inversión económica que a mí el arte me quema el dinero.

AP: —Mira, muchas veces cuando hablo de tu generación de músicos utilizo el término “crueldad”, porque siento que les tocó un momento de la música y del mundo muy cruel respecto del tiempo. Pero siempre trabajo mucho en querer hacer paralelismos con realidades que yo viví hace 15 o 20 años atrás. Y veo que, en definitiva, tenían otros nombres pero eran las mismas situaciones. Porque hace 20 años vos sacabas un disco que podía estar buenísimo, pero tenías que entrar dentro de un ranking de diez canciones de una radio determinada o de cinco radios determinadas. Y buscabas tener tu canción en ese top ten. Y cuando la tenías, después era: “¿Cómo vuelvo a estar ahí?”.

“Yo sería millonaria si no invirtiera tanto en mi carrera”, dice Cazzu
“Yo sería millonaria si no invirtiera tanto en mi carrera”, dice Cazzu

C: —¿Cuándo te ha tocado cambiar tu vida, tu forma de ver las cosas? ¿Te han pasado cosas nuevas, te interpelaron otras cosas, qué se sintió que la gente te dijera, a veces, “ya no sos el Abel que eras” o que te persigan por lados más de la intimidad, que se pongan haters?

AP — Siempre me generó curiosidad, la verdad. Nunca me afectó, nunca movió demasiado en mí. Hasta que empecé a elegir hacer más foco en esto que estamos hablando: cómo volver a lo genuino. Porque si yo hago algo -unas canciones o un disco con un concepto- y lo edito, y leo que Cazzu me pone: “Que cagada, Abel, fuiste, antes no eras así, me cagaste, me traicionaste”.... Todo eso, si me mueve mucho, y en parte tiene que ver con que yo estaba esperando que vos me digas: “Que capo Abel, que discazo te mandaste, sos un genio”. ¿Siempre estás haciendo algo mejor? Entonces tiene más que ver conmigo que con lo que vos me decís. Lo que vos me decís, que viene de vos, está bien, pero viene de vos. Vos tenés que revisarlo y hacerte cargo de lo que me estás diciendo, no yo de lo que vos me estás diciendo.

C: —Pero lo de las redes, ponele, es muy diferente para mí de lo que decís, porque las redes son un lugar donde la gente también necesita mostrarse. Porque si no, no hacés algo público si no lo querés mostrar. O sea, le decís a tu amigo “Esto me parece una cagada “, y ya. Pero el hecho de hacer algo público, siento que tiene tanto que ver con uno, como con la necesidad de confirmar que tal artista no me gusta públicamente.

AP: —Yo siempre pensé que cuando vos te ponés a criticar demasiado a alguien, está bien, hay una base de que no te gusta, ¿no? O no te identifica lo que está haciendo. Pero al mismo tiempo, desde algún lugar esa persona te está iluminando, ¿sabés? Lo cual siempre me parece positivo al final del cuento. Porque vuelvo a repetir, uno quiere movilizar al otro para bien, pero también lo movilizas de otra manera…

C: —Yo me siento bastante así. Siento que me movilizo, hay gente a la que movilizo bien, pero claro siempre está el lado B de que lo que yo necesito decir por mí y por lo que siento que necesito poner en mis canciones ciertos sentimientos que veo, tienen un lado contrario muy grande y como yo soy una persona… Es muy pasional todo. Todo es mucho. Entonces, el efecto rebote del negativo es mucho, igual que el del positivo es mucho. Y vos, en ese concepto de ser un artista que le gusta mucho a muchas personas, ¿sentís que has conseguido poner esos sentimientos así como fogosos en la gente y de ahí puede que nazca tu seguridad de decir: “Yo me puedo relajar un poco para pensar en mí” y después volver?

AP — No, mi seguridad no radicó nunca ahí. Si yo radico mi seguridad en lo artístico, nunca voy a tener tal seguridad. Porque lo artístico es demasiado dinámico. Yo siempre busco manejar las cosas. O sea, lo que es artístico como hecho artístico, pero sin perder de vista de que eso artístico que le gustó a X cantidad de personas y generó todo este movimiento nació del tipo que se levantó a las siete de la mañana: hoy, feliz; ayer, de culo. Nació de ahí. Yo necesito respetar esa fuente. Mis inseguridades son las propias de mí como persona, probablemente como todo el mundo ¿no? Mis inseguridades son personales. ¿Se terminan trasladando a lo artístico? Por supuesto. Para mí después de 25 años, mi música no es solamente música brindada. Es la música que genera X cantidad de trabajo que sostiene X estructura, con X cantidad de gente, con mi propia estructura hoy familiar. Cargarse todo ese peso encima es demasiado para una persona. Es demasiado. Hace poco tiempo dije que hoy, por primera vez en mi vida, me saqué una mochila muy grande que tuve, que era la de pensar que si yo no hacía música moría, básicamente. Pero moría porque no sabría qué otra cosa hacer. Bueno, hoy de repente respecto de mi familia, yo sé que si yo hoy por X motivo no pudiera hacer música, estoy seguro de que haría cualquier cosa por el bienestar de mis hijos. Eso significó para mí sacarme todas las inseguridades que me venían con eso, ¿no? ¿Tengo inseguridades? Sí, muchas. Pero siempre como persona. Porque de lo que a mí me pasa como persona es de donde viene después lo que a los demás les gusta y que genera todas esas inseguridades artísticas. Eso tiene que ser para mí como un templito, algo a respetar mucho.

C — Claro. Es clave creo eso, tener claras las inseguridades de uno.

AP —Y hacerse cargo. Porque, ¿sabés qué? Todo lo que vos dijiste en tus canciones y seguís diciendo en tus canciones antes de ser la Cazzu que sos hoy, nació de la necesidad de decirlo. Un montón de gente se abrazó a eso. La gente que te ama y estos famosos haters. Pero respecto de los haters, yo te propongo esto, verlo de esta forma también ¿no? La gente que te ama y que respeta tu forma de hacer las cosas, ve un montón de cosas que ni siquiera vos estás teniendo en cuenta. El hater que te dice algo solo por lastimar, ¿qué porción de tu vida ocupa? Ninguna, realmente.

C — Ninguna. Eso es algo que yo creo que lo empecé, no tanto a combatir, sino a racionalizarlo y a amigarme. Como que encontré un lugar del odio y del hate que me empezó hasta a parecer que está bien que exista. Me da un poco de miedo pensar que hay gente que conocemos, que está entre nosotros, que puede ser un usuario que un día ponga algo muy desagradable sobre alguien y uno a veces no quiere conocer los pensamientos reales de algunas personas.

Abel Pintos, Cazzu y un abrazo final (Fotos: Franco Fafasuli)
Abel Pintos, Cazzu y un abrazo final (Fotos: Franco Fafasuli)

C: —Bueno, que linda charla. Divagando. Ya hemos divagado en algún momento por un montón de lados.

AP: —Sí. Para mí es nuestra segunda gran charla.

C: —Sí, sí. Qué divertido. ¿Qué es lo que más te quedó de todo lo que hablamos ahora?

AP: —Bastante parecido a lo que me quedó de la primera charla y que te lo dije un poco también durante la conversación. Para mí es luminoso que algunos procesos y algunos mecanismos que yo me encuentro cuestionándome, muchas veces puedan advertir que no es una neurosis. O sí lo son, pero…

C: —¡Sí lo son! ¡Sí lo son! (risas)

AP: —Pero hay gente que parece que lo lleva mucho mejor que yo y trabajan igual.

C: —No se puede sentir eso. Yo siento que cada vez que hablo con vos, llego a mi casa a meditar por todo lo que dijiste. Y me siento y digo: “Qué sabio. Que sabias palabras”. Y para mí es re importante porque yo me siento revoloteando, muy confundida. Entonces te hago preguntas y vos me las contestás con tanta templanza, me transmitís mucha seguridad, me transmitís un sentimiento muy lindo que me relajo. Digo: “Ay, ¿de qué te estabas preocupando tanto recién?”.

AP: —Bueno, me pasa algo muy parecido, así que cuando quieras.

C: —Es muy lindo. Gracias.

AP: —No, gracias a vos, Juli. Gracias a vos, gracias de corazón.

C: —Gracias. Te quiero.

AP: —Yo también.

SEGUIR LEYENDO:

Guardar

Nuevo