Una extensa zona frente a Lima, de aproximadamente 400 kilómetros de longitud, lleva acumulando energía sísmica desde hace casi tre siglos, según advirtió el Instituto Geofísico del Perú (IGP). Esta franja representa una de las áreas de mayor potencial sísmico, explicó recientemente Hernando Tavera, presidente ejecutivo de ese organismo.
La advertencia no es nueva, pero volvió a tomar relevancia tras los dos sismos registrados en Ica el martes 8 de julio, uno de los cuales fue sentido levemente en Lima y Callao, generando un leve susto entre la ciudadanía. Aunque estos movimientos telúricos no causaron daños, reactivaron el interés público por la posibilidad de un gran sismo en Perú.
Durante una entrevista a America TV, Tavera explicó que se ha identificado una zona de acoplamiento sísmico frente a Lima, en la que se viene acumulando una cantidad significativa de energía tectónica desde hace más de 270 años. Este fenómeno ocurre debido al movimiento de las placas de Nazca y Sudamericana, cuyo contacto en esta región genera presión que eventualmente podría liberarse en forma de un terremoto de ocho grado o más.
“Frente a Lima se ha identificado un área de 400 kilómetros de longitud que está acumulando energía desde hace más de 270 años”, señaló el jefe del IGP, quien descartó que los sismos menores como el ocurrido el mes pasado en el Callao o los de ahora en Ica sean eventos capaces de liberar la energía contenida en esa zona.
Tavera también aclaró que un sismo de magnitud 6 genera una ruptura de apenas unos metros, mientras que un evento que libere la energía acumulada en esa franja de 400 kilómetros requeriría una ruptura mucho mayor, posiblemente equivalente a una magnitud superior a 8.
Huella profunda en la memoria
Los recientes movimientos en Ica, que tuvieron magnitudes de 4.6 y 5.0, fueron percibidos levemente en distritos de Lima y Callao. Aunque estos temblores no causaron daños, se produjeron en una región históricamente sísmica, donde también ocurrió el devastador terremoto de Pisco en 2007, con una magnitud de 7.9, el cual dejó una huella profunda en la memoria del país.
En relación al sismo del Callao registrado semanas atrás —durante las celebraciones por el Día del Padre— Tavera recordó que, aunque no tuvo una magnitud elevada (6.1), generó un nivel considerable de sacudimiento del suelo. “Ese es el parámetro que tenemos que considerar”, subrayó. Añadió que fue una oportunidad para evaluar la respuesta estructural de la ciudad y plantearse si esta podría resistir un evento aún mayor.
Vulnerabilidad urbana
Tavera hizo hincapié en la vulnerabilidad de muchas zonas urbanas de Lima debido al crecimiento desordenado y la autoconstrucción. En particular, mencionó las zonas de cerros y laderas invadidas en las últimas décadas, así como áreas con suelos arenosos como Villa El Salvador, Loma de Corvina y Ventanilla, que presentan mayores riesgos en caso de un sismo fuerte.
“Después del año 1975, la migración en Lima fue bastante rápida, y la población se fue asentando en zonas de alto riesgo, muchas veces en riberas de ríos o quebradas, y en las últimas décadas, en laderas de cerros”, indicó el funcionario del IGP. Además, señaló que existen zonas donde las viviendas han sido construidas sobre rellenos de escombros, lo que agrava aún más el riesgo.
Preparación y prevención
El jefe del IGP insistió en la importancia de trabajar no solo desde las autoridades, sino también desde la ciudadanía. “No importa dónde vivamos. No nos preocupemos por cuándo va a ocurrir el sismo porque el sismo va a ocurrir. Preocupémonos por revisar cómo hemos construido nuestra vivienda”, dijo. Enfatizó la necesidad de simulacros familiares, revisión de estructuras y generación de una cultura de prevención sísmica desde los hogares.
También recordó que el IGP ya había proyectado un escenario de sismo de magnitud 8.8 durante el último simulacro nacional realizado el pasado 30 de mayo, respaldado por estudios técnicos publicados desde 2014. “Eso ha ayudado a que las políticas de Estado cambien y las instituciones ajusten sus documentos de respuesta”, dijo.
A pesar de que el IGP ya elaboró numerosos documentos técnicos sobre la amenaza sísmica en la región, Tavera lamentó que muchos de ellos no han sido tomados en cuenta por las autoridades ni por la población. En su opinión, hace falta una mesa de trabajo seria para enfrentar el crecimiento urbano descontrolado y el incumplimiento de las normas de construcción.