El pasado martes 20 de mayo, la alférez Ashley Vargas despegó para realizar su último vuelo de instrucción. Tenía 24 años, había sido reconocida con la Espada de Honor y se preparaba para convertirse oficialmente en piloto militar. Lo que debía ser una breve misión de navegación aérea terminó convirtiéndose en una de las búsquedas más intensas de los últimos años. Diecisiete días después, su cuerpo fue hallado dentro de la cabina del avión KT-1P, sumergido frente a la costa de Paracas. La operación de rescate movilizó a la Fuerza Aérea, la Marina, bomberos, pescadores, familiares y voluntarios. A lo largo de más de dos semanas, el caso marcó una ruta de esperanza, versiones contradictorias, reclamos y silencios institucionales, hasta terminar con la confirmación oficial: Ashley no sobrevivió al impacto.
Del 21 al 24 de mayo: las primeras búsquedas y los primeros restos
El 21 de mayo, la Fuerza Aérea del Perú (FAP) confirmó que la aeronave KT-1P, matrícula FAP 446, desapareció durante una misión de navegación táctica en Pisco. Se activaron operativos de búsqueda con apoyo de aviones, helicópteros, buzos y personal en tierra. Ese mismo día se hallaron dos partes del avión en un islote de Paracas. No se brindó información sobre la piloto.
El caso generó conmoción nacional. En redes sociales se multiplicaron las cadenas de oración por el regreso de Ashley. Su familia pidió que no se descarte la posibilidad de que estuviera viva.
El 22 de mayo, el tío de la piloto relató que ella se había comunicado poco antes del vuelo con un compañero y que el ejercicio representaba el último requisito para obtener su título. La familia inició una búsqueda independiente con drones y vehículos alquilados.
El 23 de mayo, la FAP activó la fase submarina de la operación. Se incorporó el buque BAP Zimic para ampliar la cobertura. Ese día, un dirigente pesquero contactó a la familia para informar que Ashley había sido hallada con vida a bordo de una embarcación.
La información fue desmentida horas después. El 24, la FAP reportó el hallazgo de una tercera parte del avión en la playa Supay.
Del 25 al 28 de mayo: denuncias, contradicciones y reclamos
A medida que pasaban los días, crecieron los cuestionamientos. Familiares acusaron falta de respuesta por parte de la FAP. Un comunicado difundido el 25 de mayo señaló que “se ha hablado más del avión que de la piloto”. También denunciaron que, pese a las versiones oficiales, el personal en la zona era escaso.
El 26 de mayo, el abogado de la familia declaró que las labores oficiales se habían detenido. Afirmó que no se veían drones, buzos ni helicópteros en la zona. También sostuvo que la familia había contratado buzos civiles sin encontrar resultados. Ese mismo día, mencionó que solo cinco de los veinte aviones KT-1P operaban.
El 27 de mayo, la FAP ofreció su primera conferencia de prensa. El comandante José Antonio Martinelli confirmó que el accidente era un hecho, debido a las partes halladas. Añadió que el último punto de señal del avión fue registrado sobre el mar por el sistema SkyRouter. Según detalló, más de 190 personas participaban en la operación.
El 28 de mayo, el abogado José Ocampo denunció un debilitamiento de la operación oficial. Señaló que, salvo por el apoyo de bomberos y voluntarios civiles, no se registraba presencia institucional en la zona. La familia pidió ayuda internacional.
Del 1 al 4 de junio: piezas nuevas y artimañas de la FAP
El 1 de junio, la FAP anunció el hallazgo de nuevas piezas del avión. La familia desmintió esa versión y aclaró que los restos habían sido encontrados por pescadores y voluntarios, y luego entregados al personal militar. Publicaron videos y fotos que mostraban la entrega.
El 3 de junio, el director de los Bomberos Navales confirmó que prácticamente todas las piezas halladas habían sido localizadas por civiles.
Ese mismo día, los bomberos identificaron una mancha de aceite y solicitaron apoyo. Mientras la FAP no ingresó al área, un yate particular con tres buzos sí realizó una inspección. A 200 metros del punto inicial, los voluntarios hallaron más fragmentos. El operativo se intensificó en los acantilados de Paracas, especialmente en la playa Mendieta, una zona de difícil acceso.
La familia permanecía en la zona, acampando y patrullando por cuenta propia. Desde la página de Facebook ‘Unidos por FAP Ashley Vargas’, solicitaron que se incluyeran las islas San Gallán e Independencia en la búsqueda. Argumentaron que podrían contener refugios naturales, como cuevas o cavernas.
5 de junio: se confirma el hallazgo
La mañana del 5 de junio, el ministro de Defensa anunció que se había delimitado la zona exacta del impacto. Informó que el acceso estaba restringido y que se había duplicado el número de buzos en la operación. Más tarde, cerca de las 17:00 horas, se confirmó el hallazgo del cuerpo de Ashley Vargas dentro de la cabina del avión, aún sujeta al cinturón de seguridad.
El fuselaje fue ubicado gracias a un robot operado desde el buque oceanográfico BAP Carrasco. La aeronave estaba sumergida frente a la playa Mendieta, atrapada entre vegetación marina. Se presume que las corrientes desplazaron los restos desde la isla Zárate, punto donde se registró la última señal de la nave.
Según el abogado de la familia, existe la posibilidad de que el asiento de eyección no haya funcionado debido a una falla técnica. Indicó que los pirocartuchos habrían vencido desde noviembre de 2024. El Perú aun se mantiene a la espera de que el cuerpo de la joven piloto sea entregado a la familia para brindarle una sepultura digna.