La “pandemia digital” que genera la IA: cuando la velocidad de implementación atenta contra las empresas

Esta ola exige que asumamos que la Inteligencia Artificial no es una tendencia, sino una realidad con la que debemos convivir para sobrevivir

IA, Inteligencia Artificial, trabajo, oficina, empleo, teletrabajo, agricultura, energía, construcción, tecnología, inclusión, negociación, logística (Imagen Ilustrativa Infobae)

Frente al ruido ensordecedor que rodea a la Inteligencia Artificial, era necesario buscar claridad. Viajamos a Silicon Valley, con una misión muy clara: entender qué se está construyendo de verdad, con impacto concreto en negocios. Fuimos a ver hacia dónde se mueven los grandes jugadores y, crucialmente, a discernir qué soluciones son realmente aplicables a empresas con legados, regulaciones y presupuestos limitados.

El objetivo central era simple pero profundo: volver con una brújula más afinada. Estamos convencidos de que, si no salimos al mundo, corremos el riesgo de seguir jugando con reglas viejas en un partido que ya ha cambiado, y estar en estos espacios nos permite ver los estándares que se impondrán, entender qué es “normal” en otros mercados y evitar invertir en modas pasajeras.

La cuna de la innovación

Desde nuestra óptica, el balance es contundente y podemos resumirlo en tres certezas:

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  1. Existe una convicción total de que los agentes de IA van a atravesar absolutamente todas las industrias.
  2. El foco está puesto en casos de uso muy específicos, dejando de lado las presentaciones grandilocuentes.
  3. Hay una sensación de urgencia, pero ordenada; la meta no es simplemente “hacer algo con IA”, sino rediseñar procesos completos alrededor de estas nuevas capacidades.

Y este marco, la diferencia de madurez es palpable. En Silicon Valley, muchas empresas ya transitan la segunda o tercera generación de proyectos de IA. Aprendieron de sus primeros pilotos, corrigieron errores y hoy están integrando la IA directamente en sus productos y procesos core. Esto se sustenta en un ADN cultural muy particular: una cultura de prueba y error que es tolerante al fracaso, donde lanzar, medir y corregir rápido es la norma.

Existe una convicción total de que los agentes de IA van a atravesar absolutamente todas las industrias

Además, cuentan con una concentración de talento, acceso a capital de riesgo dispuesto a financiar apuestas de alto riesgo, e incentivos gubernamentales que fomentan dichas inversiones. Esta fluidez entre universidades, empresas y startups hace que el conocimiento circule casi en tiempo real.

También observamos el nivel de inversiones en infraestructura, desde 5G hasta centros de datos y entrenamiento de electricistas, un soporte que es fundamental para acelerar esta adopción.

El déjà vu de la pandemia digital

La velocidad con la que la IA se ha propagado globalmente nos lleva a hablar de una pandemia digital. De repente, cualquier persona con un navegador tuvo acceso a herramientas que antes eran exclusivas de grandes corporaciones, lo que ha generado una democratización enorme del acceso a capacidades de análisis y automatización.

Estar inmerso en ese ecosistema en San Francisco, viendo tantas formas de aplicar la IA y el nivel de inversión, nos generó un déjà vu muy similar al que sentimos en 2009 al ver el iPhone 3G, un claro punto de inflexión.

Sin embargo, con el paso de los días, me di cuenta de que la sensación era más parecida al primer trimestre de 2020. La IA es algo que veíamos lejano y, antes de darnos cuenta, lo teníamos en la puerta. Así como la pandemia del 2020 nos obligó a digitalizarnos para sobrevivir y cambió el mundo para siempre, hoy la IA representa ese segundo Déjà Vu.

Esta tecnología no solo cambió cómo nos conectamos o dónde estamos conectados, sino que está cambiando quién hace el trabajo y cómo se toman las decisiones.

El riesgo para mercados como el nuestro no es solo no usar IA, sino usarla mal o de forma improvisada. La IA puede acelerar las brechas existentes, dejando a mercados emergentes relegados a ser solo consumidores de herramientas enlatadas. Necesitamos pasar de la etapa de pruebas aisladas a la integración en el core del negocio.

Así como la pandemia nos obligó a digitalizarnos para sobrevivir y muchos cambios se volvieron permanentes, esta ola exige que asumamos que la IA no es una tendencia, sino una realidad con la que debemos convivir para sobrevivir.

La clave está en definir una hoja de ruta alineada al negocio, ordenar los datos e implementar gobernanza. Queremos poder tener nuestro sistema inmunológico al día y salir a la calle a respirar todo el aire de la competitividad. Los directivos que aún creen que “en Argentina eso no va a funcionar” o minimizan su impacto, ya se pusieron el barbijo y ni se dieron cuenta, limitando la capacidad de sus organizaciones para competir en el nuevo mapa global.

El autor es Co-founder y COO de The App Master

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