Volver a estudiar es mucho más que volver a clases

¿Acaso estamos ante una necesidad casi desesperada de estudiar? ¿Acaso estamos ante un grito ahogado de que solo el estudio nos permitirá crecer? En esta nota, recordamos a Domingo Faustino Sarmiento...

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Domingo Faustino Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento

Solo Cristo sabrá a quién debemos atribuir la repetida frase “si el estudio es caro, probemos con la ignorancia”. Se le atribuye a Henry Ford, Lee Iacocca, Steve Jobs. Sinceramente no tiene importancia quién la dijo o si es una simple construcción colectiva de pensadores o de maestros (quizás la máxima categoría a la que un hombre podría alcanzar en su pirámide cultural).

Hace pocos días posteé en Linkedin un lúcido pensamiento de Michel Serres que en resumen dice: “Si usted tiene un pan y yo tengo un euro y yo le compro ese pan con mi euro, inmediatamente usted se hará de un euro y yo podré comerme mi pan comprado. Sin dudas, es un equilibrio perfecto. Hemos hecho una transacción impecable. Ahora, si usted tuviera un poema de Paul Verlaine o un Teorema de Pitágoras y yo en cambio no tengo nada, pero usted me los enseña y yo los aprendo, al final de ese fructífero intercambio yo tendré los poemas y los teoremas, pero usted también los habrá conservado. En el primer caso hay un equilibrio económico, es una transacción de bienes de uso. En el segundo caso hay crecimiento para ambos, ya que eso es cultura”.

Michel Serres (1930-2019) fue un filósofo francés que tuvo la capacidad de pasar de la Carrera Naval hasta ser un pensador de enorme sagacidad en temas sociales y educativos. En su carrera naval llegó a participar en la construcción del Canal de Suez y como filósofo cultivó su amistad con pensadores de la talla de Michael Foucault, con quien dio clases en la Universidad de Clermont – Ferrand. Un ilustrado, un ser que integró la ciencia con la filosofía, un provocador, un distinto.

Me llamó la atención lo viral que se volvió en Linkedin ese post, en un espacio tan poblado de ejecutivos y profesionales del mundo empresario. ¿Acaso estamos ante una necesidad casi desesperada de estudiar? ¿Acaso estamos ante un grito ahogado de que solo el estudio nos permitirá crecer? Sorprendido por esa repercusión (ya va por las 15.000 reproducciones), me animo a rescatar hoy a Domingo Faustino Sarmiento.

Pensar a Sarmiento desde una visión de antinomias es un error enorme. Es burdo verlo como un ser oscuro o que le hizo mal a nuestro país. Rescato a su Facundo o civilización y barbarie de 1845. Tan solo 175 años atrás. Veamos al Sarmiento “Maestro” que murió el 11 de septiembre de 1888 en el exilio de Asunción de Paraguay. Conmemorando esa fecha, la Confederación Interamericana de Educación instituyó el Día Panamericano del Maestro.

Alguna vez fui alumno, como todos los lectores de este artículo. Y de Sarmiento recuerdo su cara de ceño fruncido, diríamos casi de enojo. Para mí, él era sinónimo de estudiar y, yo como todo joven, prefería jugar o estar con mis amigos. Por supuesto que puedo entender a un chico que prefiere jugar o estar con sus amigos. Pero permítanme rescatar algunas ideas del gran sanjuanino. Y quiero traer algunos ejemplos que nos rodean a diario.

El progreso de una persona, de un individuo o de ustedes mismos no les quepa la menor duda que depende del estudio y el esfuerzo que pongamos en él.

Ya sé que quizás suene algo aburrido o me esté pareciendo a nuestros padres. Pero la realidad es que, por citar solo algunos ejemplos, las personas que han diseñado las computadoras y los programas que hay en ellas no son precisamente analfabetos o que no hayan ido nunca a una casa de estudios. Detrás de esa tecnología, hay profesionales (miles) que han estado cientos de horas pensando como desarrollar las distintas aplicaciones que hoy nos rodean.

Es la educación la que mueve el progreso de una Nación, de una Ciudad. Es la educación la que puede promover una mejor convivencia y desarrollo en nuestro golpeado país. No se equivoque el lector con lo que significa Sarmiento. Sarmiento es la pluma… hecha pensamiento. Es la pluma... hecha creatividad. Pero también es la pluma… hecha honradez y convicción de los ideales para hacer una patria grande. Todo lo demás que se diga de él, es anécdota barata que solo sirve para alimentar antinomias sin sentido.

Un hombre como Sarmiento, nacido en las entrañas de la humildad, pudo llegar a ser Presidente de la Nación (1868) y, aunque ustedes no lo crean, nunca históricamente el país tuvo un presupuesto tan alto dedicado a Educación. Como el país era y es enorme, no había maestros suficientes para todas las escuelas. Por lo que en una decisión audaz, no solo fundó cientos de escuelas, si no que invitó a maestros extranjeros (muchos luego se radicaron aquí) para que pudiéramos tener docentes a cargo de las nuevas aulas que él iba inaugurando.

Gracias a Sarmiento, tenemos hoy una educación pública, gratuita y obligatoria. Sin embargo, pocos saben que también gracias a Sarmiento nuestras ciudades comenzaron a tener tendidos de alumbrado y empedrado (ya que hasta ese momento) en Buenos Aires predominaban las calles de tierra. Si conocen los bosques y lagos de Palermo, deben saber que existen gracias a la visión de este gran sanjuanino. Digamos una especie de mentalidad ecológica cuando todavía no se hablaba de eso.

Sarmiento fue herido en atentados diversos pero siempre tuvo henchido su pecho por el orgullo de ser argentino. Ante su tumba, el Dr. Carlos Pellegrini dijo las memorables palabras: “Fue el cerebro más poderoso que haya producido la América”.

Pero más allá de lo que el lector piense sobre Sarmiento, vengo a rescatar la Educación como eje central y casi único para hacer crecer a un pueblo. Es la educación la que marca la importancia y consecuencia futura de vuestros actos. Tecnología, medicina, abogacía, ingeniería, computación, matemáticas, ciencias naturales… todo es educación. Y como dije antes, solo la educación promueve el progreso.

Termino con algo que leí por allí: “Un hombre no envejece cuando se le arruga su piel, si no cuando pierde sus sueños y esperanzas”. Y agrego por mi parte que no hay como el aprendizaje para mantener vivos los desafíos por venir. No dejes que te roben tus sueños y utopías: estudia, siempre.

Tributo a Michel Serres (1930-2019).

El autor es empresario y docente.

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