
Consciente o inconscientemente, cada día generamos más datos. Cada vez desde más dispositivos y pantallas. Ya no es sólo tu mail, es tu nombre, apellido, una tarjeta de crédito asociada a tu cuenta, tu género, Y esta cuenta recién empieza.
Según las páginas que mirás, las encuestas que contestás, los likes que das o los tweets que compartís, las plataformas pueden definir tu ideología política, tus gustos, tus miedos y quizás hasta más de lo que te imaginás.
Es un ritmo un poco difícil de seguir y hay reglas del juego que hay que cambiar. ¿Por qué todo tiene que ser analizado o procesado? ¿Qué fines reales tiene esta hiper segmentación?
Muchas veces parece que estamos firmando contratos invisibles. "Yo te doy el servicio, vos te registras en mi sitio, y yo puedo analizar toda tu información". Así parece que son las cosas. Entonces, ¿cuáles son los límites? ¿Hay alguno?
En agosto de 2018, Facebook anunció que por medio de su plataforma se iban a poder cargar los datos de tu cuenta bancaria en tu perfil de usuario. La empresa de Mark Zuckerberg dijo que lo iba a ofrecer para convertir el online banking en algo mucho más eficiente. Tu información bancaria a un click, en sus bases de datos.
Facebook explicó que no iba a compartir esa información con empresas que ponen publicidad en el sitio, y que lo más importante para ellos es mantener la información de sus usuarios protegida. No obstante, los últimos escándalos que involucraron a la empresa por el manejo de la información de sus usuarios hicieron dudar a muchos acerca de esta iniciativa.
Hoy en día Apple y Google proveen sistemas de pago online; Amazon les ofrece a sus usuarios su propia tarjeta de crédito y en la Argentina la empresa Mercadolibre -mediante su servicio Mercadopago- está comenzando a transitar por el mismo sendero.
Pero no es sólo tu información bancaria (que puede ser lo más sensible que tengas para guardar en la red) lo que puede estar en peligro. Una investigación del New York Times reveló que Facebook les permitió acceder a más 150 empresas a los datos personales de sus usuarios, violando sus propias políticas de privacidad, así como acuerdos que tenia con la Comisión Federal del Comercio desde 2011. Esos acuerdos explícitamente prohibían compartir esa información.
La investigación no solo recogió datos de cientos de páginas, sino que también aporto entrevistas a más de 50 antiguos empleados y colaboradores de la empresa.
El buscador Bing tuvo acceso a todos los amigos del usuario que estaba registrado, y Netflix y Spotify tuvieron acceso a los mensajes privados, por nombrar solo algunos.
Tras esta investigación, Facebook declaró que ningún patrocinador violaba la privacidad de sus usuarios y que ninguna de la compañías tenía acceso a dicha información sin el permiso del usuario; hablamos de los permisos que los usuarios dan al registrarse en otras plataformas bajo el popular Facebook Connect.
Recordemos, como ya es de público conocimiento, que Facebook habría vendido datos de sus usuarios para que la compañía Cambridge Analytica elaborara perfiles psicológicos de cada uno y los utilizara para varios de sus clientes en elecciones y acciones políticas recientes (especialmente en Brexit y la campaña presidencial de Estados Unidos en 2016).
Recientemente, el Comisión Federal del Comercio de Estados Unidos (FTC) acordó con Facebook el pago de una multa de USD 5.000 millones por su mala gestión de la privacidad de los usuarios. Esto es apenas el primer paso: también Mark Zuckerberg enfrentará audiencias públicas en las que deberá aclarar cómo fueron los manejos de los datos.
Recordemos que la empresa de Zuckerberg también es dueña de Whatsapp e Instragram, y la FTC anunció que también deben cumplir los mismo términos de acuerdo, lo que significa que esas plataformas también están en la mira.
Sumemos también que la Comisión del Mercado de Valores (SEC) también multó a Facebook por USD 100 millones por no informar debidamente a sus inversores respecto a esta prácticas, lo que genera riesgos sin que estén informados.
No sólo Facebook está en el ojo de la tormenta. En 2016, Yahoo admitió la fuga de información privada de más de mil millones de cuentas e indicó que no pudo encontrar al responsable. A diferencia del caso Facebook, esto se informó como un hackeo. Pero de una u otra forma, la información de los usuarios está en riesgo.
Esta seguidilla de agujeros, manejos o robos no sólo generan reacciones en los organismos de control. Ocurre también en las empresas: recientemente Microsoft anunció que prohibió usar a sus empleados varios servicios de Google, Amazon e incluso Slack (herramienta de trabajo compartido muy utilizada en las compañías de hoy en día). Microsoft no quiere dejar en la nube de esas empresas información relacionada a su compañía para evitar la posibilidad de que por alguna razón se pueda acceder a esos datos.
Vale recordar que Microsoft cuenta con el sistema operativo más vendido y usado en el mundo, y también tiene acceso a la información sobre la funciones que usás, tus interacciones de voz y texto (utilizando Cortana y Bing) tus patrones de escritura, los programas que tenés instalados. Todas estas opciones son configurables y se pueden deshabilitar, pero ninguna esta deshabilitada por defecto al instalar el producto.
En la red de hoy, es muy difícil tener privacidad: parece que forma parte de una negociación, con un costo en los términos de uso y experiencia de usuario.
La internet privada no existe: motores de búsqueda recopilan tu información y el hecho de registrarse en una página o servicio implica leer más, informarse y tomarse unos minutos para evitar la aspiradora de datos que activamos al aceptar los términos y condiciones. Trabajemos para que no sean términos de rendición incondicionales. En este mundo donde todo se transformó en público, quizás sea hora de empezar a preguntarse más y aceptar menos.
Docente, conferencista y especialista en tecnologías emergentes.
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