Diabetes de tipo 2: causas, síntomas y tratamiento

Hay enfermedades que no presentan síntomas, por lo que es importante llevar una vida saludable y hacer revisiones constantes al médico

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Además conoce la forma en
Además conoce la forma en la que se diagnostica este padecimiento, cómo prevenirla y cuáles son los factores de riesgo (Infobae/Jovani Pérez)

La diabetes tipo 2 es una afección que se produce por un problema en la forma en que el cuerpo regula y usa el nivel de azúcar como combustible. Ese azúcar también se conoce como glucosa. Esta afección a largo plazo aumenta la circulación de azúcar en la sangre. Eventualmente, los niveles elevados de glucosa en la sangre pueden derivar en trastornos de los sistemas circulatorio, nervioso e inmunitario.

En la diabetes tipo 2, hay principalmente dos problemas. El páncreas no produce suficiente insulina, una hormona que regula el movimiento del azúcar en las células. Y las células no responden de manera adecuada a la insulina y consumen menos azúcar.

La diabetes tipo 2 solía conocerse como la diabetes de aparición adulta, pero la diabetes tipo 1 y tipo 2 pueden aparecer tanto en la infancia como en la adultez. La diabetes tipo 2 es más frecuente en los adultos mayores. Sin embargo, el aumento en la cantidad de niños con obesidad ha derivado en la aparición de más casos de diabetes tipo 2 en personas más jóvenes.

No hay cura para la diabetes tipo 2. Perder peso, comer bien y hacer ejercicio pueden ayudarte a controlar la enfermedad. Si la alimentación y el ejercicio no son suficientes para controlar la glucosa en la sangre, se puede recomendar medicamentos para la diabetes o tratamiento con insulina.

Síntomas

Los síntomas de la diabetes tipo 2 suelen desarrollarse lentamente. De hecho, puedes tener diabetes tipo 2 durante años sin saberlo. Cuando hay síntomas, estos pueden comprender los siguientes:

Aumento de la sed.

Micción frecuente.

Aumento del hambre.

Pérdida de peso involuntaria.

Cansancio.

Visión borrosa.

Llagas de cicatrización lenta.

Infecciones frecuentes.

Entumecimiento u hormigueo en las manos o los pies.

Zonas de piel oscurecida, por lo general en axilas y cuello.

Cuándo consultar al médico

Consulta al proveedor de atención médica si notas alguno de los síntomas de la diabetes tipo 2.

Diagnóstico

Por lo general, la diabetes tipo 2 se diagnostica mediante la prueba de hemoglobina glucosilada A1c. Este análisis de sangre indica tu nivel promedio de glucosa en la sangre en los últimos dos o tres meses. Los resultados se interpretan de la siguiente manera:

Por debajo del 5,7 % se considera normal.

Entre 5,7 % y 6,4 % se diagnostica como prediabetes.

Un nivel del 6,5 % o más en dos pruebas separadas se considera diabetes.

Si no puedes hacerte una prueba de HbA1c o si tienes alguna afección que hace imprecisa la prueba de HbA1c , el proveedor de atención médica puede solicitar las siguientes pruebas para diagnosticar la diabetes:

Examen aleatorio de glucosa en la sangre. El nivel de glucosa en la sangre se expresa en miligramos de azúcar por decilitro ( mg/dl ) o milimoles de azúcar por litro ( mmol/l ) de sangre. Independientemente de cuándo haya sido la última vez que comiste, un nivel de 200 mg/dl (11,1 mmol/l ) o más indica la presencia de diabetes, especialmente si también tienes síntomas, como micción frecuente y mucha sed.

Examen de glucemia en ayunas. Se toma una muestra de sangre después de que no hayas comido durante toda la noche. Los resultados se interpretan de la siguiente manera:

Menos de 100 mg/dl (5,6 mmol/l ): se considera un nivel normal.

Entre 100 y 125 mg/dl (de 5,6 a 6,9 mmol/l ): se diagnostica prediabetes.

Un nivel de 126 mg/dl (7 mmol/l ) o más en dos pruebas distintas: se diagnostica diabetes.

Prueba de tolerancia a la glucosa oral. Esta prueba se usa con menos frecuencia que las otras, excepto durante el embarazo. Deberás abstenerte de comer durante un cierto tiempo y, luego, beber un líquido azucarado en el consultorio del proveedor de atención médica. El nivel de glucosa en la sangre se analiza periódicamente durante dos horas. Los resultados se interpretan de la siguiente manera:

Menos de 140 mg/dl (7,8 mmol/l ) después de dos horas: se considera un nivel normal.

Entre 140 y 199 mg/dl (7,8 mmol/l y 11,0 mmol/l ): se diagnostica prediabetes.

Un nivel de 200 mg/dl (11,1 mmol/l ) o más después de dos horas: indica diabetes.

Exámenes de detección. La Asociación Americana de la Diabetes recomienda exámenes de detección de rutina con pruebas de diagnóstico para la diabetes tipo 2 en todos los adultos de 35 años o más y en los siguientes grupos:

Personas menores de 35 años que tienen sobrepeso u obesidad y uno o más factores de riesgo relacionados con la diabetes.

Mujeres que han tenido diabetes gestacional.

Personas a las que les ha diagnosticado prediabetes.

Niños con sobrepeso u obesidad que tienen antecedentes familiares de diabetes tipo 2 u otros factores de riesgo.

Después del diagnóstico

Si te diagnostican diabetes, es posible que el proveedor de atención médica realice otras pruebas para distinguir entre diabetes tipo 1 y tipo 2, ya que las dos afecciones suelen requerir tratamientos diferentes.

El proveedor de atención médica hará la prueba de los niveles de hemoglobina glucosilada A1c al menos dos veces al año y cuando haya cambios en el tratamiento. Los objetivos para la hemoglobina glucosilada A1c pueden variar según la edad y otros factores. Para la mayoría de las personas, la American Diabetes Association (Asociación Americana de la Diabetes) recomienda un nivel de hemoglobina glucosilada A1c de menos del 7 %.

También te hacen pruebas para detectar complicaciones de la diabetes y otras afecciones.

 Cada enfermedad tiene una
Cada enfermedad tiene una o varias formas de diagnosticarla para así detectarla y luego combatirla (EFE)

Tratamiento

El control de la diabetes tipo 2 incluye lo siguiente:

Alimentación saludable.

Ejercicio regular.

Pérdida de peso.

Posiblemente, medicamentos para la diabetes o tratamiento con insulina.

Control de la glucosa en la sangre.

Estas medidas aumentan las probabilidades de que la glucosa en la sangre se mantenga en un rango saludable y pueden ayudar a retrasar o prevenir complicaciones.

Alimentación saludable

No existe una alimentación específica para la diabetes. Sin embargo, es importante que la base de tu alimentación esté centrada en lo siguiente:

Un horario regular para las comidas y refrigerios saludables.

Porciones más pequeñas.

Más alimentos con alto contenido de fibra, como frutas, verduras sin almidón y cereales integrales.

Menos granos refinados, verduras con almidón y dulces.

Porciones modestas de lácteos bajos en grasa, carnes con bajo contenido graso y pescado.

Aceites para cocinar saludables, como aceite de oliva o el aceite de canola.

Menos calorías.

El proveedor de atención médica puede recomendarte que consultes a un dietista diplomado, quien puede ayudarte con lo siguiente:

Identificar alimentos saludables.

Planificar comidas nutritivas y equilibradas.

Desarrollar hábitos nuevos y abordar las barreras que impiden cambiar de hábitos.

Controlar la ingesta de carbohidratos para mantener más estables los niveles de glucosa en la sangre.

Actividad física

Hacer ejercicio es importante para perder peso o mantener un peso saludable. También ayuda a controlar la glucosa en la sangre. Habla con el proveedor de atención médica antes de comenzar o cambiar tu programa de ejercicios para asegurarte de que las actividades sean seguras para ti.

Haz ejercicio aeróbico. Elige un ejercicio aeróbico que disfrutes, como caminar, nadar, andar en bicicleta o correr. Los adultos deben tratar de hacer 30 minutos o más de ejercicio aeróbico moderado casi todos los días de la semana, o al menos 150 minutos a la semana.

Haz ejercicio de resistencia. El ejercicio de resistencia aumenta la fuerza, el equilibrio y la capacidad para realizar las actividades cotidianas con mayor facilidad. El entrenamiento de resistencia comprende levantamiento de pesas, yoga y calistenia. Los adultos con diabetes tipo 2 deben hacer de 2 o 3 sesiones de ejercicio de resistencia por semana.

Limita la inactividad. Evitar los períodos prolongados de inactividad, como sentarse frente a la computadora, puede ayudar a controlar los niveles de glucosa en la sangre. Toma unos minutos para ponerte de pie, caminar o realizar alguna actividad ligera cada 30 minutos.

Pérdida de peso

La pérdida de peso resulta en un mejor control de los niveles de glucosa en la sangre, así como de colesterol, triglicéridos y presión arterial. Si tienes sobrepeso, posiblemente puedas comenzar a ver mejoras en estos factores después de perder tan solo el 5 % de tu peso corporal. Sin embargo, cuanto más peso pierdas, mayores serán los beneficios para tu salud. En algunos casos, puede recomendarse perder hasta el 15 % del peso corporal.

El proveedor de atención médica o el dietista pueden ayudarte a definir objetivos adecuados para la pérdida de peso y recomendar cambios en el estilo de vida que te ayuden a alcanzarlos.

Control del nivel de azúcar en sangre

El proveedor de atención médica te indicará la frecuencia con la que debes medir el nivel de glucosa en la sangre para asegurarte de estar dentro del rango deseado. Por ejemplo, puede que tengas que revisarlo una vez al día y antes o después de hacer ejercicio. Si te administras insulina, puede que tengas que revisar tu nivel de glucosa en la sangre varias veces al día.

El control suele realizarse con un pequeño dispositivo para el hogar, llamado medidor de glucosa en la sangre, que mide la cantidad de azúcar en una gota de sangre. Lleva un registro de las mediciones para compartir con el equipo de atención médica.

El control continuo de la glucosa consiste en un sistema electrónico que registra los niveles de glucosa cada pocos minutos a través de un sensor colocado debajo de la piel. La información se puede trasmitir a un dispositivo móvil, como el teléfono y el sistema puede enviar alertas cuando los niveles son demasiado altos o demasiado bajos.

Medicamentos contra la diabetes.

Si no puedes mantener tu nivel objetivo de glucosa sanguínea con dieta y ejercicio, el proveedor de atención médica puede recetarte medicamentos para la diabetes que ayuden a reducir los niveles de glucosa, o puede sugerirte un tratamiento con insulina. Los medicamentos para la diabetes tipo 2 son los siguientes:

Metformina (Fortamet, Glumetza y otros) es, por lo general, el primer medicamento recetado para la diabetes tipo 2. Funciona principalmente disminuyendo la producción de glucosa en el hígado y mejorando la sensibilidad del cuerpo a la insulina, de modo que el organismo utilice la insulina de una manera más eficaz.

Algunas personas presentan una deficiencia de vitamina B-12 y pueden necesitar tomar suplementos. Otros posibles efectos secundarios, que pueden mejorar con el tiempo, incluyen los siguientes:

Náuseas.

Dolor abdominal.

Hinchazón abdominal.

Diarrea.

Las sulfonilureas ayudan al cuerpo a producir más insulina. Entre los ejemplos se incluyen la gliburida (DiaBeta y Glynase), la glipizida (Glucotrol XL) y la glimepirida (Amaryl). Los posibles efectos secundarios incluyen:

Niveles bajos de glucosa en la sangre.

Aumento de peso.

Las glinidas estimulan al páncreas para que produzca más insulina. Su acción es más rápida que la de las sulfonilureas, pero la duración del efecto en el cuerpo es más breve. Algunos ejemplos incluyen la repaglinida y la nateglinida. Los posibles efectos secundarios incluyen:

Niveles bajos de glucosa en la sangre.

Aumento de peso.

Las tiazolidinedionas hacen que los tejidos del cuerpo sean más sensibles a la insulina. Un ejemplo de este medicamento es la pioglitazona (Actos). Los posibles efectos secundarios incluyen:

Riesgo de insuficiencia cardíaca congestiva.

Riesgo de cáncer de vejiga (pioglitazona).

Riesgo de fracturas de huesos.

Aumento de peso.

Los inhibidores de la dipeptidil-peptidasa 4 ayudan a disminuir los niveles de glucosa en la sangre, pero suelen tener un efecto moderado. Algunos ejemplos incluyen la sitagliptina (Januvia), la saxagliptina (Onglyza) y la linagliptina (Tradjenta). Los posibles efectos secundarios incluyen:

Riesgo de pancreatitis.

Dolor articular.

Los agonistas del receptor del glucagón tipo 1 (GLP-1) son medicamentos inyectables que retardan la digestión y ayudan a disminuir los niveles de glucosa en la sangre. Su uso se suele relacionar con la pérdida de peso y algunas personas pueden disminuir el riesgo de padecer un ataque cardíaco y un accidente cerebrovascular. Entre los ejemplos se incluyen la exenatida (Byetta y Bydureon Bcise), la liraglutida (Saxenda y Victoza) y la semaglutida (Rybelsus, Ozempic, Wegovy). Los posibles efectos secundarios incluyen:

Riesgo de pancreatitis.

Náuseas.

Vómitos.

Diarrea.

Los inhibidores del transportador de sodio-glucosa 2 alteran las funciones renales de filtrado de la sangre al bloquear el retorno de la glucosa al torrente sanguíneo. Como resultado, la glucosa se expulsa en la orina. Estos medicamentos pueden disminuir el riesgo de tener un ataque cardíaco y un accidente cerebrovascular en personas con un alto riesgo para estas afecciones. Entre los ejemplos se incluyen la canagliflozina (Invokana), la dapagliflozina (Farxiga) y la empagliflozina (Jardiance). Los posibles efectos secundarios incluyen:

Candidiasis vaginal.

Infección de las vías urinarias.

Presión arterial baja.

Colesterol alto.

Riesgo de gangrena.

Riesgo de fracturas de huesos (canagliflozina).

Riesgo de amputación (canagliflozina).

Además de los remedios para la diabetes, el proveedor de atención médica podría recetar otros medicamentos que incluyen aquellos para reducir la presión arterial y el colesterol, como también aspirina en dosis bajas para ayudar a prevenir enfermedades cardíacas y de los vasos sanguíneos.

Terapia de insulina

Algunas personas con diabetes tipo 2 necesitan recibir tratamiento con insulina. Anteriormente, el tratamiento con insulina se utilizaba como último recurso, pero actualmente se puede recetar mucho antes si los objetivos de glucosa sanguínea no se alcanzan con los cambios en el estilo de vida y otros medicamentos.

Los diferentes tipos de insulina varían dependiendo de la rapidez con que comienzan a funcionar y la duración de su efecto. La insulina de larga duración, por ejemplo, está diseñada para funcionar durante la noche o durante el día para mantener estable el nivel de glucosa sanguínea. La insulina de corta duración, en general, se usa a la hora de la comida.

El proveedor de atención médica determinará qué tipo de insulina es el adecuado para ti y cuándo se debe administrar. El tipo de insulina, la dosis y el horario de administración pueden cambiar según la estabilidad de tu nivel de glucosa sanguínea. La mayoría de los tipos de insulina se administran con inyecciones.

Los efectos secundarios de la insulina incluyen el riesgo de una afección llamada hipoglucemia, que es un nivel de glucosa sanguínea baja; cetoacidosis diabética y triglicéridos altos.

Cirugía para bajar de peso

La cirugía para bajar de peso cambia la forma y función del sistema digestivo. Esta cirugía puede ayudarte a perder peso y a controlar la diabetes tipo 2 y otras afecciones relacionadas con la obesidad. Existen varios procedimientos quirúrgicos. Todos te ayudan a perder peso al limitar la cantidad de alimentos que puedes ingerir. Algunos procedimientos también limitan la cantidad de nutrientes que el cuerpo puede absorber.

La cirugía para bajar de peso es solo una parte del plan de tratamiento general. El tratamiento también incluye pautas de alimentación y suplementos nutricionales, ejercicio y atención médica de la salud mental.

Por lo general, la cirugía para bajar de peso puede ser una opción para los adultos con diabetes tipo 2 que tienen un índice de masa corporal (IMC) de 35 o más. El IMC es una fórmula que usa el peso y la estatura para calcular la grasa corporal. Según la gravedad de la diabetes o la presencia de otras enfermedades, la cirugía puede ser una opción para alguien con un IMC inferior a 35.

La cirugía para bajar de peso requiere un compromiso de por vida con los cambios en el estilo de vida. Los efectos secundarios a largo plazo pueden incluir deficiencias nutricionales y osteoporosis.

Embarazo

Las personas que tienen diabetes tipo 2 con frecuencia necesitan cambiar su plan de tratamiento durante el embarazo y seguir una dieta que controle los carbohidratos. Muchas personas necesitan tratamiento con insulina durante el embarazo. Es posible que también deban suspender otros tratamientos, como los medicamentos para la presión arterial.

Durante el embarazo, existe un mayor riesgo de presentar una afección en los ojos llamada retinopatía diabética. En algunos casos, esta afección puede empeorar durante el embarazo. Si estás embarazada, visita a un oftalmólogo en cada trimestre del embarazo y un año después del parto. También puedes hacerlo con la frecuencia que recomiende el proveedor de atención médica.

Signos que indican problemas

Es importante que controles periódicamente tus niveles de glucosa en la sangre para evitar complicaciones graves. Además, debes tener en cuenta los síntomas que pueden indicar niveles irregulares de glucosa sanguínea y la necesidad de atención médica inmediata, entre otros:

Nivel elevado de glucosa en la sangre. Esta afección también se llama hiperglucemia. Consumir ciertos alimentos o demasiada comida, estar enfermo o no tomar los medicamentos en el momento correcto puede causar niveles altos de glucosa sanguínea. Los síntomas son los siguientes:

Micción frecuente.

Aumento de la sed.

Sequedad en la boca

Visión borrosa.

Cansancio.

Dolor de cabeza

Síndrome hiperosmolar hiperglicémico no cetósico. Esta afección que pone en riesgo la vida incluye una lectura de glucosa sanguínea superior a 600 mg/dl (33,3 mmol/l ). Puedes ser más propenso a presentar el síndrome hiperosmolar hiperglicémico no cetósico si tienes una infección, no estás tomando los medicamentos según lo indicado o tomas ciertos esteroides o medicamentos que causan micción frecuente. Los síntomas son los siguientes:

Sequedad en la boca

Sed extrema

Somnolencia

Confusión.

Orina oscura.

Convulsiones.

Cetoacidosis diabética. La cetoacidosis diabética ocurre cuando la falta de insulina hace que el cuerpo descomponga la grasa, en lugar de la glucosa, para obtener energía. Como consecuencia, se produce una acumulación de ácidos llamados cetonas en el torrente sanguíneo. Los desencadenantes de la cetoacidosis diabética incluyen ciertas enfermedades, el embarazo, un traumatismo y los medicamentos, incluidos aquellos para la diabetes llamados inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa de tipo 2 (SGLT-2, por sus siglas en inglés).

La toxicidad de los ácidos causada por la cetoacidosis diabética puede ser mortal. Además de los síntomas de hiperglucemia, como micción frecuente y aumento de la sed, la cetoacidosis puede causar los siguientes síntomas:

Náuseas

Vómitos.

Dolor abdominal.

Falta de aire.

Aliento con olor a fruta

Niveles bajos de glucosa sanguínea. Cuando el nivel de glucosa sanguínea baja a un nivel inferior al rango objetivo, se conoce como nivel bajo de glucosa sanguínea o hipoglucemia. El nivel de glucosa sanguínea puede bajar por muchos motivos, por ejemplo, saltearse una comida, tomar accidentalmente una mayor cantidad de medicamento que la habitual o hacer más actividad física de lo normal. Los síntomas son los siguientes:

Sudoración

Temblores

Debilidad

Hambre

Irritabilidad.

Mareos

Dolor de cabeza

Visión borrosa.

Palpitaciones cardíacas

Habla arrastrada

Somnolencia

Confusión.

Si tienes síntomas de un nivel bajo de glucosa sanguínea, bebe o come algo que lo subirá rápidamente; por ejemplo, jugo de frutas, comprimidos de glucosa, caramelos duros u otra fuente de azúcar. Vuelve a controlar tu glucosa sanguínea en unos 15 minutos. Si los niveles no están en tu rango objetivo, bebe o come otra fuente de azúcar. Ingiere alguna comida una vez que el nivel de glucosa sanguínea se normalice.

Si pierdes el conocimiento, deberán administrarte una inyección de emergencia de glucagón, una hormona que estimula la liberación de glucosa en la sangre.