Durante las fiestas decembrinas, el sonido de la celebración no siempre es motivo de alegría para todos, pues mientras en muchas ciudades los fuegos artificiales marcan el cierre del año, para miles de perros este periodo se convierte en una de las etapas más estresantes.
El aumento en el uso de pirotecnia trae consigo explosiones, silbidos y estruendos constantes que alteran a los animales de compañía, lo que genera preocupación entre sus propietarios, quienes ante la necesidad de encontrar alternativas para proteger a los ‘lomitos’ del sonido, se preguntan si es recomendable colocarles tapones en los oídos.
El principal problema es que los cánidos tienen un sentido del oído mucho más agudo que el de los humanos. Mientras que una persona puede percibir sonidos de hasta 20,000 hertz, los perros son capaces de escuchar frecuencias de hasta 60,000 hertz, es decir, casi tres veces más.
Esto significa, según el doctor Peter M. Skip Scheifele, profesor clínico de comunicación de ciencias y trastornos en la Universidad de Cincinnati, citado por el blog especializado Patas en Casa, que la pirotecnia no solo suena más fuerte para ellos, sino que también incluye componentes que los humanos ni siquiera notamos.
¿Es seguro ponerle tapones en los oídos a mi perro?
Interrumpir el sentido del oído puede ser problemático, ya que algunos ejemplares pueden desorientarse e incluso volverse agresivos al no entender qué está ocurriendo a su alrededor. Sin embargo, en situaciones que comprometen seriamente su bienestar, como el estrés provocado por la pirotecnia, puede ser una alternativa.
De acuerdo con la empresa biomédica MSD Salud Animal, los tapones tienen el potencial de minimizar el impacto del ruido si se utilizan correctamente. Estos pueden elaborarse de algodón y colocarse de manera superficial, nunca de forma profunda, ya que podrían lastimar el canal auditivo o provocar infecciones.
Es importante entender que estos elementos no son una cura para la fobia ni una solución definitiva. Funcionan como una herramienta temporal para manejar episodios ruidosos cuando no se cuenta con otra opción inmediata.
De igual manera, debe tomarse en cuenta que algunos perros no los toleran y pueden intentar quitárselos, lo que incrementa su ansiedad. Por ello, su uso debe ser supervisado y siempre priorizando la comodidad del animal.
Alternativas más cómodas para proteger a tu perro
Una de las opciones más cómodas, seguras y recomendadas son las orejeras antirruido, las cuales, diseñadas especialmente para ellos, ayudan a reducir el volumen de los sonidos externos sin bloquear por completo la audición. Además de atenuar el ruido de la pólvora, pueden reducir la ansiedad y brindar una sensación de contención y calma, aunque es esencial elegir la talla adecuada y asegurarse de que queden firmes, pero sin apretar.
Otra alternativa son las diademas acolchadas que resultan útiles para ejemplares que no toleran estructuras más rígidas. Aunque no eliminan el sonido, pueden reducir ligeramente su intensidad y proporcionar una sensación de protección y calor en la zona de las orejas.
Pero además de estos dispositivos, es recomendable complementar la protección auditiva con un entorno seguro: cerrar puertas y ventanas, poner música suave o ruido blanco para enmascarar los estallidos, permitir que el perro se refugie en un lugar donde se sienta cómodo y nunca castigarlo por sus reacciones de miedo.
¿Cómo afecta a los perros el sonido de la pirotecnia?
Entre las reacciones más comunes se encuentran los ladridos excesivos, intentos desesperados por huir o esconderse, temblores, jadeos, inquietud y quejidos. En casos más graves, pueden presentarse salivación, taquicardia, micción o defecación involuntaria, vocalizaciones intensas e incluso trastornos gastrointestinales, describe Purina.
Además, los ruidos fuertes pueden provocar problemas físicos como pérdida de audición o tinnitus, una condición en la que el animal percibe sonidos que no provienen de una fuente externa.
Según la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (ASPCA), casi una de cada cinco mascotas perdidas se extravía después de asustarse por fuegos artificiales u otros ruidos intensos, lo que dimensiona la gravedad del problema y la necesidad de mantenerlos seguros en casa.