Cuál fue el primer monumento mexica que Hernán Cortés ordenó destruir

El español sabía que este edificio era clave para la fe de los antiguos mexicanos

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Hernán Cortés destruyó gran parte de Tenochtitlán, pero empezó con este edificio. 
Imagen:
Wikimedia
Hernán Cortés destruyó gran parte de Tenochtitlán, pero empezó con este edificio. Imagen: Wikimedia

Aunque Hernán Cortés contaba con varias alianzas y tenía armas mucho más precisas que las de los mexicas, le fue bastante complicado hacer caer a la Gran Tenochtitlán; de hecho, la primera vez que intentó atacar al poderoso imperio de Moctezuma fue un absoluto fracaso.

No obstante, terminó lográndolo, marcando así el final de una era y un antes y después en la historia de México. Convertir aquella ancestral ciudad en una colonia española no fue tarea fácil, y el extranjero se valió de diversas tácticas para lograrlo, una de ellas fue la evangelización y la extinción de uno de los pilares de los mexicas: su fe.

Una vez que Hernán Cortés tomó el control de la ciudad supo que necesitaba desmoralizar a los mexicas lo más posible y comenzó con la destrucción de sus templos más emblemáticos. La actual Ciudad de México fue construida sobre una metrópoli abismalmente distinta.

El primer monumento mexica que fue destruído fue, por supuesto, el Templo Mayor, esto por su importancia para el pueblo mexica y lo que significaba para sus creencias. La cosmovisión de la antigua civilización se representaba perfectamente en dicho templo: era el centro del mundo, desde donde se podía subir a los niveles celestiales o bajar al inframundo.

El Templo Mayor era el edificio más importante para las creencias de los mexicas (Archivo)
El Templo Mayor era el edificio más importante para las creencias de los mexicas (Archivo)

Por ello, Cortés mandó destruir con urgencia este importante edificio y fue el inicio de una operación sistemática que terminó con la ciudad hasta sus cimientos. Con el paso de los años, los arqueólogos han ido encontrando vestigios de lo que alguna vez fue La Gran Tenochtitlán, colaborando así al sincretismo cultural que le da forma a la Ciudad de México.

El templo mayor: su descubrimiento y los dioses a los que adoraban en su cima

El Templo Mayor fue uno de los principales templos de la ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio mexica. Se encuentra en el actual centro histórico de la Ciudad de México. Este templo estaba dedicado a dos deidades principales: Huitzilopochtli, dios de la guerra, y Tláloc, dios de la lluvia y la agricultura. El Templo Mayor era el centro religioso y político de los mexicas, donde se realizaban importantes ceremonias y rituales.

Una radiografía del templo mayor (Archivo)
Una radiografía del templo mayor (Archivo)

Las excavaciones arqueológicas en este sitio comenzaron en 1978, tras el descubrimiento accidental de la Coyolxauhqui, una escultura monolítica que representaba a la diosa lunar mexica, lo cual marcó el inicio de importantes hallazgos que han permitido a los especialistas conocer más sobre la cultura azteca y su compleja religión.

El Templo Mayor era un complejo de construcciones que incluía pirámides escalonadas, plataformas y varios edificios menores. Estaba situado en el centro de Tenochtitlán, rodeado por el recinto ceremonial, compuesto por múltiples templos menores, escuelas para los nobles (Calmécac) y viviendas para sacerdotes. A lo largo de los años, el templo fue reconstruido y ampliado en varias ocasiones, reflejando el crecimiento y la prosperidad del imperio mexica.

Durante la conquista de Tenochtitlán por Hernán Cortés y sus aliados indígenas en 1521, gran parte de la ciudad, incluyendo el Templo Mayor, fue destruida. Los españoles utilizaron las piedras de estas estructuras para construir nuevas edificaciones, como la Catedral Metropolitana de México, en el mismo lugar.

Actualmente, el sitio del Templo Mayor es un museo y zona arqueológica que permite a los visitantes comprender la importancia de este complejo en la vida religiosa, política y social de los aztecas. Se han recuperado miles de objetos, tales como esculturas, joyas, armas y restos de ofrendas que fueron enterradas como parte de los rituales aztecas. Estos hallazgos han proporcionado valiosa información sobre esta civilización prehispánica y sus creencias.