Los burros bomberos que ayudan a proteger Doñana de los incendios: “Restaurar una hectárea quemada es mucho más costoso”

Un grupo de 18 asnos ayuda en el desbroce de los bosques de Hinojos (Huelva) y en esas zonas “no se han registrado fuegos en los últimos doce años”

Dos de los burros que ayudan a mantener limpio Doñana para evitar incendios. (Mujeres por Doñana)

La ganadería extensiva desempeña un papel relevante en la prevención de incendios forestales porque contribuye al control del matorral y la maleza, que son los principales combustibles naturales en los bosques. En zonas como Doñana, en Huelva, es una fórmula que llevan aplicando desde hace más de una década gracias a un grupo de 18 burros que patrullan este entorno natural, limpiando los pastos secos y protegiendo así el espacio sin recurrir a maquinaria pesada ni productos químicos. Y es que los recientes incendios en España, que ya han quemado más de 400.000 hectáreas, han puesto en evidencia el valor de este método tradicional para mantener el equilibrio de los ecosistemas y limitar el impacto de los grandes fuegos.

Los burros de Doñana, que pertenecen a la asociación ‘El Burrito Feliz’ y trabajan concretamente en los bosques del municipio onubense de Hinojos, “no están colocados ahí por casualidad”, pues se trata de una zona “especialmente sensible” donde también hay linces, una especie que ha pasado de estar en peligro de extinción a la categoría de “vulnerable” gracias a los esfuerzos de conservación, si bien siguen existiendo amenazas. “A veces los linces vienen aquí y se tumban incluso junto a los burros. Es un ejemplo de la simbiosis y la eficacia de estos animales desbrozadores que no solo protegen al bosque de los incendios, sino que además protegen la avifauna de esta zona”, explica a Infobae España el presidente de esta asociación, Luis Manuel Bejarano.

El éxito del batallón de burros bomberos se debe a que los animales siguen “un protocolo muy serio, casi militar, aclara Bejarano y, de hecho, efectivos de la Unidad Militar de Emergencia (UME) “han avalado” este método. Durante jornadas de siete horas, los burros limpian cortafuegos: áreas delimitadas por vallas desmontables de aproximadamente 40 metros de largo por 20 de ancho, donde eliminan el pasto y la maleza. En ocasiones, los animales llegan a abarcar más de un cortafuego en un mismo día.

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Las integrantes del colectivo Mujeres por Doñana llevan el agua para que los animales puedan beber. (Cedida a Infobae)

Los asnos están vigilados en todo momento por las voluntarias que del colectivo ecologista ‘Mujeres por Doñana’, que llevan el agua que necesitan para cada jornada, “unos 15 0 20 litros por animal”. “Son casi 400 litros que hay que llevar con carretillas porque estas mujeres no disponen de ningún vehículo ni ningún quad para poderlos transportar", aclara el activista.

Bejarano también destaca que los burros resultan especialmente valiosos en el mantenimiento de los bosques, ya que, a diferencia de las cabras, ovejas o vacas, no dañan los árboles jóvenes -los plantones- al alimentarse principalmente de pasto y hierba. Su sistema digestivo de un solo estómago hace que seleccionen este tipo de vegetación, lo que permite conservar mejor la regeneración forestal si se gestiona adecuadamente su presencia en los cortafuegos.

“Por eso los cortafuegos deben estar vigilados. Cuando han acabado con esa hierba o ese pasto, deben inmediatamente pasar a otro, y así se preserva sorprendentemente íntegro el bosque en toda su plenitud”, explica.

Efectivos de la UME junto a uno de los animales de El Burrito Feliz. (Mujeres por Doñana)

Un trabajo que comienza en primavera

La labor de los burros en Doñana comienza en primavera, cuando consumen la hierba verde antes de que se seque en verano y se convierta en material inflamable, mientras que en el periodo estival actúan sobre las zonas con pasto seco, y aunque esta última tarea requiere mayor esfuerzo, “resulta efectiva”. “En las áreas donde los burros han realizado este desbroce no se ha registrado ningún incendio en los últimos doce años”, asegura.

La ola de incendios de 2025 se ha posicionado como el peor año de superficie quemada de las últimas décadas

Bejarano señala que, durante todo este tiempo, la asociación ha asumido los costos de esta labor con recursos propios, sin recibir ayuda de la Junta de Andalucía, pese a las reiteradas solicitudes de materiales como vallas o depósitos de agua. Lamenta así que la protección de los bosques dependa de particulares, porque “las instituciones no demuestran interés en la prevención de incendios”. También advierte que restaurar una hectárea tras un incendio “resulta mucho más costoso que invertir en medidas preventivas como el uso de burros”.

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