Pedro Piqueras no se ha retirado del todo, pero sí ha cambiado el tono. Más relajado, reflexivo y con ganas de contar lo que ha vivido sin las prisas del directo. Así lo ha dejado claro en su gira de entrevistas para promocionar su nuevo libro, Cuando ya nada es urgente, una especie de memoria personal y profesional donde repasa los hitos (y entresijos) de su dilatada trayectoria en el periodismo.
En su reciente paso por el pódcast Lo que tú digas, conducido por Álex Fidalgo, el veterano presentador de Informativos Telecinco se ha soltado aún más, dejando alguna que otra confesión jugosa que va más allá del simple repaso a su carrera. Entre ellas, una historia hasta ahora poco conocida: cómo se fraguó el fichaje de Sara Carbonero por Mediaset.
“Lo de Sara es un caso paradigmático”, suelta Piqueras, dejando claro desde el principio que no fue una elección al azar. “Es una mujer bellísima. Yo la veía en laSexta, haciendo deportes, y pensaba: ‘¡Qué mujer tan guapa, qué forma de estar ante la cámara!’. Entonces me entró la curiosidad por escucharle la voz. La escuché y dije: tiene una voz portentosa”. Así comenzó, lo que él mismo define, como una especie de fascinación profesional.
Para Pedro, Carbonero tenía todos los ingredientes de lo que llama un “animal televisivo”. Por eso, decidió mover ficha. “Le propuse a mi jefe, Paolo Vasile, que la ficháramos. Y me respondió: ‘Bueno, sí... inténtalo’. Pero me dio una cantidad irrisoria para la oferta”. Piqueras, lejos de tirar la toalla, optó por el plan B: “Le dije a Vasile, vamos a cenar con ella. Quiero que la conozcas. Nada más”.
Y así fue. La cena sucedió, el encuentro tuvo lugar y, según relata Pedro, el flechazo empresarial fue instantáneo. “En un momento en que ella se fue al baño, Paolo me dice: ‘Es la mujer más bella que he visto en mi vida’. Y acto seguido añadió: ‘Bueno, vamos a subirle la cantidad’. Claro, así sí”.
Pero más allá de la anécdota con tintes cinematográficos, Piqueras lanza una reflexión bastante seria: la belleza de Sara Carbonero, paradójicamente, jugó en su contra. “Digo lo de bellísima porque fue lo peor que le pudo pasar. Todo el mundo la atacó por ser tan guapa. Como si fuera un pecado. Y ella no tenía culpa de eso”, apunta. Aun así, Pedro defiende que su compañera era, ante todo, una gran profesional: “Yo creo que era extraordinaria en lo suyo”.
Con ese tono pausado y sin la urgencia de los informativos, Pedro ha aprovechado el momento para repasar más que una carrera: una vida entera dedicada a contar noticias. Ahora, desde el otro lado del foco, se permite mirar atrás sin tapujos, hablar con honestidad y poner nombres propios a historias que, hasta ahora, solo conocían unos pocos.
Una cosa queda clara: cuando Piqueras habla, no lo hace por hablar. Y si ahora ha decidido contar ciertas cosas, es porque siente —como dice el título de su libro— que ya nada es urgente. Pero sí importante.