Tamara Falcó e Íñigo Onieva abren las puertas a la adopción para ser padres

Tamara Falcó está viviendo una de las épocas más felices de su vida tras su boda con Íñigo Onieva. Desde que se dio el ‘sí, quiero’, el pasado mes de julio, la pareja vive en una eterna luna de miel que parece también se extenderá hasta las navidades, pues la han planeado todo al detalle. Así lo desveló la marquesa de Griñón en una de sus últimas apariciones públicas en la fiesta organizada por una conocida marca de champán.

En ella reveló que ya han planeado cómo van a pasar las fiestas: “Yo pensaba que, por supuesto, siempre iba a pasar las Navidades con mi familia y, ahora, después de casarme resulta que tengo que compartir... Este año hemos decidido pasarlas todas con la mía, porque a finales de año vamos a hacer un viaje todos juntos”, ha contado, y es que se van a ir a Miami.

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Mientras llega el momento de este viaje y del reencuentro de todos los Preysler, el matrimonio está disfrutando de esta época en su nueva casa, la cual acaban de decorar para la ocasión. Y todo ello sin perder de vista sus deseos de ser padres algo que, según Tamara, tampoco es una obsesión para ella. “Cuando venga, yo feliz. Es algo que no me obsesiona y no tengo presión. Voy bastante a mi bola. Depende de Dios. Tengo plena confianza, si viene fenomenal, y también conozco matrimonios felices sin niños”.

Sin embargo, Falcó es consciente de que todo puede pasar e incluso se plantean la adopción. “No lo descartamos, pero es algo que aún no hemos hablado, porque seguimos con la ilusión de formar una familia. Es un momento súper bonito para vivir en pareja. Hace pocos meses que nos casamos y hemos viajado mucho”, afirma.

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Todos estos planes que tienen en mente se desarrollan en el mismo escenario, el ático que Tamara Falcó se compró a finales de 2020 en la lujosa urbanización de Puerta de Hierro, en Madrid, y al que se acaban de mudar.

Dispuestos a disfrutar de la máxima intimidad, han decorado la amplia terraza de la vivienda con una frondosa y alta cantidad de vegetación que impide que sea un área visible desde el exterior y es que, pese a su fama, su intención es permanecer ajenos a miradas curiosas.