El programa de Gobierno presentado por el entonces candidato Jair Bolsonaro, dejaba claramente sentado algunos puntos de su proyecto para las relaciones internacionales de Brasil, en caso de ganar las elecciones:
– Facilitar el comercio internacional como una de las maneras más efectivas de promover el crecimiento de largo plazo;
–países más abiertos son también países más ricos (dice textual la parte en que se refiere al comercio exterior);
-reducir muchas alícuotas de importación, reducir también las barreras no tarifarias y, en paralelo, la constitución de acuerdos bilaterales internacionales.
El problema es que para todo esto o se desintegra el Mercosur o se flexibiliza el bloque.
No caben dudas que este será el tema central en la reunión con el presidente Mauricio Macri y no debe quedar al margen de la agenda, una posición conjunta respecto de Venezuela. Pero a la luz de la importancia que Brasil le está dando a su desarrollo económico, la posición de Brasil difícilmente sufrirá alteraciones.
A partir del 1 de enero de 1995, el Mercosur comenzó con lo que se denomina una "unión aduanera".
Los cuatro países miembros del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) pasaron a tener un único Arancel Externo Común – AEC- (o Tarifa Externa Comun – TEC), con el objetivo de evitar triangulaciones por parte de terceros países.
A modo de ejemplo:
Un importador brasileño desea comprar un bien producido en España. Otro importador argentino desea comprar el mismo bien producido por la misma fábrica en España.
La Unión Aduanera posibilita que el impuesto de importación en ambas operaciones (es un costo para el importador) sea el mismo y de esta forma se evita la denominada triangulación.
Continuando con el ejemplo, estimamos el impuesto de importación (TEC) en 15%. De esta forma no hay ventajas para uno de los dos importadores respecto del otro.
Imaginemos que el mismo bien es producido por otra empresa en Argentina, y por el hecho de estar dentro del Mercosur, cuando el importador brasileño compre del fabricante argentino, la operación no tendrá que pagar el impuesto de importación porque el impuesto de importación intra-bloque es cero.
Esto permite dos cosas en el corto plazo:
A -Desvía el comercio. El importador brasileño va a preferir comprar el producto de la empresa argentina porque al no pagar impuesto de importación, su costo final será más barato.
NOTA: siempre que el precio de venta del producto argentino sea como máximo, un 15% más caro que el producto español.
B – El Mercosur se convierte en una protección para la ineficiencia del productor argentino (ocurre en el sentido contrario del comercio, también).
Un producto fabricado en Argentina con un costo de hasta 15% mayor que el español, tendrá mercado cautivo en Brasil porque, al mismo precio (valor de exportación más impuesto de importación) el comprador de Brasil, optará por comprar el producto argentino por cercanía geográfica, menor costo del flete internacional y porque al no pagar impuesto de importación, la base de cálculo para los demás tributos (créditos fiscales para la operación) será más baja. El costo financiero de la compra internacional, será menor que comprando de España.
De no existir la Tarifa Externa Común y donde cada país podría colocar el impuesto de importación que estime mejor para su economía, podríamos simular un ejemplo parecido.
Un importador brasileño compra un producto español pero, al no existir la TEC, Brasil determina que ese producto paga apenas el 5% en concepto de impuesto de importación.
Desde Brasil, con un Certificado de Origen otorgado de forma irregular, el producto podría ingresar a la Argentina como siendo producto brasileño, sin pagar ningún impuesto por el acuerdo Mercosur, pero el mismo producto importado por una empresa argentina desde España pagaría 15% (la TEC sirve, entre otras cosas, para evitar estas situaciones).
Así, al existir alícuotas de importación diferentes, habría desequilibrio en el comercio bilateral entre Argentina y Brasil.
Al margen de tratarse de una operación irregular (el Certificado de Origen solo se otorga a productos con más del 60% de costo nacional), es totalmente posible de observar este tipo de conductas.
El gobierno de Brasil, acaba de anunciar que va a reducir los aranceles de importación de muchos productos de su pauta importadora. Lo que para muchos argentinos será un sacrilegio (cómo el Gobierno de Brasil se atreve a que sus industrias compitan con industrias del exterior) es en realidad la necesidad de aumentar la competitividad.
Muchos años de un mercado internacional cerrado y protegido impide que las industrias locales tengan que preocuparse por ser mejores que sus pares en otras latitudes.
Después de todo, bastaba pedir protección del Gobierno de turno que se inventaba una barrera tarifaria (aumento del impuesto de importación) o una barrera no tarifaria (aumento de las trabas para importar, suficientemente fuertes para que ese producto sea comprado de la industria nacional a pesar de ser mas caro).
Esta práctica se justificó con el objetivo de defender el empleo nacional y defender a la industria local, pero se omitió el costo que esto tendría en el futuro. Cuando no se precisa ser mejor, se inhibe la necesidad de invertir para ser mejor.
¿Por qué un industrial invertiría para producir "más, mejor y más barato", si el producto, tal como estaba, se vendía perfectamente bien, gracias a las protección del gobierno y con un excelente margen de ganancia?
El Mercosur tuvo como uno de los resultados más divulgados, el aumento del comercio intra-Mercosur.
De hecho, en el año 1990, previo al Tratado de Asunción en 1991, Brasil exportó a la Argentina, un total de USD 645 millones, y Argentina había exportado a Brasil, la suma de USD 1.400 millones. La corriente de comercio (suma de exportaciones e importaciones) llego a USD 2.045 millones.
En el año 1997, ese valor sumo USD 14.687 Millones
El récord se logró en el año 2011 en que la corriente de comercio fue de USD 39.607 millones. El año 2017 cerró con una corriente de comercio de USD 27.054 millones. El año 2018, cerro, motivado por una caída estrepitosa de las importaciones argentinas, con una corriente de comercio de USD 26.002 millones.
¿Cómo queda el Mercosur?
La intención del presidente Bolsonaro de abrir Brasil al mundo no está en línea como el Mercosur tal como está.
En 27 años de existencia, el Mercosur cerró acuerdos con apenas 4 países / bloques: Israel, Egipto, India y África Austral (Sudáfrica, Angola, Madagascar, Mozambique, Zimbabue, entre otros países).
También firmó un acuerdo con Palestina que está en revisión desde el año 2011.
Informaciones emanadas por el Gobierno Bolsonaro dan cuenta que Brasil podría reducir el impuesto de importación de una gran cantidad de productos y si así fuera, estaremos ante el comienzo de una transformación del Mercosur para una Zona de Libre Comercio o de su desintegración como Bloque.
La Unión Aduanera impide que un país socio haga acuerdos con cualquier otro país o bloque, salvo que vayan todos los socios juntos. Dicho de otra forma, si uno no quiere, tres no pueden. Imaginemos que Brasil tiene interés de cerrar acuerdo bilateral con Estados Unidos, pero por las restricciones de la Unión Aduanera a negociar cada uno por su cuenta propone que el Mercosur avance en una alianza del Bloque con el presidente Trump.
Paraguay estima que un acuerdo con la economía más avanzada del mundo, no es estratégicamente conveniente para la región y por tal motivo se opone.
Como está el Mercosur hoy, Brasil no podrá firmar el acuerdo por afuera del bloque. Es esto lo que Bolsonaro está proponiendo cambiar.
Imaginamos que la manifestación por parte de Paulo Guedes – el Súper Ministro de Economía – respecto a la falta de prioridad que tiene el Mercosur para Brasil, son parte de una estrategia de negociación para que el Mercosur retome su agenda expansiva de acuerdos con el mundo para vender más productos. Pero no tenemos dudas que si en la reunión con Macri Bolsonaro no observa que van juntos por la senda de la apertura comercial, ni el Mercosur ni Argentina, estarán en la primera página de las relaciones internacionales del nuevo Gobierno.
El presidente Macri se verá entonces, en una disyuntiva. Por un lado puede tener la voluntad de flexibilizar el Mercosur abriendo el bloque al mundo, pero en los acuerdos comerciales se facilita el comercio en los dos sentidos y con tasas de interés anual del 60%, inflación anual del 47% y una clara falta de política de Estado para el aumento de las exportaciones argentinas, la competitividad del producto local está claramente comprometida.
Firmar acuerdos con terceros mercados no solo no garantizará el aumento de las exportaciones de nuestro país, sino que también podría aumentar las importaciones, generando un nuevo canal de reclamos por parte de los industriales argentinos que pedirán, nuevamente más protección.
Corremos el enorme riesgo de entrar en un círculo vicioso donde el perro se corre la cola pero no sale del lugar.
La buena noticia es que falta poco para saber qué Mercosur nos depara el destino y cuál será la relación con nuestro mejor cliente, en el caso de que la relación se mantenga y el Mercosur sobreviva