Chagall regresó a Rusia con una exposición antológica después de 40 años

El Museo Pushkin sorprende con una muestra única que explora la dualidad entre la ligereza onírica y la profunda humanidad del célebre pintor, incluyendo piezas inéditas y recuerdos de su infancia en Vítebsk

El Museo Pushkin de Moscú inauguró la exposición antológica 'Marc Chagall: La alegría de la atracción terrenal', la primera en casi cuatro décadas, con ánimos de demostrar que el pintor, reconocido por la ligereza de sus imágenes, tenía los pies bien firmes sobre la tierra

El Museo Pushkin de Moscú inauguró la exposición antológica Marc Chagall: La alegría de la atracción terrenal, la primera en casi cuatro décadas, con ánimos de demostrar que el pintor, reconocido por la ligereza de sus imágenes, tenía los pies bien firmes sobre la tierra.

Esta muestra “reúne los principales temas abordados por Marc Chagall. Aún con toda la ingravidez, ligereza y lirismo de su creación, siempre fue un hombre apegado a lo terrenal”, afirma la directora del museo, Olga Galaktiónova, en sus palabras introductorias a la exposición.

Entre lo estelar y lo telúrico

Nada más subir la escalinata del Pushkin, se atisba la silueta de un chivo, imagen recurrente de su obra y símbolo de la felicidad ilimitada y el deleite con placeres simples de la vida, sobre el cual prácticamente levitan diversos instrumentos musicales, también vinculados en este creador hebreo a la alegría de vivir.

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La exposición incluye más de un centenar de dibujos, plumillas, acuarelas, aguafuertes, óleos -algunos icónicos, como Sobrevolando la ciudad (1918)- procedentes no solo de las principales pinacotecas rusas como la Galería Tretiakov, el Museo Ruso de San Petesburgo o el propio Museo Pushkin, sino de museos locales e incluso coleccionistas privados.

La muestra reúne más de cien obras de Chagall, incluyendo óleos, acuarelas y dibujos de colecciones rusas y privadas

Frente a Sobrevolando la ciudad, colgada por encima del nivel de las miradas para subrayar la condición etérea de los amantes, Alina, joven informática que acudió a la exposición el mismo día de su apertura, asevera que “amar se siente justamente así. Es como si volaras”.

Este ambicioso proyecto muestra al público diversas aristas del arte de Chagall: un lugar especial está destinado a siete murales únicos pintados en 1920 para el Teatro de Cámara Hebreo de Moscú.

Sin embargo, también hay otras piezas únicas, prácticamente exclusivas, como una serie de ilustraciones creadas por el pintor entre 1914 y 1915 para un libro de cuentos infantiles del escritor hebreo Der Nister (Pinchus Kahanovich, 1884-1950).

“Estos maravillosos dibujos llegaron al museo ruso en 1924, sin embargo, solo conseguimos el libro en 2002: los textos de la edición príncipe de 1917 jamás volvieron a publicarse, se trata de una verdadera joya del patrimonio de Marc Chagall”, indicó la directora general de museo, Alla Manílova, citada en el catálogo de la muestra.

La exposición presenta los murales originales que Chagall pintó en 1920 para el Teatro de Cámara Hebreo de Moscú

La sombra negra de la guerra

Sin embargo, no todo es alegría y ligereza en la obra del pintor nacido en 1887 en la provincia bielorrusa de Vítebsk. Chagall también muestra el impacto de la Primera Guerra Mundial en piezas que transmiten el dolor dejado por la contienda.

Todas de pequeño formato, se exhiben en un local de paredes irregulares, pintadas de negro, en las que resaltan gracias a luces dirigidas.

Soldados heridos, mujeres llorando a sus muertos, un mujik (campesino eslavo) con los ojos ensombrecidos y un hato a su costado, desamparado, perdido en medio de un sufrimiento sin límites. Imágenes que adquieren particular vigencia en Rusia con la guerra en Ucrania como telón de fondo.

Los visitantes se desplazan por la sala como sombras negras, sumergidas en esta experiencia agobiante. “Para mí es un Chagall irreconocible”, confiesa Andréi, un hombre entrado en años.

“Es como si mostraran el negativo de su foto, sin alegría, sin ternura. Solo pesar”, dice.

Obras inéditas de Chagall ilustran cuentos infantiles del escritor hebreo Der Nister, conservadas como joyas patrimoniales

Santo Vítebsk, pleno seas de gracia

Pero el grueso de la muestra trae de vuelta a la vida cotidiana, al imaginario nacido de las calles humildes y polvorientas de Vítebsk y su particular aliento hebreo de principios del siglo XX.

Bodas, paisajes urbanos, músicos, payasos, barrenderos, enamorados: todo con la gracia y la ligereza inherentes a su pintura, su premonición surrealista de la vida cuando todavía este movimiento artístico apenas daba sus primeros pasos en Europa.

La distorsión de la perspectiva y de las proporciones en sus dibujos y pinturas aluden al carácter selectivo de su memoria y el ímpetu de la nostalgia, esa misma que le incitó a ilustrar obras del escritor ucraniano Nikolái Gogol años después de haberse marchado a Francia.

En el lienzo Las nupcias -casi completo en blanco y negro al estilo del cine mudo- sobre la mejilla de la novia, casi cayendo como una lágrima, se dibuja una silueta infantil, mientras un ángel de alas rojas, incandescentes, junta a la pareja.

La vida cotidiana de Vítebsk y la influencia hebrea del siglo XX inspiran escenas de bodas, músicos y paisajes urbanos en la muestra

Mientras, en el lienzo Amantes azules una pareja se junta en un beso tierno, comedido, de labios que apenas se rozan, y en el que, sin embargo, aflora una pasión sumergida increíblemente fuerte.

Pero más allá del conjunto de las obras, la muestra logra su propósito al develar al pintor de carne y hueso con una sorpresa especial. Un cuarto típico de la infancia de Chagall, con los muebles originales que pertenecieron a su hermana cuando vivía en Vítebsk y fueron entregados al museo ruso por su sobrina.

Fuente: EFE/ Fernando Salcines atte y archivo.

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