La belleza del día: “Guillermo II, príncipe de Orange, y su novia María Enriqueta Estuardo”, de Anton van Dyck

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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“Guillermo II, príncipe de Orange, y su novia María Enriqueta Estuardo” (1641) de Anton van Dyck
“Guillermo II, príncipe de Orange, y su novia María Enriqueta Estuardo” (1641) de Anton van Dyck

I

¿Qué decir de Anton van Dyck? Nació en Amberes en 1599. Fue un gran pintor flamenco, autor de notables obras que iban desde el retrato de la nobleza hasta composiciones sobre temas bíblicos y mitológicos. Fue discípulo, asistente y amigo de Rubens. De él aprendió la técnica y también el estilo. Siguió sus pasos hasta hacer su propio camino. Cuando Rubens murió en 1640, le ofrecieron dirigir el taller de su maestro. Van Dyck no sabía que al año siguiente, en diciembre de 1641, moriría él. Quizás lo presentía. Entonces dudó.

En ese momento tenía sus propios alumnos y era un respetado y prestigioso pintor. Había hecho el famoso Triple retrato de Carlos I, el Autorretrato con un girasol y la colorida Virgen del Rosario, por citar apenas tres ejemplos. En ese momento estaba en Londres. Vivía una vida cómoda y lujosa. Tenía una casa enorme con siervos, carrozas y caballos donde hacía fiestas para la nobleza inglesa con orquesta de músicos, bufones graciosos y deliciosos banquetes.

El mismo rey era un invitado tan recurrente que hasta mandó hacer modificaciones al jardín de la casa del pintor para poder llegar más fácilmente a través del río. Le encantaban las fiestas y particularmente las que hacía Van Dyck. Allí, en Londres, el pintor tenía todo lo que había soñado, incluso cosas que ni siquiera hubiese imaginado, sin embargo sentía que todavía podía dar mucho más, que su gran obra aún no había llegado y que pronto, si la suerte lo acompañaba, la ejecutaría. Entonces, ¿debía ir a Amberes a dirigir el taller de Rubens?

II

Con esas ideas dando vueltas en la cabeza decidió aceptar. No tenía nada que perder. Y además era su gran maestro, su amigo, un lazo de honor lo unía hacia él. Pero el destino tuerce su rumbo y, justo antes de partir a Amberes, le llega una carta. El rey de Francia Luis XIII estaba buscando a un artista que decorase las salas principales del Palacio del Louvre. ¿Sería eso lo que estaba esperando, el próximo escalón en su carrera artística? Quiso creer que sí, pero finalmente no lo aceptaron: el rey se decidió por Nicolas Poussin y Simon Vouet.

Como creía en el destino, dijo: por algo será. Y tenía razón. Ese mismo año, el rey inglés Carlos I lo citó nuevamente en Londres. Estaba con él Federico Enrique, de la casa de Orange-Nassau, gobernante de las Provincias Unidas de los Países Bajos. Ambos lo reciben. Primero le dan la noticia: María Enriqueta Estuardo, de nueve años, hija del rey, y Guillermo II de Orange-Nassau, de catorce, hijo de Federico Enrique, iban a casarse. Luego, le piden que los retrate para conmemorar la unión. Querían un retrato único, inolvidable, como ese matrimonio.

"Autorretrato con un girasol" (1632, colección privada) de Anton van Dyck
"Autorretrato con un girasol" (1632, colección privada) de Anton van Dyck

Guillermo II, príncipe de Orange, y su novia María Enriqueta Estuardo es un óleo sobre lienzo de 180 centímetros de alto por 132 de ancho que está en Rijksmuseum —en español: Museo del Reino—, también conocido como Museo Nacional de Ámsterdam, que posee la más famosa colección de pinturas del Siglo de Oro Neerlandés: Geertgen tot Sint Jans, Lucas van Leyden, Hendrick Goltzius, Frans Hals, Jan Vermeer, Ferdinand Bol, Nicolaes Maes, Guerrit Dou, Jacob Ruysdael. También Rembrandt, por supuesto. Y Anton van Dyck, desde luego.

III

De más está decir que fue un matrimonio por conveniencia. Carlos I designó a su hija, María Enriqueta Estuardo, Princesa Real en 1642, estableciendo así la tradición de que la hija mayor del soberano británico pudiera llevar este título. Desde que nació sabía que ella le daría una gran oportunidad política. Su deseo inicial era casarla con el príncipe de Asturias, Baltasar Carlos, único hijo y heredero del rey Felipe IV de España. No pudo concretar ese matrimonio, pero sí con el heredero de la casa Orange-Nassau que gobernaba los Países Bajos.

La celebración fue el 2 de mayo de 1641 en la Capilla Real del palacio de Whitehall de Londres. El novio la esperó en el altar con un traje de terciopelo rojo y ella llegó, radiante, bellísima, con un vestido plateado cuya cola sostenían 16 mujeres. Esa noche, cuentan, sólo se besaron. Eran apenas unos niños. Varios años después consumaron su matrimonio y hasta aprendieron a quererse. Pero llegarían las tragedias: en 1647 muere el padre de Guillermo II y se convierte en gobernante de las provincias neerlandesas; el 1649, el rey Carlos I es derrocado y ejecutado.

Las muertes seguirían. Ahora le tocaba a Guillermo II. Viruela. Tenía apenas 24 años. María estaba embarazada cuando enviudó. Había sufrido un aborto espontáneo dos años atrás y todos creían que había quedado infértil. El niño nació y se consagró rey de Inglaterra, Irlanda y Escocia, pero esa ya es otra historia. María murió en 1660, a los 29 años, también de viruela. Anton van Dyck, nuestro pintor, murió mucho antes, en 1641, ocho días después de que naciera su hija. Al menos la conoció, la tuvo en sus brazos, la besó. Ese recuerdo hermoso se lo llevó a la tumba.

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