Stefano Bollani: “El gran regalo de la música es que no necesita palabras, vibra en el interior de nuestro cuerpo”

El pianista italiano dialogó con Infobae Cultura antes de tocar por partida doble en Buenos Aires: el viernes, en el teatro Coliseo, para presentar ‘Que Bom’, su último disco, y el domingo, en el CCK, para estrenar su “Concerto Azurro”

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El músico italiano llega al país para realizas dos presentaciones diferentes
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Cita una frase dicha por Elvis Costello, que aparentemente habría citado a Thelonious Monk. Stefano Bollani, uno de los pianistas más destacados de las últimas décadas en el planeta del jazz y sus alrededores, dice, en la conversación telefónica con Infobae Cultura, que "hablar sobre música es como bailar sobre arquitectura". Y agrega: "Sin embargo, hablamos de música; es una de las cosas que más nos gusta hacer".

La primera vez que el italiano tocó en Buenos Aires fue hace doce años, el 11 de mayo de 2006, intergrando el grupo del trompetista Enrico Rava. Y ahora, este viernes 15 y el domingo 17, su estilo explosivo, a veces humorístico, en ocasiones deslumbrante y siempre sorprendente, volverá a sonar en esta ciudad.

Con dos grupos y dos proyectos musicales diferentes –pero conectados entre sí, desde ya–, quien se define más como "improvisador" que como "músico de jazz", actuará primero en el Coliseo, como parte del ciclo Italia XXI y presentando Que Bom, un disco que saldrá a la venta en estos días y que circula alrededor del imaginario musical brasileño, junto con los mismos intérpretes con los que había grabado el anterior Carioca: el contrabajista Jorge Helder, Jurim Moreira en batería y el percusionista Armando Marçal en percusión, más un nuevo integrante, Thiago da Serrinha, también en percusión. Y dos días después estará en la Sala Sinfónica del CCK junto con la Orquesta Sin Fin que dirige Exequiel Mantega y estrenando su Concerto Azurro.

El músico regresa a Bueno Aires, pero por primera vez como solista
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"Cada músico piensa lo que hace de manera diferente", dice quien, entre otras cosas, comparte con Fredrich Gulda y Herbie Hancock el curioso podio de los pianistas con los que Chick Corea eligió tocar a dúo. "Cada uno tiene su manera de hacer las cosas –amplía–. El resultado puede ser parecido aunque se haya llegado por caminos totalmente distintos. No importa mucho el género, que es un poco lo que determina nuestro aprendizaje, nuestras zonas de afinidades y nuestra formación, sino hacia dónde queremos ir. Cada uno va con su bagaje. Un músico más 'clásico' que yo tal vez piense la música en términos más visuales, porque piensa en la partitura, otro piensa a partir de la melodía, o del ritmo, Las manera de pensar la música son diferentes pero el resultado es el mismo. Cuando un encuentro un buen músico, sea de jazz, rock, clásico, o de algún folklore o lo que sea, es la misma cosa. Se es músico. Se trata de ser musical"

Bollani volvió a esta ciudad en 2007, 2014 y en 2017. En esa última ocasión, hablando de sus múltiples caras musicales, le dijo a este periodista una de sus frases más perfectas: "Hacer música es una manera mucho más barata de tratar de entenderme a mí mismo que ir a un psicoanalista". Compañero de ruta de Rava, a quien considera su mentor, en discos esenciales como Easy Living, Tati y el notable dúo bautizado The Third Man, capaz tanto de tocar con el solista de bandolim Hamilton de Hollanda como de cantar junto con Chico Buarque, y de moverse sin dificultad (y con placer, desde luego) de las bandas de sonido de éxitos del cine italiano a las improvisaciones más abstractas.

Afirma que "hay, sin embargo, una diferencia entre los músicos clásicos y el resto del mundo. Yo sé que si me junto con músicos de la Argentina, de Brasil, de cualquier parte de América, y que vienen del jazz o del pop, vamos a partir de una idea muy simple, con una melodía y con una estructura para improvisar, o simplemente para tocar, y todo el mundo va a hacer la misma cosa, tomar esa melodía y convertirla en una cosa que existe en el presente. El música clásico 'clásico clásico clásico' necesita de una partitura precisa, y va a revivir la música del pasado. No la va a convertir en una obra del presente sino que tratará de recuperar el pasado de la manera más ajustada posible. Eso no sucede cuando yo me junto con estos músicos brasileños, por ejemplo. Somos todos improvisadores, y podemos, y nos gusta, manejarnos sin precisiones. Eso no es posible si se toca con una orquesta sinfónica."

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Su Concerto Azurro, precisamente, fue escrito para ser tocado con una orquesta de esa naturaleza. Pero, en su presentación porteña, sucederá otra cosa. "Será un verdadero estreno", asegura Bollani. "Porque no es una orquesta sinfónica sino una orquesta de improvisadores. Va a ser diferente de todas las veces anteriores. Estoy feliz porque no es que me entusiasme mucho hacer las mismas notas cada noche y en esta ocasión voy a poder ir por un tercer camino, digamos una vía en el medio de la del concierto clásico y la de la improvisación, y cambiar cosas y moverme con mucha mayor libertad, con una estructura mucho más abierta."

La idea de apertura, en efecto, es esencial no sólo en el estilo del pianista sino en su concepción del espectáculo, donde una imitación de Battiato o una tarantela pueden irrumpir con la máxima de las naturalidades. "Hablo de música, como decía antes, y me gusta hacerlo", dice. "Pero el gran regalo de la música es que no necesita palabras. Es un lenguaje que habla directo al corazón; al agua que está en nuestro cuerpo. Vibra en el interior de nuestro cuerpo. Eso no quiere decir que no pensemos en ella y que no intentemos expresar esos pensamientos en palabras. Y esas palabras revelan condicionamientos culturales muy fuertes. Para la idea occidental de la música, transmitida durante siglos por las academia, se trata de estructuras, de decisiones, de mensajes. Y de una cierta clase de espectáculo donde unos hacen y otros reciben. Pero para los mayas, para los indígenas de América, para los orientales, se trata de otra cosa. De un rito, de una fiesta, de una manera de hablar con los dioses, de una manera de llorar, de ser felices, de conectar el presente con los espíritus. La manera occidental y académica de entender la música, sin embargo, tiene apenas unos cuatrocientos años. Y la música es mucho más vieja que eso. Y supongo que mucho más duradera".

*Stefano Bollani en Buenos Aires
-Que bom. Con Jorge Helder en contrabajo, Jurim Moreira en batería y Armando Marçal Thiago da Serrinha en percusión. Teatro Coliseo (Marcelo T. de Alvear 1125). Viernes 15, a las 21.
-Concerto Azurro, junto con la Orquesta Sin Fin con dirección de Exequiel Mantega. Sala Sinfónica del CCK (Sarmiento 151). Domingo 17, a las 20.

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