Alí Bantú se autodefine como una voz de la izquierda que tiene profundas raíces en el Pacífico. Su trayectoria, desde sus orígenes en Timbiquí (Cauca), está marcada por el compromiso con la defensa de los derechos humanos, complementada por su ejercicio como abogado, criminólogo y constitucionalista, y una formación anclada en las luchas de las comunidades históricamente empobrecidas y excluidas.
De hecho, su historia está ligada a las condiciones adversas de la región: proviene de una comunidad atravesada por la pobreza y la explotación minera, en donde sus ancestros trabajaron forzadamente y él mismo, desde niño, acompañó a su familia en labores de subsistencia. Ese entorno, atravesado por el conflicto armado y la falta de oportunidades, se reflejó también en el destino de los suyos.
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La mayoría de sus contemporáneos, según relató a Infobae Colombia, fallecieron por la violencia o la exclusión. En su caso, fue el primero de 15 hermanos en completar una carrera universitaria, experiencia que comparte con jóvenes de sectores populares que encuentran en la educación una vía de transformación, no solo a nivel personal, sino en territorios por décadas olvidados por la institucionalidad.
Así, su vida y su carrera han estado vinculadas al movimiento estudiantil universitario y a las reivindicaciones contra la esclavitud y el racismo, inspirándose en referentes de la lucha antirracista y de la independencia, tanto en América como en África. Es por esto que decidió dar un siguiente paso y empeñar sus esfuerzos en llegar al máximo órgano legislativo del país, el Senado de la Repúlica.
En diálogo con esta redacción, el hombre de 38 años dejó en firme su deseo de defender desde la cuna de la democracia que la redistribución del poder es una deuda pendiente en y que, en consecuencia, defiende el acceso de las personas de sectores marginales a los espacios de representación y decisión; ámbitos que, sostiene, les han sido negados de manera sistemática a lo largo de los años.
Como uno de los particípices de la consulta del domingo 26 de octubre del Pacto Histórico, se refirió a varios temas: no solo su aspiración senatorial, también los motivos que lo llevaron a desistir de su precandidatura a la presidencia, y de algunos personajes de la política criolla que, desde su perspectiva, han sido ajenos a las luchas sociales y estarían más enfocados en satisfacer sus vanidades.
Infobae Colombia: Estuvo inscrito en la precandidatura del Pacto Histórico. ¿Qué pasó realmente en esa consulta, donde inicialmente había nueve candidatos y al final quedaron solo dos?
Alí Bantu: En la consulta del Pacto Histórico partimos nueve candidaturas, pero el proceso interno llevó a que finalmente quedaran dos. Mi precandidatura surge como expresión de las luchas y anhelos de los sectores populares, y desde ahí llegué junto a otros referentes históricos de la izquierda como Susana Muhammad, María José Pizarro, Gloria Flores, Gustavo Bolívar e Iván Cepeda.
Hubo una discusión profunda sobre quién debía representar a la izquierda en el Frente Amplio, más allá de aspiraciones individuales. Se alcanzó el consenso de que Cepeda será el símbolo de esas luchas históricas: la justicia, la ética en la política, la búsqueda de la verdad y la defensa de la justicia social y la paz; e impulsa la idea de una Paz Total, mientras desde mi candidatura defendemos la paz radical, que implica atacar las causas estructurales de la violencia, como la falta de acceso al agua potable en pueblos del Pacífico colombiano después de dos siglos de vida republicana.
Por esos motivos decidimos unirnos a la candidatura de Cepeda, en un acuerdo entre diversos sectores de la izquierda. Fue una decisión colectiva al entender que Iván Cepeda representa esa unidad y ese acumulado histórico de luchas sociales.
En este proceso también fue incluido Daniel Quintero, que después se retiró. ¿Qué opinión le merece tanto su entrada al proceso como la decisión de apartarse? ¿Eso afectó el trámite de la consulta?
Además de los candidatos que mencioné antes, también participaron Daniel Quintero y Carolina Corcho. A diferencia de nuestra postura, ellos decidieron inscribir sus candidaturas directamente, mientras que nosotros defendimos la necesidad de un diálogo abierto y sincero que incluyera las tensiones lógicas entre candidaturas legítimas. El objetivo era discutir el proyecto político de la izquierda, su rumbo, y no centrarse sólo en nombres.
El proceso se vio fuertemente afectado por las decisiones del Consejo Nacional Electoral (CNE), que saboteó la consulta desde el inicio: no reconoció plenamente la personería jurídica del Pacto Histórico, pospuso el proceso, se negó a facilitar la consulta y solo tras una tutela se lograron inscribir las candidaturas tanto a la Presidencia como al Congreso.
De último momento, además, establecieron que quien ganara la consulta no podría ir al Frente Amplio, obstaculizando así todo el proceso. Pese a todas estas dificultades, estoy convencido de que Iván Cepeda será el candidato presidencial por el Pacto Histórico en la consulta del 26 de octubre.
Puntualmente sobre Quintero, ¿cómo valora su presencia en el colectivo de izquierda?
Lo que yo he dicho y he venido planteando es que aquí hay una izquierda que recoge las luchas de los sectores populares. En el marco de las elecciones pasadas, hubo algo que el presidente Petro ha venido planteando: hay que ser muy cerrado en los términos de los principios y los valores de lo que significa la izquierda, pero abierto en las alianzas.
En ese sentido, creo que Quintero entra, como entraron muchos, en el marco de esas alianzas. Así veo yo la entrada de Daniel Quintero al Pacto Histórico en esta coyuntura. Obviamente, eso ha producido rechazos de organizaciones y de líderes de la izquierda, que no ven en él la representación o el símbolo de la izquierda colombiana.
Él ha tenido ciertas actitudes que no han gustado dentro del Pacto Histórico y, al final, terminó tomando una decisión, él y su colectividad, de irse al Frente Amplio, decisión que yo respeto.
De cara a la lista para Senado y Cámara, usted declinó su candidatura presidencial pero aparece ahora como opción para el Senado. ¿Cómo se dio esa decisión y cómo analiza la conformación de esas listas? ¿Faltan nombres reconocidos?
Mi paso a una posible postulación al Senado fue el resultado de varios diálogos con líderes de la izquierda, quienes ven como necesario que exista en el Congreso una voz con una postura firme sobre las reformas que el país requiere, incluida la posibilidad de un proceso constituyente. Proponemos limitar legalmente la acumulación de tierra, ya que actualmente el uno por ciento de la población posee casi la mitad de las tierras productivas del país.
Este factor ha sido fundamental para perpetuar el conflicto armado, la desigualdad y la pobreza. Aunque el presidente Petro ha avanzado entregando tierras, necesitamos una reforma agraria aún más profunda. También planteo la necesidad de reformar la justicia: el sistema actual ha fracasado, la impunidad predomina y las cárceles suelen estar llenas de personas pobres y racializadas, mientras los responsables reales quedan libres.
Es urgente revisar el papel de la policía, que debe servir a la ciudadanía y no a las mafias ni intereses particulares. El caso que ejemplifica los fallos es el de una joven trans de Buenaventura, condenada por un informe manipulado de la policía sin recursos para defenderse, lo que evidencia la discriminación y abandono en el sistema judicial y de defensoría pública.
Estos problemas deben tratarse en el Congreso, así como la necesaria regulación del mercado de drogas para que cese la persecución a campesinos y dejemos de ser un país donde la vida de los pobres vale tan poco frente a poderes extranjeros. Son debates fundamentales que mi candidatura quiere llevar al Congreso.
¿Qué perfiles destacaría en la lista al Senado? ¿Ve una participación renovada y democrática?
Esta consulta precisamente busca acabar con el método del “bolígrafo”, es decir, prevenir que sean los líderes en los escritorios quienes definan los candidatos a Senado, Cámara o Presidencia. El Pacto Histórico le está dando esa responsabilidad al pueblo colombiano, permitiéndole decidir a través del voto popular y no por acuerdos de cúpula.
Para estas elecciones habrá una renovación histórica en el Congreso; muchas figuras tradicionales, como Iván Cepeda y otros líderes históricos, no estarán, marcando el inicio de una nueva etapa. Valoro la participación de jóvenes como Moisés Minco, la presencia de mujeres afrodescendientes como Clemencia Canavalí del norte del Cauca, y varios otros aspirantes que provienen de las tradiciones de izquierda en Colombia. Me parece que el país está a las puertas de una transformación real en el Legislativo.
Las representaciones indígena y afro siguen siendo minoritarias, incluso limitadas a circunscripciones especiales. ¿Cuál es su análisis respecto a ese escenario, que tuvo avances con la Constitución del 91 pero sigue siendo insuficiente?
Nuestra propuesta plantea redistribuir la riqueza, los recursos y el poder para que lleguen realmente a quienes siempre han estado al margen. Los pueblos indígenas, afrodescendientes, la comunidad LGBTIQ+, campesinos, juventudes y mujeres han sido sistemáticamente excluidos de los espacios de decisión. Esos lugares siguen cooptados por élites, mafias, banqueros, terratenientes, narcos y paramilitares.
Hay que limpiar el Congreso. Si en 2026 no se logra cambiar de verdad ese espacio, la posibilidad de reformas será muy difícil, como se ha visto últimamente con la oposición férrea a la reforma laboral y otras iniciativas. Mientras en el Congreso permanezcan personajes que no representan los intereses populares, va a ser muy difícil transformar el país por dentro.
Respecto a Miguel Polo Polo, que siendo afro ocupa la curul de la comunidad afrodescendiente en la Cámara, ¿qué concepto le merece su gestión y figura?
Él no representa a las comunidades afro, él representa a un sector de la extrema derecha de este país, y jamás fue el pueblo afro el que lo eligió, no fue el pueblo afro que lo eligió y no fue el pueblo afro que decidió que le dieran aval a este personaje. Él llega allí en nombre de un pueblo, en nombre de una opción afirmativa como la curul afro, que es precisamente para garantizar la participación de quienes no han tenido participación histórica, de lo cual está en contra.
Él siempre ha dicho: “Pero aquí todos somos iguales, ¿por qué tenemos que tener y pedir derechos especiales?”. Lo dice a cada rato, pero aun así reclama un derecho que le pertenece a la comunidad afro. ¿Cuál es la valoración que yo hago? Es una vergüenza para el pueblo afro, es una vergüenza para las juventudes, es una vergüenza para los sectores populares.
Este tipo de gente no debe estar en el Congreso de la República. Burlarse de las víctimas, burlarse de los dolores de nuestra comunidad, literalmente es una afrenta. Es una afrenta que, en lo personal, uno podría decir que en un país serio este tipo no estaría en el Congreso de la República, pero tristemente aquí hay gente que está es chavetada, porque solo los locos podrían apoyar a un tipo como este.
¿En la izquierda colombiana también se colaron personajes que no debieron estar, especialmente tras los escándalos de corrupción que han salpicado al actual Gobierno? ¿Qué opina del caso Olmedo López y la Ungrd?
Olmedo López es una gran decepción, pero también lo son congresistas que salieron elegidos en nombre del Pacto Histórico y que en el Congreso no se comportaron como congresistas del proyecto progresista de izquierda. Olmedo López es, lo que yo diría, el ejemplo de la extrema derecha. Es un hombre que en su práctica es de la extrema derecha y que se coló en la izquierda.
Se coló en la izquierda y ya conocieron las investigaciones que hay precisamente por estos actos de corrupción. Quiero dejar claro que no podemos ser alcahuetes de este tipo de comportamientos. Cuando un dirigente de izquierda o una persona en un cargo público tiene investigaciones de este tipo, la mejor decisión es apartarlos de inmediato de los cargos y entregarlos a la justicia, garantizando la presunción de inocencia.
Olmedo López es una rata que no solo robó al pueblo colombiano, sino que también traicionó la confianza de la gente de izquierda y el proyecto de izquierda.
¿Cree que al presidente Petro le faltó severidad o reacción rápida con ese personaje?
Considero que el presidente hizo lo que debía hacer. Apenas supo lo que estaba pasando, informó a las autoridades y separó a Olmedo López del cargo de manera inmediata.
¿Ustedes han tenido contacto con el ministro del Interior, Armando Benedetti, sobre el desarrollo de la consulta?
Bueno, no sé qué papel está jugando el ministro Armando Benedetti en todo esto. La verdad, no sé. Yo no he tenido ningún contacto con él. Seguramente los del Comité del Pacto Histórico hayan tenido algún contacto con él, pero ya sabemos en qué anda el ministro del Interior, haciendo política en favor de Roy Barreras y Daniel Quintero.
Entonces, no sé si hay un interés genuino en defender esta consulta y que tenga los mejores resultados. Me deja mucho que decir tanto el comportamiento del ministro de Defensa como lo que ha venido ocurriendo en las declaraciones del ministro del Interior, Armando Benedetti.
Iván Cepeda ha sido noticia por el tema judicial contra el expresidente Álvaro Uribe. ¿Cómo ha sido su interacción con él y de qué forma aporta usted a la aspiración presidencial?
Es un hombre firme, con una ética inquebrantable. Es alguien que le ha declarado la guerra a la corrupción, a las mafias, que le plantó cara a Uribe. En este mes y medio de interacción, para mí también ha sido muy bonito, porque lo conocí cuando estaba en la facultad de Derecho. Lo llevamos varias veces con estudiantes y profesores a la universidad, y lo veía como un ejemplo a seguir.
Ahora que lo veo en este escenario de la presidencia, que nunca fue realmente su aspiración —ha sido más un anhelo de la izquierda verlo como presidente de la República—, es desafiante para él. Veo que ya se está creyendo la película de ser presidente de este país, porque nunca quiso realmente esta apuesta.
Lo veo más firme en su convicción de que los culpables como Uribe paguen ante la justicia. Tristemente, el tribunal (Superior de Bogotá) no confirmó la sentencia, pero la lucha sigue y queda el recurso de casación. Estoy seguro que la Corte (Suprema) va a condenar a Uribe.
Usted tiene vínculos con el Sena, una institución muy valorada. ¿Cuál sería su proyecto para fortalecerla, especialmente ante los retos que impondría una aprobación de reforma laboral?
Es necesario conectar el Sena con el campo colombiano. Colombia tiene todos los climas, excelentes tierras y mucha biodiversidad, pero el campo sigue relegado, sin subsidios ni tecnología moderna. Hay que apostar por el conocimiento, la tecnología y vincular a la juventud actualmente atrapada en la violencia o sin oportunidades.
La guerra real es contra el hambre, que mata más personas al año que los conflictos armados. El fortalecimiento del Sena y la formación de jóvenes campesinos deben ponerse al servicio de la producción de alimentos y la seguridad alimentaria, no solo de Colombia sino de la humanidad.
¿Qué concepto le merece la vicepresidenta Francia Márquez y estos tres años acompañando al presidente Gustavo Petro? ¿Siente que en especial le cumple al Cauca, su región?
Considero que de Francia uno puede rescatar el símbolo y que se atrevió, su valentía. Hoy, por fortuna, demostró y demostramos junto a ella que es posible ocupar el poder viniendo desde los márgenes y sobre todo de sectores racializados como la población negra e indígena en Colombia, que no se le ha permitido tampoco estas élites mezquinas y asesinas y genocidas.
Y lo digo por el caso puntual de la Unión Patriótica, no estoy aquí simplemente diciendo cosas por decirlas, sino que tenemos una élite, una oligarquía asesina y genocida que no ha permitido que la diversidad colombiana ideológica también llegue a ocupar el poder.
Y Francia, junto a Petro, demostraron eso. Petro, que viene de los sectores populares, por primera vez llega a la presidencia de la República y lo hace de la mano de una mujer negra. Nosotros rescatamos eso, yo lo rescato. Ahora bien, con respecto a los desafíos que ella ha tenido en el marco del Gobierno, los resultados no la favorecen.
El Ministerio de Igualdad tiene continuidad en duda. ¿Qué propone usted para que el Ministerio de Igualdad continúe y logre sus propósitos?
En su momento me opuse a la creación del Ministerio de Igualdad porque consideraba que no había tiempo suficiente ni experiencia técnica acumulada para ponerlo a funcionar y entregar resultados para las poblaciones más empobrecidas. La creación de ministerios en Colombia ya ha demostrado que puede tardar varios años en ser efectiva.
Faltó experiencia técnica y capacidad de coordinación para ponerlo en marcha rápidamente. El objetivo de ese ministerio, que es reducir la desigualdad, es legítimo y necesario, pero en este contexto de crisis fiscal, considero que el país necesita más acciones concretas y menos burocracia. Ya existe institucionalidad para resolver problemas urgentes como el acceso al agua. Las soluciones no dependen de crear más cargos, sino de poner los recursos y capacidades donde más se necesitan.
El presidente Petro, en un Consejo de Ministros, expresó la frase “ningún negro me manda”, lo que generó polémica. ¿Se sintió usted aludido o le afectó ese mensaje?
RESPUESTA: Considero que esa situación se debe analizar en su específico contexto. Si, por ejemplo, un dirigente de un pueblo históricamente oprimido critica a alguien de su propio origen que defiende posturas contrarias al bienestar colectivo, ¿eso es racismo? Prefiero dejarlo como parte de un debate complejo e interesante, que merece discusión aparte.
¿Sintió que Petro le falló a la comunidad afro, considerando las expectativas por la llegada de Francia Márquez y la posterior ruptura política entre ambos?
No lo creo. Petro ha sido el presidente más firme en el apoyo a la agenda negra del país. Nunca antes hubo tantos cargos y ministerios ocupados por personas afro, ni siquiera en posiciones tan relevantes como el Ministerio de Educación o el de Relaciones Exteriores. También hay muchos otros cargos dentro del gobierno y la administración pública. Esto nunca pasó antes.
Pero también hay que decir que ocupar cargos no garantiza actuar a favor de la transformación; el verdadero antirracismo está en las políticas que se promuevan: entregar tierras, ampliar la educación gratuita, regular la política de drogas, proteger campesinos cocaleros afros, evitar la persecución y escuchar las necesidades de la población afro. Petro ha impulsado esas transformaciones de fondo.
¿Qué impresión le merece Luis Gilberto Murillo, que también estaría en el Frente Amplio?
Sobre Murillo, mi opinión es limitada. El Frente Amplio, en mi visión, representa a la derecha del país. He coincidido con él en reuniones, pero no tengo un concepto mayor sobre su figura. Sin embargo, considero que personajes como Murillo pueden tener un papel importante dentro del Frente Amplio y que lo central será el contenido de la agenda programática.
Lo esencial será definir quiénes realmente están con el pueblo y quiénes no, más allá de nombres y alianzas. La consulta representa una oportunidad de ordenar esas prioridades y decantar liderazgos genuinos y comprometidos.