Tras salir del coma, un ultra corredor vivió un emotivo regreso a la pista

Por Amanda Loudin (Especial para The Washington Post)

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Tom Green recibe la felicitación de Jason Green tras completar el Yeti 100-mile (Jason Green-Yeti Trail Runners)

El trauma en la cabeza puede poner la vida de uno en peligro, especialmente las de las personas mayores. En 2015, Tom Green, que en aquel entonces tenía 65 años, se enfrentaba a una amenaza que lo aferraría a la vida en un hospital de Baltimore después de sufrir un extraño accidente.

Cuando recuperó la conciencia y comenzó a hacer pequeños y sencillos movimientos, los cuidadores se maravillaron de su gran determinación, según cuenta su esposa, Kay. Ella sabía lo que ellos no sabía: Tom Green no era un paciente común.

En 1986, Green consolidó su lugar en la historia del atletismo. Brilló en las cuatro carreras de 100 millas (160 kilómetros) de la nación en una temporada, convirtiéndose en el primero en completar el Grand Slam del ultra running. Solamente unas 300 han conseguido hacer ese mismo logro.

Así que mientras sus cuidadores podrían haberse sorprendido por la tenacidad de este sexagenario, amigos y otros corredores sabían que Green ganaría la batalla por su vida.

Green, de Columbia (Maryland), comenzó su carrera como muchos jóvenes de su generación, como jugador de fútbol aspirante a la escuela secundaria en el norte de Illinois. "Era demasiado pequeño para el fútbol, pero mi hermano me habló acerca del esquí de fondo y decidí intentarlo", dijo. "Al principio no me gustaba en absoluto, pero finalmente comencé a mejorar mis tiempos y me acabó gustando", agrega al respecto.

Las aspiraciones de Green pasaban por ser un corredor del Concord College, en West Virginia. Pero el entrenador le dijo que su cabello era demasiado largo y su bigote demasiado radical, por lo que se tomó un descanso. Después de la universidad, se enteró que había un evento de 10K organizado por el club de atletismo Howard Country Striders y se apuntó.

"En 1983 leí en una revista un artículo sobre la competición del 100 miler. Todas las imágenes mostraban a corredores sonrientes y felices, así que pensé: ¿Qué tan difícil puede ser?", recuerda.

Green se anotó en el Old Dominion 100 miler de Virginia y rápidamente se dio cuenta de la realidad: era muy difícil. "Era la primera vez que corría por senderos y llegué a la milla 60 (kilómetro 96) antes de que los organizadores me obligaran a abandonar a causa de la deshidratación", relata. "Me fui de allí sin la intención de volver a intentarlo, pero seguí repitiendo la carrera en mi mente y pensé que debía regresar", aade.

Lo hizo, y la terminó al año siguiente. En ese momento, otro artículo de prensa llamó su atención. Era sobre un compañero, también ultra corredor, que intentaba correr los cuatro eventos de Grand Slam, pero durante varios años. "Parecía una bonita aventura, así que decidí probar las cuatro en una temporada", comenta Green.

Las cuatro carreras: Old Dominion, Western States 100 en California, Leadville 100 en Colorado y Wasatch Front 100 en Utah. Todas ellas tuvieron lugar entre junio y septiembre. "Old Dominion y Western States tenían solo dos semanas de diferencia", señaló Green, "y luego tuve un par de meses libres antes de intentar con Leadville y Wasatch Front, que también tenían dos semanas de diferencia".

A los 35 años, Green completó las cuatro carreras. En los años siguientes, Green correría casi 300 ultramaratones (distancias de más de 42 kilómetros), 50 de las cuales eran de 100 millas. En su apogeo en los años 1980 y 1990, incluso logró algunas victorias.

En 2014, a los 64 años, Green decidió darle una oportunidad al Grand Slam. En este momento, la carrera Old Dominion había sido reemplazada por la Vermont 100.

Más lento pero no menos determinado, Green completó tres de las cuatro carreras en un tiempo de 30 horas, algunas de ellas en cuestión de minutos. Pero en la cuarta, la de Wasatch, Freen se retiró en la milla 35 (kilómetro 56) con un fuerte dolor de espalda que no lo dejaba continuar. "Resulta que tenía una fractura por estrés en la región sacra. Abandonar la carrera, para mí, fue difícil, pero sabía que físicamente no podía continuar", cuenta.

En abril de ese mismo año, Green sufrió un accidente. Contratista de oficio, Green estaba en su patio trasero cortando ramas de árboles junto a un amigo. "La primera rama que cortamos cayó sin incidentes", dijo. "Pero la segunda rama rebotó y me golpeó en la parte posterior de la cabeza", añade.

Las lesiones de Green fueron extensas: una fractura de cráneo, un corte en la arteria carótida, hemorragia interna y derrames posteriores. Durante dos semanas, su futuro fue incierto y los médicos lo indujeron al coma. Este duradero impacto acabó en un sistema vestibular dañado, pérdida de la audición y problemas de visión.

Después de aproximadamente un mes, Green comenzó a trabajar para recuperar todas las habilidades que pudo. "Una vez que llegué a casa, comencé a caminar afuera con un andador. A los dos meses del accidente, pude caminar un poco más de un kilómetro, pero de forma muy lenta", cuenta.

Volver a correr era un gran interrogante. "Quería ir más rápido de lo que podía con un andador", dijo Green. "Pensé en usar un juguete para que me ayudara con los problemas de equilibrio y lo intenté".

La determinación de Green lo llevó a un regreso largo y gradual a las carreras. "Fue muy incómodo y tomó mucha más energía que antes", admitió. "Pero el accidente tomó tanto tiempo que no quería dejar de correr", subrayó.

En sus momentos más críticos, la comunidad atlética lo vitoreó: le dedicaba carreras, organizaba eventos del club a su lado y vigilaba su progreso.

Exactamente un año después de su accidente, Green se hizo con un andador de bebés en la carrera Umstead 100 de Carolina del Norte. Tenía la intención de correr 50 millas (80 kilómetros). "Lo hice en 15 horas, lo que me dio la idea de probar otros 100 con el límite estándar de 30 horas", remarcó.

Green seleccionó el Yeti 100 en Abingdon (Virginia) porque es un terreno de piedra caliza y tierra, lo que lo hace más fácil que otros, y porque hay un descenso de 600 metros. Ese año no pudo llegar al final porque, principalmente, su andador no tenía suficientes luces como para correr con seguridad tras el anochecer. Con poco equilibrio, Green dependía especialmente de su visión, y la oscuridad limitaba esa capacidad.

El año pasado regresó a la carrera, pero esta vez con su andador lleno de luces. Su viejo amigo y compañero de carrera, Charlie Romanello voló desde Los Ángeles (California) para acompañarlo. Con tan solo 15 minutos de ventaja, Green y Romanello cruzaron la línea de meta, logrando el regreso definitivo.

Reflexionando sobre su regreso a las 100 millas, Green admite que la experiencia es agridulce. "En los viejos tiempos podría haber ganado esa carrera, y ahora quedo en último lugar", dijo. "No era la forma en que quería regresar. Pero no iba a dejar que mi lesión me deteriorara", finaliza.