Tumbes: la leyenda del jinete del caballo blanco que todavía estremece a la ciudad

La historia ocurrió cerca al cementerio San Carlos de Zarumilla y todavía es recordada por gran parte de la población.

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(charatachaco)
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En todos lados del mundo se suelen contar historias que parecen sacadas de una película de ficción, por lo raras o inverosímiles que suenan desde un principio. Algunas parecen más de una película de terror. Por ejemplo, en el Perú, en varias de sus regiones suelen abundar estos relatos que, con el paso del tiempo, van pasando de generación en generación hasta volverse parte de la cultura popular.

Algunos lo cuentan con tal fanatismo que hasta parece que ellos mismos han sido los protagonistas de la historia.

De igual manera, muchos de estos relatos son más comunes en la parte norte del Perú. En Chiclayo, Trujillo, Tumbes, entre otros lugares, es usual escuchar que algún poblador ha tenido algún encuentro sobrenatural.

Cementerio, cementerio

(Correo)
(Correo)

Un lugar especial donde suelen ocurrir este tipo de encuentros son los cementerios. Por ejemplo, todos hemos escuchado, al menos una vez en esta vida, las cosas fuera de lo común que suelen pasar en lugares como el Presbítero Maestro, camposanto ubicado Barrios Altos, Lima. De igual manera, en el cementerio Baquíjano del Callao.

Gritos, sonidos de pasos, cadenas arrastrándose, risas en medio de la noche cuando no hay nadie alrededor, entre otros fenómenos que varios valientes han contado al explorar este tipo de lugares. Como el que pasó en el cementerio San Carlos de Zarumilla, en Tumbes.

Frente a frente

De acuerdo con un relato, que es muy conocido en esta parte del Perú, se dice que un señor que salía del trabajo con dirección a su casa, entre las dos y cuatro de la mañana de un día cualquiera, se vio en la necesidad de pasar por este cementerio con la finalidad de cortar camino para llegar más rápido para descansar.

Lo que no contaba el sujeto, fue con encontrarse con un hombre vestido de blanco montado en un enorme caballo, del mismo color, mientras galopaba a casi un metro del suelo.

Según la descripción que dio el trabajador, este jinete era grande y de contextura atlética. Su boca estaba cubierta con una pañoleta, usaba sombrero y sus ojos le brillaban aun estando en la oscuridad. El caballo también era grande y sus ojos también brillaban.

La historia indica que la presencia fantasmagórica llevaba consigo un guitarra con la cual entonaba canciones y cumananas (cantar improvisado compuesto en cuartetas o décimas), las mismas que trataban de penas. Aunque otras parecían maldecir a alguien.

Ejemplo de cumanana tumbesina (masculturaparaunmejorpaisengoogle)
Ejemplo de cumanana tumbesina (masculturaparaunmejorpaisengoogle)

¡Qué alguien me ayude!

Al ver la increíble escena, el hombre recobró el aliento como pudo y llamó al encargado del cementerio a los gritos. Este no se encontraba muy lejos del lugar y rápidamente fue en su ayuda.

“¿Qué pasa?“, le dijo el panteonero al llegar a su encuentro. A lo que el hombre respondió con otra pregunta: “¿Qué es eso?”.

A pesar que él encargado del cementerio también mostró sorpresa, se mantuvo más calmado y le dijo al otro asustado hombre: “No tengas miedo, seguro que no hace daño. Acércate a mí y no digas nada que solo se va”.

Entonces, todavía temblando del miedo, pero consciente de la situación que estaba viviendo, se le acercó sin mediar ni un solo gesto.

Y efectivamente, acto seguido, el jinete se alejó con su caballo entonando una de sus tristes canciones. Lo raro, para el hombre, fue ver que en ningún momento esta presencia tocó el piso ya que siempre se mantuvo en el aire. Sin embargo, cuando comenzó a alejarse los pasos del caballo se escucharon fuerte y claro.

Al cabo de unos instantes, tanto el jinete como su caballo blanco se perdieron en medio de una espesa neblina. Fenómeno natural que no es para nada común en esa parte del país.

Luego de esa escalofriante experiencia, el sujeto cambió de ruta para llegar a casa. No le importó caminar un poco más y tardarse más tiempo del esperado para llegar a casa. El objetivo era no pasar nunca más por ese cementerio y menos en horas de la madrugada.

La leyenda finaliza con un nuevo encuentro entre el hombre y el panteonero que le ayudó a mantener la calma en un momento tan extraño como ese. Lo que el cuidador del cementerio le contó lo perturbaría todavía un poco más.

Ocurre que el jinete y su caballo blanco volvieron a aparecerse unos cuatro meses después. Y otras personas también lo habían visto por el mismo lugar.

((Diario Hechicera))
((Diario Hechicera))

Con el paso del tiempo, la zona donde se ubicaba el solitario cementerio fue totalmente habitada. Aunque algunos nuevos vecinos reconocen que escuchan a lo lejos algunos cánticos y cumananas, pero nadie puede explicar su origen.

Esta es solo una de las tantas historias, mitos o leyendas qué se suelen escuchar en algunas partes recónditas, y no tanto, de este país. Y mientras no seamos testigos presenciales de alguno de estos eventos, será potestad de cada uno decidir si es que quiere creer en la veracidad de estas historias o no.

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