Una desaprobación preocupante

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Solamente uno de cada diez encuestados dicen que el COVID-19 es el mayor problema que tiene España. (AFP)
Solamente uno de cada diez encuestados dicen que el COVID-19 es el mayor problema que tiene España. (AFP)

La agenda mediática previa a la pandemia, se desvaneció. Ni Greta Thunberg y la crisis del medio ambiente. Ni los inmigrantes en pateras. Ni Quim Torra y la independencia catalana. Ni la monarquía y los dolores de cabeza que le da el rey emérito a Felipe VI. Ninguno de estos temas figura dentro de los principales problemas de España, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). De hecho, si sumamos a todos los encuestados que mencionaron alguno de estos como principal preocupación, no llegamos al 0,9%.

Así lo marca el Centro de Investigaciones Sociológicas, órgano público del Estado español, que desde hace décadas realiza sistemáticamente estudios de opinión y que, más allá de alguna controversia, suele ser referencia de la demoscopia española.

Sería comprensible si ahora dijera que todos los temas se relegaron en pos del coronavirus pero no fue así. Solamente uno de cada diez encuestados dicen que el COVID-19 es el mayor problema que tiene España.

Pero, ¿qué problema puede ser más grave que un virus que paralizó el país durante más de tres meses, modificó los hábitos sociales, distanció a los seres queridos, dejó miles de muertes y promete arrastrarnos a una crisis económica? La respuesta es sencilla: la política.

Para ser más precisos, el principal problema del país para los españoles son los políticos (15,9%), por encima del desempleo (13,5%), el coronavirus (12,5%) e incluso, por encima de la crisis económica (10,2%).

De hecho si agrupamos otras menciones relacionadas (como “el Gobierno”, “los problemas políticos en general”, “lo que hacen los partidos políticos” y “la falta de acuerdos e inestabilidad política”) alcanzamos a un 43,7% de los españoles que manifiestan que los políticos -y lo que hacen o dejan de hacer- son el principal problema que tiene España.

Esta es una triste noticia y una preocupación para todos los que creemos en el poder transformador de la política representativa y la democracia. Este debería ser un golpe que mueva de sus órbitas a partidos y dirigentes. Porque la historia nos enseña qué sucede cuando se pierde la confianza en las instituciones: el populismo demagógico de derechas o izquierdas, los extremistas, la desidia, la abstención, la pérdida de la esperanza. El momento en el que unos pocos aprovechan la distracción para quedarse con todo.

Sin embargo, no todo está perdido. Fuera de los escenarios políticos, la sociedad española sí llega a grandes consensos por sí misma. Analizando el mismo estudio del CIS encontramos que el 80% cree que las medidas que adoptó el Gobierno para luchar contra el COVID-19 fueron necesarias. Más del 90% cree que hay que reformar y mejorar la sanidad pública destinando más recursos, más profesionales y mayor coordinación territorial. Más del 80% está a favor de que el gobierno conceda un ingreso mínimo vital a aquellos hogares más vulnerables, así como más de un 80% cree que las consecuencias económicas que dejará la pandemia serán graves o muy graves.

Grandes consensos sociales que los políticos no logran representar en el hemiciclo. Quizá se invirtieron las tornas y en vez de ser los dirigentes quienes lideren a la ciudadanía y nos contagien con su visión del futuro, sea el momento de que la sociedad exprese bien alto los grandes acuerdos a los que han llegado y sobre los que nuestros servidores públicos deberán trabajar. El precio de no escuchar a la sociedad siempre es alto. No hay que olvidarlo.

El autor es consultor y analista político