Después de 21 años sigue sin esclarecerse el misterioso robo de un Boeing 727

Se descartó que hubiera sido un acto terrorista y hubo quienes dijeron haberlo visto pero jamás se supo nada del avión ni de sus tripulantes

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El avión, que era un Boeing 727, había pertenecido a la flota de American Airlines. REUTERS/Sarah Meyssonnier/Archivo
El avión, que era un Boeing 727, había pertenecido a la flota de American Airlines. REUTERS/Sarah Meyssonnier/Archivo

En un incidente que permanece como uno de los misterios sin resolver en la historia de la aviación, un Boeing 727 fue robado el 25 de mayo de 2003 de la pista del aeropuerto Quatro de Fevereiro en Luanda, Angola, por dos hombres sin las habilidades necesarias para operar una aeronave de esa magnitud. El avión, que contenía una significativa cantidad de combustible, despegó hacía el sureste del Océano Atlántico y desapareció. Nunca volvió a ser localizado, al igual que los individuos implicados en el inexplicable robo.

El Boeing 727, identificado con el número de matrícula N844AA, tenía un historial que abarcaba desde su construcción en 1975, operado por American Airlines, hasta su último uso previsto antes de la insólita desaparición. La aeronave había sido adaptada para transportar combustible diésel destinado al uso en minas de diamantes por parte de IRS Airlines (aerolínea de Nigeria). Pero, finalmente se quedó en tierra debido al fracaso del acuerdo con la compañía nigeriana para este nuevo uso. La empresa Aerospace Sales and Leasing, propietaria del avión, había iniciado un proyecto de restauración con el fin de venderlo, sin saber que culminaría en un enigma internacional.

Los protagonistas de este desconcertante robo fueron Ben C. Padilla, un piloto e ingeniero de vuelo estadounidense, y John M. Mutantu, un mecánico de aviones de la República del Congo. Ellos estaban a cargo de la restauración del avión, contratados por Aerospace Sales and Leasing. A pesar de la experiencia de Padilla, ninguno de los dos poseía la certificación requerida para pilotar un Boeing 727, una aeronave que normalmente necesitaría de tres personas entrenadas para su operación segura. Sin embargo, esto no les impidió despegar sin autorización, para de ese modo quedar el avión y ellos mismos envueltos en un misterio aún indescifrable.

La torre de control se intentó comunicar con Padilla y Mutantu pero no recibieron respuesta. Maniobraron erráticamente y con las luces apagadas, luego fueron a una pista sin habilitación y despegaron. Comenzaron el vuelo con 53.000 litros de combustible, que permite un alcance de aproximadamente 2.400 kilómetros. No se sabe con exactitud cuántos kilómetros recorrieron pero sí se informó que pidieron permiso para aterrizar en Islas Seychelles (archipiélago africano). Lo extraño es que es la distancia desde donde salieron a estas islas es de alrededor de 5.149 kilómetros. Es decir, tendrían que haber cargado combustible en otro país, pero no hay registro de ello. Si bien se concedió el permiso para bajar a tierra no hubo respuesta desde el avión. Tampoco aterrizaron.

La intriga creció en torno al motivo que impulsó a Padilla y Mutantu a embarcarse en tal operación, así como a las circunstancias exactas detrás de la desaparición del avión. Las investigaciones llevadas a cabo por el FBI (Federal Bureau of Investigation) y la CIA (Central Intelligence Agency), se enfocaron en determinar si fue un acto de terrorismo. Estaba aún latente lo sucedido en el ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. No pudieron determinar qué pasó después de que el avión cruzara el Océano Atlántico.

La comunidad internacional sigue sin respuestas definitivas sobre el destino del Boeing 727 y sus inusuales secuestradores, en uno de los capítulos más extraños del mundo de la aviación y del crimen internacional.

Padilla y Mutantu fueron los autores del robo del avión REUTERS/File Photo
Padilla y Mutantu fueron los autores del robo del avión REUTERS/File Photo

Las teorías del misterio

La desaparición del avión en circunstancias misteriosas ha generado diversas teorías, entre las que inicialmente se consideraba un potencial acto de terrorismo. Tras la ausencia de indicios sobre tal intención, la investigación dirigida por el FBI y la CIA amplió sus horizontes hacia otras posibilidades, incluyendo un presunto fraude al seguro y un accidente que habría acabado con la aeronave en el Océano Atlántico. Este caso, que capturó la atención internacional desde que sucedió allá por 2003, permanece sin resolverse, y la investigación oficial fue cerrada en 2005.

El avión pertenecía a Aerospace Sales and Leasing. Estuvo estacionado por mucho tiempo en el aeropuerto donde acumuló deudas. La empresa se convirtió en el centro de especulaciones sobre un posible fraude orquestado por Maury Joseph, CEO de la compañía, conocido por antecedentes financieros un tanto dudosos. No obstante, la falta de pruebas concluyentes llevó a su absolución. Mientras tanto, la teoría de que el avión simplemente se estrelló en el mar sin dejar rastro alguno tampoco ha sido corroborada por evidencias materiales, manteniendo el misterio sobre el destino final de la aeronave y su mínima tripulación.

En un giro inesperado, meses después de su desaparición, se reportaron avistamientos de un avión en Nueva Guinea que coincidía con la descripción del Boeing 727 robado y perdido. Eso produjo que se lanzaran rumores sobre su persistencia en operación bajo una nueva apariencia. Sin embargo, estas aseveraciones nunca fueron confirmadas, dejando la puerta abierta a conjeturas y teorías sin fin. Que aún continúan.