Por qué la captura de Caro Quintero representó un “golpe simbólico”

La caída del “narco de narcos” representó un “golpe simbólico” que, si acaso, tendrá poco o nulo impacto en el panorama general del crimen organizado

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El histórico narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero, uno de los más buscados por Estados Unidos por la muerte del agente de la DEA Enrique "Kiki" Camarena en 1985, fue capturado el pasado viernes (Foto: AFP)
El histórico narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero, uno de los más buscados por Estados Unidos por la muerte del agente de la DEA Enrique "Kiki" Camarena en 1985, fue capturado el pasado viernes (Foto: AFP)

La detención el viernes de Rafael Caro Quintero, “El narco de narcos”, considerada como uno de los mayores golpes al narco desde la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2016, representó un “golpe simbólico” que, si acaso, tendrá poco o nulo impacto en el panorama general del crimen organizado.

Este 15 de julio, el fundador del extinto Cártel de Guadalajara fue descubierto por efectivos de la Secretaría de Marina (Semar), con ayuda de un perro, cuando se escondía en una zona serrana de matorrales cercana a la comunidad de San Simón, en el municipio de Choix, Sinaloa, cerca de la frontera con Chihuahua y Sonora.

La captura de Caro Quintero ocurrió a pocos días de que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y su homólogo estadounidense, Joe Biden, se reunieran en la Casa Blanca de Washington para abordar problemáticas en diversos rubros.

Un analista consultado por la organización especializada en temas de seguridad en América Latina, Insight Crime, planteó la posibilidad de que ambos jefes de estado hayan llegado a una especie de acuerdo que replanteó la cooperación bilateral en materia de seguridad entre ambos países. “Seguramente volvieron acordar la entrega de narcos de alto perfil, que se había suspendido”, indicó.

La captura del “narco de narcos”, de 69 años, se tradujo en una cuenta saldada con las autoridades estadounidenses que databa de hace 37 años, cuando fue señalado de haber participado en el asesinato del agente de la Administración para el control de drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), Enrique “Kiki” Camarena, en 1985.

Sin embargo, a pesar de la fuerte carga simbólica que supone la captura del capo, lo cierto es que desde hace tiempo el narcotraficante había dejado de ser un actor fundamental en el mapa del narco en México. Desde su liberación, registrada la madrugada del 8 de agosto de 2013, se encontraba prófugo de la justicia y algunos analistas aseguraban que había vuelto al negocio de las drogas, a pesar de que le dijo a Proceso: “Ya no soy narco (...) quiero vivir en paz”.

De acuerdo con diversos registros, seguimientos, expedientes, así como reportes obtenidos por Infobae México, Caro Quintero operó con un bajo perfil el grupo criminal Cártel de Caborca, el cual tenía una importante influencia en Sonora, aunque nunca estuvo, según los expertos, cerca de amenazar los intereses o la hegemonía del Cártel de Sinaloa, considerada como la más grande y poderosa del hemisferio occidental.

Fue una “captura mayormente cosmética, que satisface la presión de EEUU”, aseguró el analista sénior de International Crisis Group, Falko Ernst. “Indica la continuidad en términos de la fallida estrategia del capo en lugar de soluciones integrales, parece apoyar aún más las preferencias operativas del gobierno federal empoderando a ciertos fragmentos de Sinaloa y debilitando a Jalisco“, escribió en Twitter.

“(La) detención de los llamados capos del narcotráfico es siempre un evento paradigmático en el modelo prohibicionista de las drogas. La inmensa mayoría apoya y aplaude, independientemente de que sirva para poco o nada, o incluso provoque más violencia”, opinó en la misma red social el coordinador del Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana (Ibero), Ernesto López Portillo.

El fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, por su parte, adelantó que Washington buscará la “extradición inmediata” del delincuente. “No hay escondite para nadie que secuestre, torture y asesine a las fuerzas del orden estadounidenses”, aseguró Garland citado en un comunicado del Departamento de Justicia.

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