El mito mexica del origen de la luna y del conejo atrapado en ella

No podía haber dos soles, por lo que el dios Quetzalcóatl tuvo que usar a un animal para apagar el fuego sobrante

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El mito mexica del origen de la luna y del conejo atrapado en ella (Foto: Galo Cañas / Cuartoscuro)
El mito mexica del origen de la luna y del conejo atrapado en ella (Foto: Galo Cañas / Cuartoscuro)

En la noche, al subir la mirada al cielo, es posible percibir la silueta de un conejo atrapado en la luna llena. El relato que explica el por qué de este fenómeno es parte de la civilización mexica y del mito de las cinco eras cósmicas.

De acuerdo con la información recopilada por Enrique Ortiz, mejor conocido como “Tlatoani Cuauhtémoc” en redes sociales, para la cosmovisión nahua, actualmente nos encontramos en la quinta era de la creación. Sin embargo, antes de esto hubo humanidades que fueron destruidas.

Así pues, según la explicación del divulgador histórico, lo anterior se debió a conflictos entre deidades, quienes a pesar de pertenecer a otro orden, tenían emociones humanas como soberbia, envidia y orgullo. Por su parte, los hombres que habitaban esos mundos no veneraban a los dioses ni realizaban sacrificios.

Sin embargo, tras el paso de tres soles, los dioses hermanos Tezcatlipoca y Quetzalcóatl acordaron crear la tierra y el cielo a partir de un lagarto de la era anterior que por una catastrófica inundación habitó aquel gran océano.

Tezcatlipoca con un espejo que humea y sustituye su pie (Foto: Históricas UNAM)
Tezcatlipoca con un espejo que humea y sustituye su pie (Foto: Históricas UNAM)

Para llamar la atención de esta criatura, Tezcatlipoca metió su pie al agua, como carnada, trampa en la que el gigantesco reptil cayó de inmediato mordiendo la extremidad de la deidad.

En ese momento, Quetzalcóatl tomó al reptil de las fauces y lo partió en dos, dando inicio con esto una nueva era, en donde la parte superior del lagarto sería el cielo y la inferior la tierra. No obstante, Tezcatlipoca perdió su pie, razón por la cual los mexicas lo representaban con un espejo humeante en lugar de la extremidad cercenada.

Luego de esto, acordaron que sería Tecciztecatl, morador del caracol, quien se arrojaría al fogón sagrado para crear el sol. Sin embargo, a pesar de que hizo cuatro intentos por lanzarse al vacío, retrocedió abrumado frente al intenso calor que emergía de este.

Desesperado, el dios menor Nanahuatzin caminó hacia el gran fogón y se lanzó, “emergiendo por el oriente como el sol”. Apenado ante dicha situación, Tecciztecatl se arrojó y surgió como un segundo sol.

“Era imposible que hubiera dos soles, así que Quetzalcoatl tomó un conejo por las orejas y lo lanzó a uno de ellos. Esto apagó el fuego del astro y dio origen a la luna. Por eso se comenta que aún se puede ver la silueta de un conejo cuando hay luna llena”, se lee en la obra de Enrique Ortiz.

El relato que explica el por qué de este fenómeno es parte de la civilización mexica y del mito de las cinco eras cósmicas (Foto: INHERM)
El relato que explica el por qué de este fenómeno es parte de la civilización mexica y del mito de las cinco eras cósmicas (Foto: INHERM)

Para dotar de movimiento al sol y a la luna, el dios creador dio un soplo con su poderoso aliento. En otra versión se menciona que todas las deidades presentes tuvieron que lanzarse al fogón para lograr la rotación de los astros.

Solo Xolotl se negó al sacrificio, escapando transformándose en maguey, en una planta de maíz y en un ajolote. Sin embargo, de nada le sirvió, pues más pronto que tarde Quetzalcóatl lo cazó y asesinó.

En tanto, para crear a la humanidad, la serpiente emplumada se adentró a Mictlán, el inframundo, en busca de los retos de los seres previos. Fue guiado por su nahual Xolotl, no obstante, el dios regente de las profundidades le impidió cumplir con su cometido.

Desconsolado, Quetzalcóatl llevó los huesos en pedazos a la diosa Quilaztli, quien habitaba en un paraíso mítico (Foto: INAH)
Desconsolado, Quetzalcóatl llevó los huesos en pedazos a la diosa Quilaztli, quien habitaba en un paraíso mítico (Foto: INAH)

Tras una serie de maniobras, Quetzalcóatl logró adueñarse de los huesos; sin embargo, antes de dejar Mictlán, Mictlantecuhtli le arrojó una parvada de codornices que lo hizo perder el equilibrio y soltar los restos de las humanidades antiguas.

Desconsolado, Quetzalcóatl llevó los huesos en pedazos a la diosa Quilaztli, quien habitaba en un paraíso mítico. Esta, ayudada de un molcajete hecho de obsidiana, hizo polvo los restos y los entregó de nuevo al dios nahua. “En ese momento, el dios perfó su pene con un punzón de hueso y arrojó sangre sobre las osamentas pulverizadas para darles vida”, refiere el libro El mundo prehispánico para gente con prisa.

Fue así como fueron creados los habitantes del quinto sol, a quienes se les llamó macehualtin, que significa los merecidos, “en alusión a lo afortunados que fueron al ser creados”.

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