“No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”: una frase desató nuevamente el debate sobre el racismo cotidiano en México

Hasta el día de hoy, en México se sigue viviendo una discriminación sistemática que golpea con particular fuerza a los pueblos indígenas del país

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(Foto: EFE/Carlos López)
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“No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”, es uno de tantos dichos que han formado parte de la cultura popular mexicana desde hace cientos de años. Y este miércoles detonó (nuevamente) el debate de la discriminación en México, al ser mencionado por una radioescucha del programa de la periodista Carmen Aristegui.

Se trata de una frase como tantas que han alimentado de cierta manera la identidad nacional... así como la discriminación sistemática que, también desde siempre, a adolecido a México. ¿Por qué? bueno hay que empezar por el significado de este dicho que se refiere a que, cuando una persona comete un error o una falta, la culpa no es suya totalmente sino que también de quien le otorgó la responsabilidad o le tuvo un mayor grado de confianza para realizar cierta actividad.

El tono discriminatorio se encuentra en la connotación de la frase. La palabra indio se utiliza para señalar a la persona que, en esa frase, carece de capacidades o habilidades para llevar a cabo alguna tarea. La expresión se remonta a la época en la que España invadió México. Entonces los indígenas eran considerados seres inferiores, sin capacidad intelectual, a quienes había que enseñarles a “ser civilizados”.

Para el activista Isidro Ramírez, este tipo expresiones “tienen una carga muy fuerte de discriminación, incluso racismo y xenofobia, porque no se está tratando a la persona indígena como un par, como un igual, sino que se le cosifica, se le trata como un objeto... y eso es un atentado directo contra la dignidad humana”.

Él es un mexicano que se reconoce como afrodescendiente. Vive en José María Morelos, un pueblo de la Costa del estado de Oaxaca. Conoce de primera mano los estragos que provoca la discriminación para comunidades como la suya. Y para frenar esos dolorosos estigmas, preside la Organización para el Desarrollo Social y Productivo de los Pueblos Indígenas y Comunidades Afrodescendientes (SOCPINDA), una ONG que forma parte de Red Iberoamericana de Organismos y Organizaciones contra la Discriminación (RIOOD).

(Foto: EFE/Carlos López)
(Foto: EFE/Carlos López)

“Pelo a la cintura, india segura”; “Indio bajado del cerro a tamborazos”; “Trae el nopal en la cara”; “Cásate con un güero (blanco) para mejorar la raza”... son más de los populares dichos mexicanos que han contribuido a perpetuar la discriminación. Sin embargo, está tan arraigados en el lenguaje coloquial que para la mayoría de los mexicanos son normales; ni siquiera caen en cuenta que al utilizarlos inciden en la discriminación racial.

No son solamente palabras. Es una carga muy fuerte en contra todos los pueblos indígenas (...) Es un discurso de odio que incluso llega a provocar problemas psicosociales en las comunidades”, advierte Isidro, y ejemplificó el último punto con el lamentable rechazo que hoy en día tienen las nuevas generaciones de las comunidades indígenas hacia la práctica de sus dialectos, debido a los estigmas con los que las lenguas originarias cargan.

Y lamentable, en México la discriminación en contra de las comunidades indígenas se percibe más allá de esas frases. En 2019, Oxfam México publicó un estudio llamado: “Por mi raza hablará la desigualdad”, en el que, entre otras cifras, arrojaba que una persona, solo por el hecho de ser indígena, tiene 44% menos posibilidades acceder a un nivel de educación superior; 38% menos posibilidades de ocupar un cargo de jerarquía laboral; 68% menos posibilidad de acceder al nivel más alto riqueza del país.

(Foto: Cuartoscuro)
(Foto: Cuartoscuro)

“Ese tipo de expresiones persisten también porque –lamentablemente– la gente en las comunidades las ha adoptado, consciente o inconscientemente, y las ha ido repitiendo”, reconoce el presidente de Socpinda.

Chairo, fifí... lo nuevos términos para dividir a la sociedad

Las frases ya mencionadas datan de mediados del siglo pasado. Pero en el actual también han surgido vocablos que contribuyen esta separación social, desde el lenguage, cayendo en algunos casos en la discriminación racial.

Chairo, fifí, whitexican, buchón, chaka... son algunos de los términos que actualmente se utilizan para diferenciar a grupos de la sociedad, dependiendo de su situación económica; estatus social; ideología política; manera de hablar; forma de vestir; gustos musicales. Todas son utilizadas de manera negativa, aunque no precisamente –cabe insistir– son todas discriminatorias.

Por ejemplo, whitexican hace referencia a los “mexicanos blancos” (white+mexicans) que gozan de cierto privilegio tácito otorgado por su estatus social. No se refiere literalmente al color de piel, sino que abarca a toda la clase media alta y para arriba de México. A los que no han sido menospreciados o discriminados, o que nunca les ha sido negada alguna oportunidad o servicio por su color o su posición social.

(Twitter: @Mariana_Diaz_Lu)
(Twitter: @Mariana_Diaz_Lu)

El término fifí es similar, solo que tiene un fondo más político: lo popularizó el presidente Andrés Manuel López Obrador, para referirse a lo que él considera como el ala conservadora del país, a la que asocia con los sectores más acomodados o pudientes de la sociedad.

Ni whitexican ni fifí son términos discriminatorios, debido a que si bien su connotación es generalmente negativa, las personas a las que hace referencia son precisamente los sectores privilegiados, que realmente no han sido víctimas de la discriminación sistemática de México.

No es el mismo caso con chairo, buchón, chaka. Esas palabras se usan de manera despectiva para menospreciar a las personas por su ideología política (ser de izquierda); por la música que escuchan (banda, regional, reguetón); o su manera de vestir (prendas accesibles, estilos y colores más llamativos que la moda convencional).

“Las expresiones sí lastiman, sí hieren”, lamenta Isidro al concluir que, sin importar el origen, la apariencia, o el nivel económico de las personas “lo primero que hay que hacer, como sociedad, es respetar, respetarnos”.

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