"Si el Partido Demócrata no escucha a la gente esta vez, en cuatro años no habrá más Partido Demócrata"

Roza Calderón y Cori Bush son candidatas a congresistas por el ala más progresista del partido, que encabeza Bernie Sanders. De paso por Buenos Aires, conversaron con Infobae sobre el Gobierno de Donald Trump, los errores de Barack Obama y el camino a las elecciones del año próximo

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Roza Calderón y Cori Bush en Buenos Aires (Maximiliano Luna)

El progresismo estadounidense atraviesa una etapa de intensa movilización. Ya sea como reacción al establishment del Partido Demócrata, o al gobierno de Donald Trump, lo cierto es que han emergido un número de referentes políticos jóvenes y diversos que le dan una vitalidad de la que carecía hace tiempo la política estadounidense.

Cori Bush y Roza Calderón son parte de este proceso. Mujeres y madres solteras -afroamericana y de Missouri la primera y de origen latino y californiana la segunda-, estas activistas son candidatas a congresistas en la próxima elección. Ambas respaldan la candidatura presidencial de Bernie Sanders y son parte de una camada de nuevos candidatos -entre los que figura, entre otros, Alexandria Ocassio Cortez- que vienen a imprimirle un nuevo rostro a la política de su país. Invitadas a Buenos Aires por la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN), recibieron a Infobae para debatir la realidad de su país y sus perspectivas para los próximos años.

—Después de casi tres años de gobierno de Donald Trump en EEUU, hay gente que sostiene que su victoria en 2016 respondió en alguna medida a los problemas que hubo durante el gobierno de Barack Obama. ¿Qué opinión tienen de esto? ¿Cuál es su explicación sobre este proceso?

CB: Aunque sea difícil decirlo, por un lado había mucha gente que estaba muy enojada con la idea de un presidente negro. Es gente que defendía la idea de 'recuperar' la Casa Blanca para la gente blanca. Algo de eso hubo. Pero también creo que otra parte tiene que ver con que el Partido Demócrata se dividió (entre Hillary Clinton y Bernie Sanders), y eso favoreció la victoria de Trump. Después está la forma en la que los medios cubrieron esa división, sólo hablando de Hillary y no dándole espacio a Sanders; porque si hubieran tratado a los dos candidatos de manera más equitativa creo que las cosas hubieran sido muy diferentes.

RC: Yo creo que hay varias cosas. Primero, la victoria de Donald Trump tiene que ver con todo lo que ha pasado en los últimos 35 años en nuestro país, versus lo que ha pasado en los últimos ocho. Creo que se trata definitivamente de un síntoma de las políticas que se han implementado desde el neoliberalismo de los setenta a los ochenta, el ascenso de Reagan y del capital financiero, etcétera. En el año 1984 hubo un pico en el que Estados Unidos vivió su momento de mayor igualdad, y ahí llegó Reagan. Llegó con un grupo en la mira, un objetivo, que eran los evangélicos, porque sabía que podían ser una base fuerte. Era contraponer 'moral' a 'realidad'. En simultáneo, vimos una transformación de los derechos laborales, sindicatos que fueron limitados, una centralidad de Wall Street. Ese proceso nos llevó a la recesión del año 2008, que fue la segunda ola de todo este proceso.

Donald Trump con su esposa, Melania Trump (AP)

—¿Y eso qué consecuencias tuvo?

RC: Ahora hay cerca de dos generaciones de gente que ha sido desplazada, que se ha frustrado, que está enojada y que miró al gobierno por respuestas que no encontró. Ahí llega (Barack) Obama. Fue un ascenso de la esperanza que se dio en simultáneo con esas crisis y esas frustraciones. Su mensaje le llegó a miles de personas que no votaban por los demócratas, que en muchos casos ni siquiera iban a votar, pero que durante esa campaña eligieron confiar en alguien que les dio una esperanza de prosperidad. Y quedaron cuentas pendientes desde el movimiento por los derechos civiles, porque más allá de lo que algunos digan, Obama no fue un presidente emblemático en esa materia. De hecho, fue bastante débil en términos de las problemáticas raciales. Él buscó alejarse de las políticas identitarias. No estoy muy segura de por qué lo hizo, porque todos tenemos identidades, y todas ellas necesitan protección y derechos. Fue algo muy decepcionante. La gente pensó: 'nuestros malos presidentes en el pasado no estuvieron con nosotros, y este tipo que nos dio este mensaje de esperanza tampoco está con nosotros y tampoco puede hacer algo por nosotros'. Y después de esa desilusión miraron hacia afuera, y ahí apareció Trump. Él no sólo apuntó a la desesperación de miles de millones de personas, también fue contra el mensaje de esperanza y prosperidad. Dijo que sabía el motivo de sus males: son los musulmanes, son los negros, son los hispanos, son todos, vamos a ser autónomos, vamos a recuperar nuestra libertad, nuestros empleos, vamos a convertirnos, básicamente, en un país nacionalista. Ese fue el mensaje y es ahí donde reside este aumento del fascismo.

—Entonces no fueron sólo los errores de Obama, fue un proceso que comenzó hace casi cuarenta años.

RC: Exacto, pero para ser completamente franca , creo que Trump ha sido lo mejor que nos pudo haber pasado. Porque si Hillary Clinton hubiera ganado, todos hubiéramos vuelto a trabajar, hubiéramos ignorando el hecho de que los gobiernos nos han fallado, que nos han usado y que nos han descartado durante los últimos cuarenta años. Trump en cambio, hizo que muchos nos preguntemos: ¿Esto es realmente Estados Unidos? ¿Esta es la gente que quiero que me represente? Estas preguntas son las que han empujado a las mujeres a marchar, ha empujado a los latinoamericanos, nos ha hecho mirar a las fallas de nuestro sistema político por las últimas décadas. Y después de eso somos muchos los que hemos dicho: 'bueno, es suficiente. Basta de pedirle a nuestros representantes que hagan por nosotros; ahora lo haremos nosotros'. Y eso nos ha empujado a presentarnos a elecciones, por ejemplo. Trump es solo una pequeña falla en todo este lío, pero no es el final, no es lo único. Y ahora que nosotros peleamos por nuestras bancas, debemos hacerlo con mucha más fuerza y convicción para evitar que algo así vuelva a pasar alguna vez en Estados Unidos.

Roza Calderón y Cori Bush (Maximiliano Luna)

—Basándonos en ese análisis, ¿las cosas en las elecciones de 2016 podrían haber sido diferentes? ¿Podría Bernie Sanders haber ganado la convención demócrata?

CB: Si la cobertura y la atención mediática hubiera sido más justa, muchos de nosotros no hubiéramos sentido que nos estaban robando la nominación durante la convención. Eso generó una gran desilusión y una gran defección demócrata. Recuerdo que en mi Estado (Missouri), mucha gente decidió no ir a votar. Y si a eso le sumas este sistema horrible de elección…. Eso es otra cosa que dolió mucho allí, y que seguro pasó en otros estados también.

—¿Qué cosa?

CB: La forma en la que están organizadas las estructuras de los colegios electorales, que son las que distribuyen delegados y los súper-delegados. En mi área, que es un área muy poblada, solo tenemos dos votos, incluso si todo el mundo va a votar. Y después hay zonas, rurales, alejadas, que no tienen ni la mitad, ni un cuarto de la gente que tenemos nosotros, y tienen los mismos dos votos que nosotros. Entonces ¿por qué su voz vale más que la nuestra? Esto significó que las áreas en las que ganó Bernie no valieron como otras, no tuvieron el mismo peso. Y creo que no fuimos capaces de observar ese fenómeno lo suficientemente rápido.

—¿Cuáles son los debates que hay hoy dentro del Partido Demócrata? Porque para mencionar algo positivo, hay que decir que, por primera vez, hay muchas figuras disidentes, diferentes.

RC: lo que yo veo de positivo es que nosotros éramos todos soldados de a pie, o como le dicen ustedes, simples militantes de base. Eramos activistas, estábamos en las primeras filas. Localmente, y gracias a las redes sociales, logramos encontrarnos. Cori es de Missouri, yo soy de California, Rachida es de Michigan, y la lista sigue. Quiero decir que estamos desparramadas por todos lados. Y gracias a las redes sociales logramos encontrar a otros y a otras activistas que estaban actuando en sus lugares. Esa fue la forma en la que nos enteramos de la existencia de los demás. En el pasado, en el movimiento por los derechos civiles había figuras muy centrales, usualmente una persona, un personaje central. Y esto es lo que hace este movimiento tan especial, nosotros somos una red sin una figura central. Somos muchos activistas locales que a lo largo del país aportamos a nuestras comunidades, y que ahora queremos legislar.

Hillary Clinton y Bernie  Sanders, los principales candidatos demócratas de la elección de 2016 (Reuters)

—¿Y tienen la esperanza de que algo puede cambiar apostando a estar dentro del Partido Demócrata?

RC: La verdad, creo que hoy estamos dándole al Partido Demócrata el privilegio de tomar nuestro mensaje y la posibilidad de volver a ser el partido que fue en el pasado. El partido de la gente, del pueblo. Porque parecen haberse olvidado de esto. Hoy es muy muy difícil diferenciar entre un republicano y un demócrata. Sobre todo en lo relativo a la relación entre dinero y política. Porque muchas veces de ambos lados están financiados por los mismos intereses. Entonces cuando vamos al centro, al corazón de los dos partidos, es difícil ver diferencias, casi no existen. Nosotros somos una especie de insurgencia progresista dentro del partido. En este punto la única esperanza es que el partido se encamine y que vuelva a ser el partido de la gente, que respalde un mensaje progresista. Es la única forma de que se puedan recuperar la Casa Blanca y el Congreso. En cambio, si el partido decide repetir las mismas desastrosas recetas del 2016 y respaldar a los candidatos del centro que no se pueden conectar con el 70% de la población del país que cobra menos de 15 mil dólares al año, entonces tendremos el mismo desastre electoral en 2020. Nuestra mejor esperanza, en este punto, es la candidatura de Bernie Sanders.

CB: Yo soy optimista en relación a este tema. Creo que en algún momento, en los próximos meses, alguien con poder va a decir 'no podemos volver a elegir el mismo camino'. Y podremos así remediar las cosas. Espero que varios de los candidatos demócratas se bajen de la carrera, y quiero aclarar que no me refiero a que no quiero que la gente se presente, sino que estamos desperdiciando demasiados recursos que podrían usarse de manera mucho más inteligente, porque muchos de ellos no tienen ni una mínima posibilidad. Espero que la Convención Nacional Demócrata realmente escuche a la gente esta vez. Si no escuchan, si no prestan atención a la gente, entonces estamos acabados; en 4 años no habrá Partido Demócrata. La gente se irá, abandonará al partido. Hay muchas charlas actualmente sobre la creación de nuevos partidos, se escuchan nuevos nombres.

—¿Es posible presentarse como candidato por fuera del Partido Demócrata?

RC: Bueno, para presidente no. Incluso para el congreso es muy difícil hacer algo por fuera de la estructura bipartidista. Y eso sucede porque también tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata trabajan juntos para ocuparse de que esto continúe siendo así, y que sea imposible hacer algo por fuera de esas estructuras. Que nunca llegue a ningún lado un candidato de un tercer partido. Y ese es uno de los motivos por los que es posible que Bernie Sanders nunca sea presidente.

Roza Calderón y Cori Bush durante su visita a Buenos Aires (Maximiliano Luna)

CB: Eso sin mencionar que el Partido Demócrata debe rendir cuentas de a quién está candidateando. Entonces no se trata solo de los votos, es también preguntarse qué persona debe ser la cara del Partido. A la gente no le gustaba Hillary, aunque muchos decían que sí porque era mujer. En mi opinión, ser mujer no es suficiente. ¿Qué pasa con su pasado? Y cuando decimos que la elegimos porque es una mujer, pero después vemos cómo trató a Monica Lewinsky, cuando vemos cómo trató a otras mujeres creo que vale preguntarse ¿qué estamos buscando? ¿qué le pedimos? Y creo que ese es uno de los motivos por los que Donald Trump terminó ganando. Mucha gente lo tomó como una broma, pensó: 'Esto no es serio, nunca ganará, la gente irá a votar masiva y automáticamente por Hillary'. Y eso no pasó. Trump enfocó su campaña en hablar de los afroamericanos, habló de los latinos, habló de los discapacitados, de los LGTB, habló (y atacó) a todos los que no fueran hombres, blancos y hasta evangélicos. Y aún así ganó. Entonces nos debemos reflexionar sobre nuestras propias fallas.

—Hablando de las mujeres, quisiera preguntarles sobre un tema que no está tan presente en los medios. ¿Cuál es la situación de la violencia de género en EEUU?

CB: Creo que estamos en un momento de reconocimiento pleno de la violencia de género, como algo de lo que nos tenemos que ocupar a lo largo y ancho del país. A lo largo de los años hemos tratado el tema como un problema de las mujeres y de sus abusadores, pero ahora estamos descubriendo que también afecta a niños abusados y a personas transgénero que son abusadas. Afortunadamente, por primera vez hay legisladores que están trabajando en nuevas leyes a nivel local, estatal y federal para proteger a mujeres, niños y trans. Y la violencia es peor en las poblaciones de las llamadas minorías -afroamericanos e hispanos-.

—Usted (Cori Bush) es sobreviviente de la violencia. ¿Le ha servido esa experiencia a la hora de ayudar a otras mujeres?

CB: Sí. Personalmente, como sobreviviente de violencia doméstica y de la violencia sexual, me he ocupado bastante en contar estas historias, porque noté que las mujeres sienten mucha vergüenza a la hora de denunciar, y que cuando las mujeres y los niños finalmente se animan a denunciar, deben enfrentar diferentes barreras. A las mujeres que han puesto la cara, que han denunciado – especialmente a hombres poderosos- no siempre les ha ido bien. Cuando yo denuncié fui silenciada por la policía. Por eso, lo que hemos hecho en mi comunidad es que tenemos nuestra propia hot line (línea telefónica para denunciar), y cuando nos llaman y nos cuentan que han sido abusadas, no las llevamos con la policía. Porque la ley dice que la policía vendrá y querrá llevarse a alguien detenido, y nosotras no hacemos eso. Cuando nos llaman, lo primero es que una de nuestras trabajadoras sociales va a ver a la persona, y la conecta con algún lugar adonde ir y pedir ayuda. Aunque estamos muy lejos del lugar donde deberíamos estar, gracias al movimiento #MeToo creo que se ha echado bastante luz sobre la violencia sexual contra las mujeres, los niños, y trans. Insisto con lo de los niños porque no quiero dejar de decir que esos niños se van a convertir en adultos, y no queremos que carguen toda su vida con el trauma.

Movimiento #MeToo en Estados Unidos, contra el abuso sexual (AFP)

—¿Qué impacto tiene en este tema el discurso de Trump?

RC: Las posturas que ha tomado Trump sobre las mujeres y la violencia tienen consecuencias. Es la persona más poderosa del mundo y está diciendo abiertamente que eso está bien, que si tienes poder nadie te va a decir que no. Es peligroso. Pero eso también ha provocado a que las mujeres se levanten y digan "hasta aquí llegamos. No podemos dejar que otros controlen nuestras vidas y nuestros cuerpos". Por eso, desde que Trump es presidente ha surgido los movimientos #MeToo, el #Time'sUp, y muchos otros.

CB: Y quisiera agregar que Donald Trump fue elegido como presidente después de que todo el mundo en nuestro país lo escuchó decir esa frase de "agarrarla de la vagina". Donald Trump. Lo hemos escuchado decir cosas terribles, como que si no fuera por la violación de mujeres no habría suficientes niños. Esto es Estados Unidos. Tenemos un presidente que está perpetrando ideas contra las que las mujeres han estado peleado durante años. Está llevando todo para atrás con estos mensajes como "los hombres son hombres y está bien tratar a las mujeres como personas de segunda categoría".

—En un contexto de ataque contra organizaciones como Planned Parenthood y de intentos a nivel estatal de incumplir el fallo Roe vs Wade, ¿Cuál es la estrategia para mantener derechos como el aborto?

CB: En Missouri tenemos un nuevo gobernador que ha apoyado estas iniciativas para prohibir el aborto, y la estrategia de ellos es que el tema del aborto vuelva a la Corte Suprema. Entonces creo que es clave que en mi estado y en cada uno de los estados que introdujeron estas prohibiciones, nos movilicemos y sigamos peleando para recuperar nuestras clínicas. En Missouri teníamos 3 clínicas que practicaban abortos y ahora tenemos solo una. Y algo que nos interesa decir contra estos cierres es que estas clínicas de aborto no sólo hacen abortos; de hecho el aborto es el programa más pequeño que tienen. Por el contrario, son instituciones que brindan salud, educación, que ayudan en la prevención de enfermedades de transmisión sexual, que hacen exámenes médicos, prescriben tratamientos, educan en materia de salud reproductiva, etcétera. Por eso creo que la estrategia es trabajar muy localmente, para después afectar a nivel federal.

Roza Calderón y Cori Bush (Maximiliano Luna)

RC: Creo que la cuestión del aborto tiene que ver con la autonomía de las mujeres sobre su cuerpo. Y aunque a nivel federal tenemos Roe v. Wade, los estados han sido habilitados para manipular ese fallo que garantiza el aborto. Una aclaración sobre nuestra estructura de gobierno. En teoría, el gobierno federal actúa y supervisa, y debería ser el poder más poderoso del país. Sin embargo, hay muchos estados en los que han podido modificar y manipular la ley, de forma independiente, y cambiar lo que sucede adentro de sus fronteras. Estos son derechos que los Estados poseen. Los Estados han operado para limitar a organizaciones como Planned Parenthood y a otras clínicas de aborto, y al acceso al aborto en general, e incluso apenas en lo que respecta a la educación sexual. Buscan interferir con creencias religiosas en nuestra legislación. Pero una de las razones por las que nos convertimos en un país fue para separar Estado e Iglesia, y esa es la ironía de todo el asunto. El resultado es que hay varios estados que tienen apenas una clínica, o ninguna clínica en absoluto. Entonces nuestro acceso a tener un aborto seguro, a pesar de que existe una ley federal, no está siendo garantizado. Mi estrategia en particular es demandar que la Corte Federal revise Roe v. Wade y demandar que todos los estados deban cumplirlo. Los Estados Unidos no son un país de una sola creencia religiosa. Hay muchas creencias, muchas necesidades, muchos grupos, muchas mujeres, muchos pasados también. Entonces esa es mi estrategia, poner la presión en la Corte Suprema, y si quieren modificar Roe v. Wade, bueno, que lo hagan a nivel federal. No se escondan detrás de las faldas de los derechos estatales.

—Sin embargo, hoy en día tienen el número en la Corte Suprema para modificarlo a nivel federal…

RC: Sí, tienen el número. Excepto porque cuando se trata de Roe v Wade, de los dos jueces conservadores que se han incorporado uno dijo que quizás votaría en contra y el otro dijo que no lo tocaría. Entonces todavía tenemos la capacidad de pedir que reinterpreten la ley y reinterpreten el hecho de que los estados deben respetar las leyes federales. Porque no se trata solo de la práctica del aborto, se trata de planificación familiar, se trata de prevención, información, educación, acceso a la salud.

Una de los edificios de Planned Parenthood, en Nueva York

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