Fracasó con un negocio que creyó sería próspero en una zona regada de mansiones: limpiar piscinas. Pero no anduvo. Luego, vio que muchos allí recurrían a terapias alternativas para solucionar sus problemas y montó una empresa de hipnoterapia. Pero tuvo sus primeros problemas con la justicia y decidió cerrar. Y cambiar.
Pero alguna enseñanza le dejó esa experiencia "hipnotizando" a sus clientes. Y sólo por ser un gran observador, Christopher Bathum (56 años) supo que podía construir un verdadero imperio basado en las miserias de los demás. Sobre todo en una que lo rodeaba permanentemente: las adicciones, algo extremadamente común en Los Angeles, California.
Pero Bathum no pensó en una granja de rehabilitación común, como las que todo el mundo iba. Quería hacerlo a lo grande. Aprovechándose del gran poder adquisitivo que rodeaba todo el glamour de aquel lugar. Fue por eso que diseñó un centro de recuperación a las adicciones de lujo: Community Recovery Los Angeles.
Fue así que el hombre a quien le gustaba que lo calificaran como "el magnate de la rehabilitación" construyó su lucrativa empresa. Fundó 20 sucursales en el sur de California y en Colorado. Y sus adictos, además de contar con la discreción requerida, podían disfrutar de amplias casas a todo lujo, chef personales, piscina, clases de yoga… Ah, también la posibilidad -sólo si lo pretendían- de acceder a una terapia psicológica.
Pero el "magnate de la rehabilitación" se involucró personalmente en la vida de sus pacientes. Sobre todo en aquellas mujeres jóvenes y vulnerables que luchaban a diario con todo tipo de adicciones. Ellas eran, podría decirse, su propia adicción. Tenían entre 20 y 30 años. No más que eso.
Y fue a partir de entonces cuando comenzó a transformarse en un monstruo. Aunque quizás ya lo era.
Bathum les daba todo. Las hacía sentir especiales. Si bien necesitaban elevar su autoestima, esas atractivas mujeres recibían iPhones y tenían a su disposición autos de lujo de la compañía que se suponía debía contenerlas. El "magnate" las hacía sentir como sus princesas.
Pero fue más allá. Y aprovechándose de su debilidad por las drogas, en plena internación, Bathum las volvía a drogar y una vez absolutamente idas, las atacaba sexualmente. Una y otra vez.
En mayo de 2016, luego de una denuncia, se supo que otras doce mujeres habían presentado cargos contra el empresario entre 2012 y ese año. El Departamento del Sheriff comenzó a investigar más profundamente.
La Oficinal de la Fiscalía del Condado de Los Angeles decidió poner un punto final a tales abusos luego de una larga investigación. El lunes, el "magnate/monstruo" fue condenado por el asalto sexual comprobado a siete mujeres. Fue encontrado culpable de 31 cargos: violación, introducción de un objeto extraño en las vaginas de sus víctimas, forzar una copulación oral y explotación sexual. Pero también por haberlas drogado con metanfetaminas.
"Eran blancos fáciles. Víctimas perfectas", señaló el fiscal de Distrito Reinhold Mueller. En abril, Bathum escuchará cuál será su sentencia final. Podría pasar hasta 65 años tras las rejas, según las leyes de California.
Durante años, el abogado del "magnate/monstruo" había negado las acusaciones. Incluso, el propio Bathum había recorrido canales de todo el país defendiéndose. Pero nadie, ni el público, ni la justicia le creyeron.
Pero el derrumbe del imperio de Bathum no termina allí. Ahora enfrenta un multimillonario juicio por 175 millones de dólares por fraude. Fue acusado de lavado de dinero, robo de identidad y estafa contra empresas de seguros. Además del "monstruo", también fue imputado su ex jefe de finanzas, Kirsten Wallace.
Al parecer, tanto Bathum como Wallace mantenían a sus clientes/pacientes en un interminable circuito del cual nunca podían salir. Del cual permanecían presos por siempre. Con ello, ambos llenaban sus bolsillos mientras estafaban a los adictos y a las propias compañías de seguros que solventaban sus pólizas. Ambos, además, robaban las identidades de sus pacientes para presentar ante las demás empresas aseguradoras y continuar facturando sus servicios.
Bathum ahora deberá esperar hasta abril próximo para saber cuánto tiempo pasará en la cárcel. Seguramente muera allí. Ya no podrá estafar a nadie. Ni abusar de las jóvenes que recurrían a él con la promesa de recuperarse de sus adicciones. El otro tormento que las perseguía.
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