El Louvre suma una huelga a su serie negra

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París, 15 dic (EFE).- Tras el robo del siglo, el cierre de salas afectadas por inundaciones y los daños estructurales, el parisiense Museo del Louvre sumó este lunes otra mueca al deterioro de su reputación, el cierre de sus puertas por una huelga de personal en protesta por las condiciones que atraviesa la institución.

Unos 400 trabajadores del mayor museo del mundo votaron de forma unánime declararse en huelga lo que imposibilitó a la dirección abrir las puertas a los miles de visitantes que esperaban, incrédulos, para descubrir los tesoros que guarda.

La convocatoria de huelga es 'indefinida'. Nadie puede saber si el Louvre, que los martes tiene su día semanal de cierre, volverá a abrir el miércoles, cuando de nuevo los trabajadores estarán llamados a pronunciarse sobre si quieren mantener los paros, cuyo coste se evalúa en 400.000 euros diarios.

"Veníamos tres o cuatro días a París y nos quedamos sin visitar uno de los museos más famosos del mundo", aseguró a EFE Darío Calvo, que llegó desde la madrileña localidad de Alcorcón, mientras que su acompañante, Mara Durán, expresó su "decepción": "Ahora a pasar fío".

Más comprensivo se mostró el texano Michael Gamer, que afirmó a EFE que si hay huelga "será por algo que es necesario cambiar" en un claro respaldo a los sindicatos.

En el punto de mira de la ira de los sindicatos está la presidenta del establecimiento, Laurence des Cars, a quien acusan de priorizar los golpes de efecto mediáticos, las inauguraciones pomposas y la fiestas faraónicas en sus salones en lugar de apostar por las profundas reformas estructurales que, a su juicio, necesita el museo.

"Hay un problema en las prioridades de inversión", indicó la delegada sindical de Sud, Élise Muller, que criticó duramente el macroproyecto de reforma del museo anunciado en enero pasado por el presidente, Emmanuel Macron, con un coste evaluado en 500 millones de euros.

La idea central giraba en torno a dos ejes. El primero, la creación de una nueva entrada, para desatascar la icónica pirámide, levantada a finales de los 80 para acoger a cuatro millones de visitantes al año y que en los últimos ejercicios ha visto pasar el doble.

Además, el programa proyecta la creación de una sala específica para exponer La Gioconda, el cuadro más emblemático y el más buscado por los turistas que se quejan de una experiencia estresante entre miles de personas.

Los sindicatos apuntan a que el museo ha ido demasiado rápido en su apertura al turismo olvidando adaptar sus condiciones a las masas de visitantes.

"Visitar el museo es ahora mismo una carrera de obstáculos", asegura el representante del sindicato CGT, Christian Galani, para quien el objetivo, más allá de las intenciones de fachada, pasa por "trasmitir un legado a las generaciones futuras".

El robo sufrido el pasado 19 de octubre en la Galería Apolo, de la que cuatro ladrones se llevaron una serie de joyas de la corona francesa con un valor patrimonial inestimable y pecuniario evaluado en 88 millones, fue la gota que colmó un vaso a punto de desbordarse, sostienen los sindicatos.

Los representantes sindicales aseguran sentir "vergüenza ajena" cuando comprueban que el establecimiento en el que trabajan es objeto de bromas en el mundo entero.

Al robo del siglo siguió, a mediados de noviembre, el cierre la Galería Campana, que alberga nueve salas dedicadas a la cerámica griega antigua ante la debilidad que muestran algunas de sus vigas.

Pocos días más tarde un daño en las tuberías provocó una fuga de agua que dañó varios cientos de documentos de la biblioteca de antigüedades egipcias.

Síntomas, aseguran los representantes sindicales, del desgaste de un museo que ha optado "por lo anecdótico olvidando lo esencial".

Además de las condiciones materiales del museo, denuncian la degradación de las condiciones laborales, la supresión de 200 puestos fijos en los últimos 15 años, en una plantilla de 2.200, en contraste con una carrera acelerada para incrementar el número de visitantes.

Tampoco les gusta la creación de una tarifa superior para los procedentes de fuera de la Unión Europea, o la apuesta por contratos temporales en lugar de los indefinidos.

El establecimiento recibió en 2024 casi 100 millones de euros de subvenciones.

La dirección mantiene silencio en medio de la tormenta. En los últimos días, Des Cars ha rechazado contraponer las mejoras necesarias con su política de adquisición de obras y de inauguración de exposiciones, que considera esencial para mantener vivo el museo.

Al tiempo que defiende la gran renovación que cree necesaria para convertir al Louvre en un museo del siglo XXI.

Luis Miguel Pascual