Starmer, el fiscal de aspecto anodino que prepara su mudanza a Downing Street

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Enrique Rubio

Londres, 23 may (EFE).- Keir Starmer dice en alto que cualquier cosa puede suceder en las elecciones británicas del próximo 4 de julio, pero en privado, de la mano de su jefa de gabinete Sue Gray, hace tiempo que el líder laborista comenzó a preparar su mudanza a Downing Street.

Haría falta una hecatombe sin precedentes en la historia de las encuestas (que les dan más de 20 puntos de ventaja) para impedir que el laborismo gane en las elecciones anticipadas que convocó el miércoles el primer ministro, Rishi Sunak.

Aunque nadie quiere reconocer que -como se dice en el Reino Unido- ya se han empezado a tomar las medidas para las cortinas de Downing Street, el hombre a quienes muchos cometieron el error de subestimar ha llevado a los laboristas a las puertas de regresar al poder tras 14 años en el desierto.

Probablemente el gran activo del exfiscal Starmer sea su capacidad para desactivar el discurso del miedo con que los 'tories' quieren disuadir a la ciudadanía de votar a los laboristas.

La estrategia les brindó pingües réditos en las últimas elecciones de 2019 frente al entonces candidato Jeremy Corbyn, que inquietaba a parte de la población, pero Starmer parece mejor blindado frente a esos ataques.

Su imagen algo anodina de hombre de leyes no despierta entusiasmos, pero tampoco grandes temores.

Catorce años de gobiernos conservadores, especialmente convulsos tras el paso por el poder de Boris Johnson y de Liz Truss, han erosionado tanto las posibilidades de Sunak que la consigna laborista pasa sobre todo por cometer el menor número de errores.

Starmer trata de paliar la frialdad que proyecta relatando cada vez que puede su pasión por el fútbol y por su club del alma, el Arsenal. No parece casualidad que muchos de sus mítines en los últimos tiempos, incluido uno hoy en Gillingham (sureste), se hayan celebrado sobre el césped de pequeños campos de fútbol.

También se esmera por distanciarse de los políticos de carrera cada vez que recuerda su lustrosa carrera jurídica, que le llevó a dirigir la Fiscalía de la Corona.

Pero su voz nasal y su incomodidad en la oratoria pueden hacer olvidar que detrás de esa apariencia hay un político al que no le ha temblado la mano para rehacer el partido a su antojo en los tres últimos años para acabar con cualquier rescoldo de la era de Corbyn.

Starmer se marcó como primer objetivo reconstruir a un laborismo recién salido de una de las peores derrotas electorales de su historia.

Tan implacable ha sido para afianzarse internamente como en su esfuerzo por transmitir un mensaje de seguridad al votante y al mundo empresarial.

Aplacados esos temores, al menos a priori, ha empleado el último año en viajar a las grandes capitales occidentales para familiarizarse con los rostros con los que podría compartir mesa próximamente.

Con la prudencia por guía, los conservadores aprovecharán su reticencia a comprometerse para pintarlo como un oportunista sin escrúpulos que "hará lo que haga falta para conseguir el poder", como dijo ayer Sunak al convocar las elecciones.

Nacido al sur de Londres en 1962 en el seno de una familia de fuerte raigambre laborista, en su nombre lleva el destino: sus padres le pusieron Keir en honor a Keir Hardie, fundador del partido a comienzos del siglo XX.

Tras un inevitable paso por Oxford para estudiar un posgrado en Derecho Civil (fue el primer miembro de su familia en obtener un título universitario), Starmer se convirtió en abogado litigante ("barrister", en inglés) mientras permanecía en la órbita de movimientos socialistas.

"Mi madre luchó contra una enfermedad rara durante toda su vida. Pasé mucho de mi infancia viéndola ingresar en el hospital, donde mi padre siempre estaría a su lado", explica el propio Starmer en la biografía colgada en su web.

Tras alcanzar la cúspide como director de la Fiscalía y ser nombrado caballero en 2014, fue elegido diputado laborista por la circunscripción londinense de Holborn y St Pancras en 2015.

Pese a que fue uno de los artífices de la campaña por un segundo referéndum sobre el Brexit que los laboristas defendieron en las elecciones de 2019, Starmer consiguió esquivar los efectos de esa derrota y se alzó en la carrera interna por reemplazar a Corbyn en primera ronda, con el 56 % de los votos.

Desde allí, emprendió una profunda renovación del partido que le puede llevar ahora a las puertas de Downing Street. EFE

er/jm/ad

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