Cómo afecta la contaminación lumínica el comportamiento de los animales

La tendencia a la iluminación nocturna continua es un tormento para muchos animales. No hay dudas de que la luz es imprescindible para el desarrollo de las ciencias, la tecnología, la cultura y el arte, pero también tiene sus lados oscuros e inconvenientes. 

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ARCHIVO - Faroles iluminan la calle Königstrasse en Dresde, por la que circulan autos con sus faros encendidos. La iluminación nocturna continua es un tormento para muchos animales. Foto: Robert Michael/dpa
ARCHIVO - Faroles iluminan la calle Königstrasse en Dresde, por la que circulan autos con sus faros encendidos. La iluminación nocturna continua es un tormento para muchos animales. Foto: Robert Michael/dpa

La tendencia a la iluminación nocturna continua es un tormento para muchos animales. No hay dudas de que la luz es imprescindible para el desarrollo de las ciencias, la tecnología, la cultura y el arte, pero también tiene sus lados oscuros e inconvenientes. 

"La contaminación lumínica es probablemente una de las principales causas de la extinción de especies a nivel mundial", afirma la cronobióloga alemana Stefanie Monecke, y menciona el ejemplo de las farolas del alumbrado público, donde a menudo se ven densos enjambres de insectos: "La luz atrae a miles de insectos que zumban alrededor de la fuente de luz hasta que se cansan o se queman. Esto altera la cadena alimenticia, ya que los animales que cazan insectos en la oscuridad encuentran menos comida".

Muchas especies de murciélagos son sensibles a la luz, evitan las fuentes luminosas y, por tanto, tienen terrenos de caza cada vez más pequeños, informa la organización suiza de protección de la naturaleza Bird Life. Los expertos señalan que los petirrojos, que en realidad solo cantan al amanecer, trinan toda la noche cuando la iluminación es muy fuerte. 

Monecke, académica invitada de la Universidad Ludwig Maximilian de la ciudad alemana de Múnich, añade que incluso las personas que salen a correr molestan a los animales con sus linternas frontales. Además, prosigue, la luz artificial altera el reloj biológico de muchos animales. 

La científica explica que los hámsteres silvestres, por ejemplo, notan cuando los días comienzan a acortarse, y su reloj biológico determina de acuerdo a ello el comienzo y el final de la hibernación. Si les molestan las luces de la ciudad o las de los coches en la carretera, acota la académica, existe el riesgo de que sus relojes se desincronicen y que no salgan de la hibernación a tiempo para comenzar a aparearse a comienzos de la primavera. 

"Hoy en día, la reproducción de los hámsters silvestres comienza hasta dos meses y medio más tarde que en los años 80", informa Monecke. "En lugar de 20 a 25 crías al año, una hembra de hámster tiene hoy solo cinco. Con una fuerte tendencia a la baja", puntualiza la bióloga.

Según Monecke, el número de algunas especies está disminuyendo drásticamente, "no porque mueran demasiados animales, sino porque cada vez tienen menos descendencia, como los hámsteres". En su opinión, la contaminación y la destrucción del medio ambiente local no pueden explicar este factor, pero sí la contaminación lumínica. 

Hoy en día, señala, el hámster silvestre, que hasta la década de 1980 abundaba en los campos, está en peligro de extinción en toda su área de distribución, que se extiende desde el oeste de Alemania hasta Siberia, en Asia del Norte.

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la contaminación lumínica es una "amenaza a menudo subestimada" que también puede ser significativa para los hámsteres silvestres. La organización también cita como perjudiciales el cambio climático, la agricultura industrial, la pérdida de hábitat y el envenenamiento.

Los seres humanos también alinean su reloj interno con el ritmo luz-oscuridad, afirma el cronobiólogo Achim Kramer, del Hospital Universitario Charité de Berlín. Las células oculares transmiten los impulsos de luz que "configuran" el reloj biólogico y garantizan que las personas duerman cuando está oscuro por la noche y estén activas durante el día. 

"Si se desconecta el reloj interno en ratones, estos engordan y enferman", señala Kramer. Además, aquellas personas que viven constantemente en contra de su reloj biológico por realizar trabajo por turnos tienen un mayor riesgo de padecer depresión y enfermedades cardiovasculares, metabólicas o cancerígenas que aquellas con un ritmo diurno y nocturno intacto. "Un reloj interno bien sincronizado es muy importante para la salud", puntualiza el experto.

Sin embargo, a diferencia de los animales, los seres humanos pueden protegerse del exceso de luz en el exterior al atardecer y por la noche utilizando cortinas. "En el caso de los humanos, el problema es sobre todo la contaminación lumínica provocada por ellos mismos: el uso de pantallas durante horas y a menudo hasta altas horas de la noche", enfatiza Kramer. 

Las personas que iluminan los jardines de sus casas o las comunidades que ofrecen un alumbrado público de mucho brillo suelen hacerlo con el argumento de que quieren protegerse de los delincuentes. Sin embargo, un estudio británico de 2015 pudo demostrar que un mayor alumbrado público en más de 60 localidades de Inglaterra y Gales no evitó ni los accidentes ni la delincuencia. 

Por lo tanto, el remedio para la situación de los animales es realmente sencillo: menos iluminación exterior. Según la Unión Alemana para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad (Nabu), esto también ahorraría una enorme cantidad de energía: "El alumbrado de calles, plazas y puentes en Alemania, que necesita una modernización urgente, gasta entre tres y cuatro mil millones de kilovatios hora de electricidad al año, más de lo que consumen un millón de hogares juntos", calcula la organización, y añade que algunas ciudades han reducido su consumo de energía en un 50 por ciento gracias a la iluminación inteligente, que incluye detectores de movimiento.

El físico e ingeniero alemán Martin Löffler-Mang, de la Universidad de Ciencias Aplicadas del Sarre, en el oeste de Alemania, explica que en muchos casos las bombillas incandescentes del alumbrado público son sustituidas por lámparas LED con la misma cantidad de energía eléctrica. Sin embargo, objeta, estas lámparas emiten mucha más luz. "Con las LED se puede reducir masivamente y disminuir el consumo de energía a una quinta parte manteniendo la misma cantidad de luz", señala el científico. 

Löffler-Mang ofrece a los municipios interesados un servicio de supervisión de los sistemas de iluminación para identificar y reducir las fuentes de luz intensa. Para ello, se toman automáticamente grabaciones nocturnas en un lugar fijo durante un periodo de tiempo prolongado, que posteriormente se evalúan. 

La comuna de Andermatt, en Suiza, lo ha hecho con éxito. El municipio de St. Wendel, en el Sarre, también busca atraer a más turistas con el concepto "menos luz". 

La ciudad de Fulda, cerca de Fráncfort, fue reconocida en 2019 como la primera "ciudad de las estrellas" de Alemania por la asociación internacional Dark Sky. Sus autoridades han implantado un sistema de iluminación que apunta hacia abajo y controlan la cantidad de luz de acuerdo a la demanda. Según sus propias cifras, el municipio ha reducido considerablemente su consumo de energía. 

Löffler-Mang destaca finalmente: "Si producimos menos luz, aumenta nuestra sensibilidad y vemos más".

dpa