De Samoa a la isla de Pascua, el ADN revela la ruta del poblamiento en Polinesia

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Miles de kilómetros de océano separan a las poblaciones de las islas Marquesas de las de Pascua o de Tahití, pero todas ellas siguen conectadas por sus genes, según revela un estudio que, gracias al ADN, detalla la ruta de los ancestrales exploradores del Pacífico sur.

Arqueólogos e historiadores se interrogan desde hace mucho tiempo sobre los orígenes de los pobladores de las islas de Polinesia, una enorme extensión marítima y que fue una de las últimas zonas habitables en ser colonizada por los hombres.

"Es uno de los capítulos más fascinantes de la historia de la colonización humana, y apenas hay rastros tangibles", explica a la AFP Andrés Moreno Estrada, coautor del estudio publicado el miércoles en la revista Nature.

Durante sus viajes por la zona a finales del siglo XVIII, el capitán británico James Cook se da cuenta de las similitudes entre las lenguas habladas por los pueblos autóctonos del archipiélago de la Sociedad (donde se encuentra Tahití) y los de las islas situados a más de 1.000 kilómetros de distancia, las islas Cook.

Este grupo de lenguas, denominadas austronesias, proviene de la lejana Taiwán y es la familia lingüística más extendida del planeta.

- Puzzle incompleto -

La investigación lingüística, junto a los descubrimientos arqueológicos, permitieron acercar a estas poblaciones dispersas.

Pero a la historia le seguían faltando piezas. "Ningún estudio ha podido hasta ahora localizar el punto exacto de los primeros establecimientos polinesios", según Andrés Moreno Estrada, investigador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad de México.

La rápida expansión de estas poblaciones despistaba a los científicos. Y no fue hasta que miraron el ADN de los habitantes actuales que el equipo de investigadores pudo encontrar la pieza que le faltaba al puzzle.

"El genoma de estas poblaciones insulares guarda la historia de sus ancestros", describe Alexander Ioannidis, el otro autor del estudio, que secuenció el ADN de 430 habitantes de 21 islas del Pacífico sur, una muestra nunca antes analizada en esta región del mundo.

"Comparando las huellas biológicas de una isla a otra podemos ver en qué momento se dividió el genoma, y se puede estimar cuándo cohabitaron por última vez estas poblaciones", añade este especialista en genética de la Universidad de Stanford, en California.

- La conquista del este -

Los resultados de las primeras investigaciones muestran una cartografía detallada de los asentamientos de estos pioneros, que entre el siglo IX y el XIII se desplazaron de oeste a este.

Las primeras migraciones habrían partido de las islas Samoa, en el oeste, en dirección sureste.

Se establecieron en Rarotonga, la isla más grande de las Cook, hacia el 830 de nuestra era. Los navegantes habrían localizado la isla desde lejos gracias a las columnas de nubes del relieve volcánico de la isla.

La migración se dirigió más tarde hacia el noreste, llegando a las islas de la Sociedad alrededor del año 1050. Más tarde, hacia el 1110, estas poblaciones pusieron un pie en el archipiélago de Tuamotu, formado por varias decenas de atolones, y poco poblado hoy en día.

En aquella época, estos islotes recién emergidos de las aguas presentaban condiciones de vida muy favorables, con tierras arables y bosques jóvenes.

- Grandes navegantes -

El archipiélago de Tuamotu, parte de la Polinesia francesa (como Tahití), habría "jugado un rol decisivo en el proceso de poblamiento del Pacífico sur", insiste Alexander Ioannidis.

"Tuamotu es enorme, una superficie que equivale a la distancia entre Inglaterra y Grecia. Los primeros pobladores debían de tener una cultura marítima muy desarrollada para poder navegar de isla en isla", cuenta Ioannidis. Este conocimiento técnico habría permitido a los exploradores navegar miles de kilómetros.

Así, el estudio revela que Tuamotu es el punto de partida de las migraciones posteriores: hacia el norte, dirección a las islas Marquesas, y hacia el este, pasando por Mangareva (en el archipiélago de las Gambier) en el siglo XII, hasta la punta oriental, las islas de Pascua.

"Este estudio es una proeza genética que permite dibujar un escenario muy detallado" de esta epopeya, celebra Florent Détroit, paleoantropólogo del Museo Nacional de Historia Natural de Francia.

En este caso, como señala este científico francés, las similitudes genéticas corroboran los descubrimientos arqueológicos. Y el estudio publicado en Nature apunta la hipótesis de que las grandes construcciones megalíticas, como los moáis de la isla de Pascua, tienen un origen común en Tuamotu.

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