El suicidio, una amenaza que afecta "en silencio" a los jóvenes del mundo

Según el último informe de la OMS, representa la segunda causa principal de muerte de las personas de entre 15 y 29 años. Cómo saber interpretar a tiempo los pedidos de ayuda

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En la Argentina, uno de cada seis jóvenes de entre 15 y 24 años que muere por año, lo hace mediante un suicidio
En la Argentina, uno de cada seis jóvenes de entre 15 y 24 años que muere por año, lo hace mediante un suicidio

Representa un asunto tan cotidiano como tabú. Es un problema que crece cada vez más y, sin embargo, su difusión no es acorde, no parece estar presente entre las prioridades de la agenda pública. El suicidio aparece como una de las causas de muerte más comunes en el mundo y, en especial, ocupa un lugar preocupantemente esencial entre los jóvenes.

En las últimas semanas, la Organización Mundial de la Salud presentó un extenso informe sobre las tasas de suicidio en todo el planeta y los métodos de prevención para evitar que las cifras de ese acto continúen con su incremento cotidiano. Hasta el momento, las cifras son elocuentes y alarmantes: más de 800 mil personas mueren mediante esa vía cada año en el mundo. Y lo que aún refleja más la gravedad del tema: el suicidio representa la segunda causa principal de muerte entre las personas de 15 a 29 años de edad.

"Hay muchos factores, especialmente los socioculturales, que pueden afectar a un joven a la hora de tomar semejante decisión. Desde la estabilidad económica suya o de su familia, hasta la falta de contención de su círculo íntimo y su dificultad para satisfacer las expectativas o poder adaptarse a una nueva cultura, a un círculo social", explicó a Infobae Pablo Jonasewski, psiquiatra especializado en niñez y adolescencia.

Las estadísticas en la Argentina acompañan y respaldan las globales expuestas por la OMS: cerca de 1000 muertes de las 6.573 anuales que se registran en la franja etárea de entre 15 y 24 años se producen a raíz de suicidios. Es decir, uno de cada seis jóvenes que fallecen en el año lo hacen por esa vía.

El mensaje elemental del informe de la OMS es que los suicidios son prevenibles. Y una gran parte de la responsabilidad radica en la elaboración de políticas públicas por parte de los ministerios de Salud de cada nación. En la actualidad, se estima que por cada suicidio cometido por un adulto, hay otros 20 que lo intentan.

Es imprescindible que aquellos con tendencias suicidas puedan poner en palabras su problema (iStock)
Es imprescindible que aquellos con tendencias suicidas puedan poner en palabras su problema (iStock)

Según la OMS, hay tres tipos de estrategias específicas para abordar una metodología de prevención exitosa:

Prevención "universal": Consiste en las técnicas diseñadas para llegar a la mayor parte de la población posible. Procuran aumentar el acceso a la atención de la salud, promover la salud mental, reducir el consumo nocivo de alcohol, limitar el acceso a los medios más habituales para llevar a cabo un suicidio y promover una información responsable por parte de los medios de comunicación.

Prevención "selectiva": enfocada casi exclusivamente en grupos vulnerables, como aquellos que padecieron traumas o abusos, los afectados por conflictos o desastres o familiares de suicidas. Esa tarea es llevada a cabo por los llamados "guardianes" o por integrantes de servicios de ayuda especializados.

Prevención "indicada": se dirigen a personas vulnerables específicas mediante la ayuda de toda la comunidad. El objetivo está en aquellos residentes o recién salidos de centros de salud mental y el desarrollo de la estrategia está orientado a una mejor capacitación del personal de salud o al fortalecimiento de los factores protectores, como las relaciones personales sólidas o estrategias de afrontamiento positivas.

Poner el drama en palabras, la gran clave

Otro de los factores de riesgo más importantes, especialmente entre la comunidad joven, es la dificultad para poder hablar sobre el tema y la estigmatización todavía reinante entre aquellas personas que sufren trastornos mentales o padecen tendencias suicidas: en muchas ocasiones, los protagonistas sienten que no encuentran el espacio ideal para poder pedir ayuda.

"Quizás la mayoría de las personas que no tuvieron a un familiar o algún amigo que haya pasado por una situación similar no tiene idea de lo difícil que es poder abrirse ante otro cuando aparecen las ideas suicidas. Por eso, es responsabilidad de toda la comunidad abrir el espacio para el diálogo. Hay que aprender a enterrar de una vez los prejuicios y entender que aquel que tiene tendencias suicidas es posiblemente el que necesite una mano de manera más urgente", añadió Jonasewski.

En un mundo donde el bullying casi que se asentó en la vida cotidiana educativa y en el que aquel que no logra "insertarse" al sistema es señalado y marginado como si se tratara de un marginal, es imprescindible poder detectar a tiempo las señales de ayuda que envían los potenciales suicidas.

"Los jóvenes con posibilidades de cometer un suicidio usan sus propios mecanismos de advertencia sobre el problema, aún cuando no lo ponen en palabras. Puede presentarse desde un cuadro de depresión profunda, violencia desmedida a comportamientos específicos que pueden y deben llamar la atención de quienes están alrededor", añadió Jonasewski.

Hasta el momento, en la Argentina existen programas de capacitación para especialistas de la salud mental y educadores sobre el tema, pero no hay entes específicos desde la salud pública nacional destinados en exclusiva a esa problemática.

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